lunes, 26 de octubre de 2009

Viajar es vivir


Viaje. 1ª parte
Todo viaje lleva tiempo de preparativos, planes, apurones, compras de último momento. Uno quiere que todo salga bien para poder disfrutar de esos pocos días que nos tomamos de vacaciones.
El pasado 15 de octubre, viajábamos dos matrimonios (los P y los M) a Río de Janeiro con escala en Porto Alegre y destino final Búzios.
El avión de la Línea Aérea Gol (de Brasil), partía de Ezeiza a las 7,25 am. Dos horas antes teníamos que estar en el aeropuerto para hacer el check- in. Por supuesto, como teníamos todo calculado, estábamos allí a las 5,20 am. Hicimos la protección del bagagem (equipaje) con un envoltorio especial y nos fuimos raudamente a despacharlo. Nos sobraba tiempo para tomar un café y la pastillita para el dolor de oídos.
Cuando una señorita en un pequeño mostrador nos pidió los documentos, comenzó la odisea. Los otros tres, bien, y cuando miró el mío dijo: ¿éste es el suyo? Inflando el pecho respondí que sí. No cualquiera conserva el original que sacó a los 18 años. Es más, creo que estas personas tan responsables y cuidadosas tendrían que tener un premio por no haberlo extraviado nunca; como un bonus track.
La señorita de impecable uniforme y maquillada sutilmente me pidió "otra" identificación. Y yo, con orgullo patriota le dije que no tenía, que "ese" era mi único documento. ¡me sentía tan bien y tan feliz que le respondía con una amplia sonrisa!
Regla nº 1: no confiar en las señoritas uniformadas de las compañías aéreas.
Cuando todos preguntamos qué sucedía con mi DNI, la señorita dijo sin que le temblara la voz: "la señora no puede viajar". Ante semejante respuesta casi nos caímos al suelo de la sorpresa (por no decir otra cosa). Nos dijo que tenía que scannear el documento y mandarlo a Río, porque allí, que son muy exigentes, iban a deliberar si podía entrar al país de Lula.
Todo esto se debía a que mi último número es un 0, y en la primera hoja, donde están los números perforados, ese 0 se fue gastando, ajando con el tiempo y con los años, y ahora parece una C. Aclaro que en la tapa está perfecto y a partir de la segunda hoja también. Era cuestión de tener buena voluntad, no?
Los amigos Paloschi preguntaban qué podía pasar, mi esposo qué teníamos que hacer.
Y la señorita imperturbable: "ustedes 3 pueden viajar, la señora no, se tiene que quedar aquí. Tenemos que enviar la información a Río de Janeiro para que cuando llegue allá (si le dan permiso para viajar) no sea deportada por la policía".
Sí, leyeron bien: de-por-ta-da. Me imaginé con un sello indeleble en la frente que decía DEPORTADA y todos los sentimientos pasaron por mi corazón: rabia, impotencia, tristeza, frustración, angustia, congoja, bronca y demás emociones negativas. Me sentí humillada. No soy narcotraficante, ni espía, ni falsificadora, ni ladrona, ni vendo armas ilegalmente. Y me imaginaba perseguida por el FBI, la CIA, Interpol y demás fuerzas.
Regla nº 2: corroborar varias veces que el documento esté en perfectas condiciones y continuar desconfiando de las señoritas uniformadas.
La señorita GOL partió con mi documento quién sabe adónde. No pudimos despachar las valijas porque no se sabía qué podía pasar conmigo. Los Paloschi no querían viajar solos, porque el viaje estaba organizado para los 4. Quiti dijo que él se quedaba en Argentina conmigo y que fueran ellos, que aprovecharan. Toda esta deliberación delante mío y yo me sentía cada vez peor.
Tenía ganas de llorar. Todo planeado, tantas ilusiones por este viaje... y me venía a pasar semejante cosa.
El horario para embarcar era 6,25.
Nos quedamos delante del mostrador con los bártulos hasta que reapareció la señorita y sin que se le moviera un músculo de su maquillada cara, nos dio la noticia tan temida y esperada: "contestaron de Río. Puede viajar".
Hicimos todo el papelerío rapidísimo. Y a las 7,15 un muchacho uniformado nos acompañó hasta la puerta misma del avión porque sino lo perdíamos.
Regla nº 3: confiar en joven uniformado.
Creo que apenas nos sentamos el avión comenzó a carretear.
Los planes de tomar un café y la pastillita para los oídos quedó en eso: planes.
Eso sí, cada vez que me pedían el documento se me paraba el corazón. Y cómo son las cosas de la vida, en el único lugar que no me pidieron fue en Río de Janeiro.
Espero este relato les sirva de ayuda para cuando tengan que salir del país.
Hasta pronto. Norma

No hay comentarios: