Es más inquietante atravesar el viejo portón bajo una noche húmeda, acompañado tan sólo de la persistente llovizna? O acaso es con la luz fantasmal de la luna que se eriza su piel en ese trayecto?
Siempre espera esa sensación como si fuera la primera vez. Él sabe que las primeras experiencias dejan un estigma en el cuerpo y en el alma…
Las sensaciones tienen calendario; tienen olor y sabor; se les conoce su forma y su color, pero…y el cielo? El cielo no importa…Los recuerdos lluviosos son fértiles, penetrantes; obligan a mantenerse alertas en medio de la vorágine. La marca que dejan es mojada y el surco que abre en las mejillas es un río de gotas…
Su certeza es que no habrá voces ni susurros. Sólo abre el portón: la reja emite un quejido. Despliega su paraguas negro y sale…Las gotas lo recuerdan.
Delia Guzmán
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