Desde el lunes 18, recorro las calles de Tapalqué con deleite. Hacía aproximadamente 10 meses que no veía por estos pagos que siempre me han permitido recargar energías para afrontar lo que me depara la vida
Ni bien llegar, el aire
que respiro, la brisa, el sol y hasta el bramido del viento después de la
lluvia -que en La Plata no lo he oído nunca- todo, es un reencuentro
permanente con mi infancia
De inmediato salí a
beber los vientos, o como Perico desatado de su cadena, como se dice, a
recorrer negocios y lugares que para mí son inolvidables, a descubrir imágenes nuevas
y a admirar la prodigiosa naturaleza que Dios nos ha regalado.
Después de conversar
con algunas personas, decidí hacer unos artículos sobre lo que he visto en mi
Tapalqué querido. Recordé, por mi experiencia periodística anterior que solía
tener distintos tipos de lectores.
1) Por empezar recuerdo
los que se alegraban u ofuscaban rápidamente, según les gustara o no lo que
leían. Luego si me encontraban en la calle me criticaban o me daban aliento ¡No
aflojes! y me daban nuevas ideas para otros artículos Esto para mi era
sumamente beneficioso porque siempre el que escribe debe tener la retroalimentación
imprescindible que viene del lector.Siempre fue así, Y no tendría por qué
cambiar, salvo por la ausencia de unos cuantos de mis fervientes lectores que ya no están.
2)Luego venían los que descubren dónde está la ironía, donde el sarcasmo, donde el humor . Cuando me lo contaban reíamos juntos:
-
- -Cómo te diste cuenta? -les solía decir
- -Cómo te diste cuenta? -les solía decir
- -Pero, si está clarito! –me respondían
-
Y a veces hasta me sorprendía:
- -¡NO! Me refería a otra cosa.
3)Y he dejado para el
final los que sabían leer entre líneas y descubrían sin yo decirlo a quien
estaba dirigido el párrafo. Por supuesto que el que los superaba a todos, era
Pocho Capdevila. Cuando le hacía una entrevista solía decir:
-“¡Qué pregunta! ¡Viene con el lazo “armao!”
Hermosos recuerdos. He tenido la suerte que siempre he recibido saludos aprobatorios o críticas y en algunos casos profundos enojos, pero nunca indiferencia o falta de respeto. A pesar de la gente que iba a pelearme a mi casa- una vez hasta por el testamento del Rey Momo que difundí en el Semanario, cuando aseguraban que estaba prohibido publicarlo y que nos facilitó el autor, porque habían desaparecido todas las copias- nunca pensé en dejar de escribir porque es parte de mi vida. Y además –cumpliendo con el mandato educativo que recibí con mi título de maestra- creo que la gente necesita que se le planteen distintas ideas y alternativas, porque le ayudan a pensar y a elegir, en una palabra a crecer intelectualmente
Gladis Fittipaldi - (GSF)
* Pienso
dividir el trabajo en varios artículos sobre distintos temas, para que resulte
más ágil su lectura. Quien desee incluir algún asunto me lo puede comunicar al mail:
tapalqueneros@gmail.com
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