sábado, 29 de septiembre de 2012

Cumpleaños




Hoy 29 cumple años:

 Mónica Guarino de Suárez

¡Felicidades!

Hoy finaliza el Pre Mica en La Plata

Como parte del Pre MICA (Mercado de Industrias Culturales Argentinas) de la Provincia de Buenos Aires –organizado por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, que se desarrolla hasta el sábado 29 en el Teatro Argentino de La Plata–, especialistas en industrias culturales debatieron sobre “Los estados de la Cultura en América Latina”. 
Así, continuando con deliberaciones que comenzaron el miércoles 26, el director Nacional de Industrias Culturales, Rodolfo Hamawi; Luiz Antonio Gouveia, de la Secretaría de Economía Creativa del Ministerio de Cultura de Brasil; el jefe del Departamento de Estudios del Consejo Nacional y la Cultura y las Artes de Chile; la coordinadora del SInCA (Sistema de Información Cultural de la Argentina) y del SICSUR (Sistema de Información del Mercosur); y el coordinador de Emprendimiento Cultural del Ministerio de Cultura de Colombia anunciaron la realización de un Mercado de Industrias Culturales de Sudamérica (MICSUR), a realizarse en 2014, en la Argentina.
Por otro lado, los expertos expusieron sobre la situación de las industrias culturales en la región y presentaron el libro “Los estados de la Cultura en América Latina”, que releva información cultural de los países del Mercosur ampliado...

Hamawi, haciendo referencia al título del libro, explicó: “América Latina se encuentra en un estado de acercamiento e integración en el ámbito cultural. Estamos trabajando para llevar adelante acciones conjuntas hasta dentro de tres años. Por eso, firmamos el acto acuerdo para llevar adelante e MICSUR”.
En el mismo sentido, el director nacional de Industrias Culturales señaló: “El estado de la cultura es óptimo, porque la cultura sudamericana tiene planes y proyectos, que no desdeñan las dificultades y los desafíos, pero que apuntan al futuro”.
Por su parte, Calcagno destacó la labor llevada adelante por los países miembros del Mercosur para elaborar sistemas de información cultural que sirvan de base para políticas públicas nacionales y regionales. En la misma línea, Zurita explicó que “si bien son contextos políticos y socioculturales diversos, hay un escenario muy positivo para la institucionalidad cultural; por eso seguimos apostando a la integración regional en material cultural”.


*La revista *Claves en Diagonal" participó en la Ronda de Negocios, los tres días consecutivos. Las entrevistas realizadas con representantes del mundo editorial de la ciudad y de algunos pueblos de la provincia de Buenos Aires,  ha sido valiosa y enriquecedora. 

viernes, 28 de septiembre de 2012

Cumpleaños




Hoy 28 cumple años:

 Gladis Mazzante De Fittipaldi

¡Felicidades!

jueves, 27 de septiembre de 2012

Inundaciones en la provincia de Buenos Aires

Estampas varias

Así, poco a poco, vamos llegando a final de esta publicación. Como ya no hay tiempo para contar más anécdotas –solo quedan dos notas -escribo  algunos recuerdos que surgen espontáneamente. Recuerdo la noche –dantesca-  en que, para completar las penurias, se cortó la luz y hubo que repartir velas entre las numerosas familias que estaban evacuadas y sumamente angustiadas por la oscuridad, especialmente los niños; los problemas para conseguir fuego (no había red de gas en esa época) para proporcionarle algo caliente a la cantidad de gente allí refugiada; la desaparición de las autoridades municipales durante el momento de mayor riesgo y los gritos destemplados, (cuando aparecieron) de un funcionario de menor rango porque la gente expresaba su preocupación por la seguridad del edificio y los supuestos  riesgos que corrían. Así se podría seguir con una larga lista, pero podría decir, sin temor a equivocarme, que no hay nada que irrite más a la gente que cuando las autoridades aparecen cuando ya ha pasado el peligro o cuando se enteran que  sobrevuelan la zona y los miran, desde la confortabilidad del helicóptero, como a bichos raros.

LAS SECAS Y LAS INUNDACIONES EN LA PROVINCIA BUENOS AIRES - Florentino Ameghino       
    
*En estas medidas generales tendientes a evitar las sequías y las inundaciones, no podrían pasarse por alto los ríos y riachuelos, los cuales en estos últimos dos siglos han sufrido también modificaciones profundas en su curso y en el régimen de sus aguas, modificaciones desfavorables que han hecho que las inundaciones sean más rápidas y más fuertes y los períodos de sequía más prolongados.

 Los ríos tenían en otros tiempos un caudal de agua si no más considerable por lo menos no tan variable. Los cauces no eran tan profundos como ahora, numerosos vegetales acuáticos impedían que las aguas corrieran con demasiada rapidez y el caudal de agua disminuía poco en el verano.

Esas condiciones que, por cierto, ahora también serían desfavorables, han sufrido un cambio completo que sólo ha podido ser favorable durante un espacio de tiempo relativamente corto y transitorio. Las aguas no se extienden ahora tanto en superficie, ocupan espacios más reducidos y cauces más profundos que conducen un enorme caudal de agua en las épocas de lluvia y muy poca en los períodos de sequía. Y esas nuevas condiciones igualmente desfavorables también se acentúan cada vez más. Las inundaciones aumentan, pero el agua que queda en el terreno, fertilizándolo, disminuye.

Los ríos poseen un caudal de agua cada vez más variable, prolongándose cada vez más los períodos de disminución en el volumen de agua que conducen al océano. Tan pronto como pasan unos cuantos meses sin que llueva, la mayor parte de los ríos se reducen a mezquinos hilos de agua y los arroyos y riachuelos se secan. Muchas cañadas, cañadones y pequeños arroyitos que hace dos siglos tenían agua permanente y alimentaban a numerosos peces, ahora está secos durante todo el año. El peligro aumenta; y si pronto no se le pone remedio ya se conocerán sus desastrosos efectos en los primeros períodos de sequía que por desgracia sobrevengan.

La causa de esta modificación en el curso de los ríos y en el régimen de sus aguas debe buscarse igualmente en la destrucción de los pajonales y en su consecuencia más inmediata: el rellenamiento y desecación de las lagunas. Antes que se efectuara este cambio en la superficie del suelo de la Pampa, el agua que caía en las épocas de grandes lluvias iba en gran parte a llenar las lagunas y el resto quedaba estancado en la superficie del suelo corriendo con lentitud a los cauces de los ríos, de modo que no podían producirse entonces esos grandes desbordes que ahora sobrevienen después de cada lluvia. Entonces podían pasar varios meses sin que disminuyera notablemente el caudal de agua de los ríos, pues bastaban para alimentarlo las vertientes subterráneas producidas por la infiltración del agua de las lagunas y de la que quedaba estancada en la superficie del suelo que empapaba de tal modo el subsuelo que perforando el suelo se encontraba el agua a poca profundidad en cualquier parte.

 Con la destrucción de los pajonales las aguas pluviales empezaron a abandonar la superficie del suelo con mayor prontitud corriendo al cauce de los ríos, que siendo pequeños para recibir un volumen tan grande de agua empezaron a profundizarse y ensancharse bajo la acción de la fuerza erosiva de ésta. Luego, cuando empezó el rellenamiento y la desecación de las lagunas, estas nuevas condiciones se acentuaron más. El agua, que ya no podía almacenarse en ellas en grandes cantidades, buscó salida a los ríos cavando torrenteras y zanjones en la superficie del suelo para correr a ellos con mayor rapidez aumentando así las proporciones de los desbordes e inundaciones.

La mayor parte de estos zanjones profundos y secos durante todo el año (menos en los días que siguen a fuertes lluvias) que de los terrenos elevados se dirigen a los cauces de los ríos conduciendo a ellos las aguas pluviales que caen en los campos vecinos, son de origen reciente; y hasta algunos arroyitos de consideración y de varios kilómetros de largo datan apenas de un siglo. Basta recorrer las cercanías de los ríos y pedir informes a los ancianos del lugar para oír a cada instante confesiones como estas: --Sí, señor, este zanjón no existía el año tal.  --Ese otro se ha formado a partir de tal año --Aquél, hace veinte años no llegaba más que hasta allí. --El brazo de este arroyo se ha formado después de la creciente del año tal, etc. Y los gauchos se han apercibido también de este fenómeno; no hay uno solo de ellos que no sepa que los arroyos ensanchan su cauce y prolongan su curso por efecto de la crecientes producidas por las lluvias, a menudo torrenciales de la primavera y el otoño.

Y esto puede comprobarlo con poco trabajo quien lo desee. Cualquiera persona observadora puede visitar uno de esos zanjones que toman origen en el campo y se dirigen a los ríos y verá que empiezan en la llanura vecina por una especie de salto o cascada formada por las aguas pluviales que desde la llanura se dirigen al zanjón.

Hágase una señal que indique el punto en que se encuentra el salto que da origen a la torrentera, vuélvase a observarlo después de una lluvia torrencial e infaliblemente se verá que ha avanzado más hacia el interior, muchas veces varios metros, a causa de la erosión producida por las aguas de una sola lluvia. Háganse igualmente señales en las barrancas de los ríos y de los arroyos o fíjese la atención en las particularidades de éstas, y examinándolas después de una fuerte creciente se llegará al convencimiento de que los ríos ensanchan su cauce y los zanjones que a ellos conducen las aguas de los campos vecinos avanzan anualmente hacia el interior, con una rapidez tal, que dicho proceso, con tal actividad, no puede remontar a una época muy lejana. Y esa erosión continua de las aguas en las márgenes de los ríos y en la proximidad de las torrenteras va esterilizando vastas zonas de terreno cuya tierra vegetal lava por completo.

 Estas nuevas condiciones de la Pampa son las que hacen que en una parte considerable de la provincia las aguas pluviales se precipiten con asombrosa rapidez a los terrenos bajos, a los zanjones y a las cauces de los ríos produciendo los desbordes y las inundaciones, que serán cada vez más frecuentes, rápidas y de mayor proporciones a medida que los ríos prolongan hacia el interior ese sin fin de torrenteras y zanjones destinados a recoger y conducir a los cauces principales las aguas que caen en la llanura sin darles siquiera tiempo de humedecer el subsuelo. Si las aguas pluviales en vez de precipitarse rápidamente a los ríos, se detuvieran en el terreno desaguándose con lentitud, no se producirían esas grandes inundaciones, ni se ensancharían continuamente los cauces de los ríos, ni se formarían en las inmediaciones nuevos zanjones, ni se prolongarían hacia el interior los existentes, etc.

 Y para impedir el ensanchamiento de los cauces de los ríos, la prolongación de las torrenteras y zanjones y el esterilizamiento de los campos, es necesario hacer lo que ya he repetido tal vez por demás: impedir que las aguas pluviales se precipiten a los bajos y los cauces de los ríos, deteniéndolas en el terreno para que en parte se infiltren en él y el resto corra con lentitud a los ríos. Y a conseguir esos resultados tiende el proyecto de los estanques artificiales en los terrenos elevados, de las lagunas o depósitos laterales a los ríos y a los arroyos, y en éstos la construcción de represas que detengan las aguas.

Pero estos trabajos deberían ser complementados con otros en las márgenes de los ríos y arroyos para impedir la erosión de las aguas en las barrancas y el ensanchamiento de los cauces. Estos serían de muy fácil ejecución, pues para obtener esos resultados bastaría la plantación de sauzales a lo largo de las riberas de los ríos y arroyos. Los resultados de estas plantaciones están a la vista en los partidos de las cercanías de Buenos Aires; en todos partes donde en las márgenes de los ríos existen plantaciones de sauzales, el terreno superficial cubierto de hierbas y en su interior lleno de raíces entrelazadas forma una capa resistente que nunca atacan ni la erosión de las aguas pluviales ni las crecientes. Allí nunca se ve a descubierto un espacio de terreno rojo.

Tan pronto como se sale de los sauzales, las riberas y las barrancas se presentan desnudas, mostrándose al terreno rojo en la superficie del suelo a menudo hasta a distancias considerables de las orillas de los cauces.

 En los pueblos cercanos a la ciudad en los cuales una parte de los campos están destinados a la agricultura, ha aparecido en estos últimos años un nuevo agente que favorece la denudación del suelo y el transporte en grande escala del humus a los cauces de los ríos; es la reja del arado. Esto constituye un poderoso elemento de la denudación y la esterilización del suelo que progresa en la misma proporción que avanza la agricultura; y es preciso que las autoridades y los propietarios se preocupen en poner un límite a esta nueva causa de esterilizamiento que no está más que en su principio, pero que si se deja continuar puede producir incalculables males.

La mayor parte de quienes en los pueblos cercanos a la ciudad se dedican al cultivo en grande escala son arrendatarios que tienen los campos por un limitado número de años; lo que procuran es obtener de ellos el mayor provecho posible, sin que nada se les importe que dichos campos queden después arruinados. Así se ve en los campos explotados para la agricultura, que se extienden a lo largo de las márgenes de los ríos y arroyos, que el terreno ha sido arado hasta el borde mismo de los cauces. Una vez removido ese terreno, es natural que se deja penetrar con facilidad por el agua, a la que ya no puede oponerle una eficaz resistencia, de manera que los grandes aguaceros arrastran a los cauces de los ríos asombrosas cantidades de tierra vegetal en detrimento de la fertilidad del suelo. Y ni siquiera se han contentado con eso: en los arroyitos de pequeña consideración han atravesado el arado por el cauce mismo de ellos, cruzándolos sucesivamente de una a otra orilla ¿Y sabéis con que resultado?

Últimamente fui a visitar algunos arroyos que había explorado seis años ha en busca de fósiles y los había visto entonces corriendo por caudales anchos y profundos, cuyo fondo y barrancas laterales eran de tosca y terreno rojo sólido y podían cruzarse a pie enjuto en cualquier parte. Ahora tuve que buscarlos entre los maizales; y a los que antes eran cauces profundos y de terreno sólido los encontré convertidos en pantanos insalubres, rellenados con uno o dos metros de lodo fétido, que al removerlo despide miasmas pestilentes. Ese lodo es el humus arrancado por las aguas de los campos vecinos en cantidad tan grandísima que ellas no tuvieron suficiente fuerza para transportarlo a los cauces de los ríos en donde desaguaban los arroyos mencionado.

 Si los agricultores sacaran de esto algún provecho, podría en parte disculpárseles; pero no es así. En la parte de la superficie de  los cauces que no ha sido invadida por los lodazales, las semillas no han brotado; y fuera de los cauces, a lo largo de éstos, en una franja de terreno que tiene a menudo cien metros de ancho, las plantas de maíz se habían perdido en su mayor parte y las pocas que quedaban eran raquíticas y sin fruto. Ese ha sido el resultado de llevar la reja del arado no tan sólo hasta el borde de los cauces, sino hasta dentro de ellos cruzándolos de una a otra orilla.

 Es de suponer que en la mayor parte de los casos ello sólo sea efecto de la ignorancia; pero sea como se fuere, la agricultura avanza y con ella el mal, de manera que ya es tiempo de que los propietarios y las autoridades intervengan para obligar a los agricultores a que dejen a lo largo de los cauces una franja de terreno de varios metros de ancho sin cruzarla por el arado, la cual se llenaría con plantaciones de sauces u otros árboles que a su vez impidieran no tan sólo la denudación de los terrenos removidos por el arado sino también el derrumbamiento de las barrancas y el ensanchamiento de los cauces.

* Falta publicar dos notas, una  para terminar con el documento de Ameghino y otra  donde se procurará sacar conclusiones sobre la experiencia vivida. En breve.
GSF



martes, 25 de septiembre de 2012

Cumpleaños


Hoy 25, cumple años

 Irene Trueba de Fittipaldi

¡Felicidades!

lunes, 24 de septiembre de 2012

Cumpleaños


Cumplieron años
El 21: Sergio Pais

el 22:  Sergio Contreras
    Joana Garcia

el 23: Chuchi Petit
     Antonella Fittipaldi
     Adolfo Pizzi

¡Felicitaciones!

Actividades de Plataforma 2012

Actividades de Plataforma 2012

 
Invitamos a concurrir al 5º Encuentro-Debate de Plataforma 2012

 “Las luchas sociales y territoriales en el país”


Panelistas Invitados:

- Lucia Avila y Marcela Crabbe, Representantes de Asambleas contra la megaminería de La Rioja Capital, Famatina y Chilecito.
- Diosnel Pérez, Movimientos urbanos, Frente Popular Darío Santillán.
- Juan Carlos Alderete, Coordinador nacional de Desocupados CCC.
- Gustavo Giménez, Movimientos urbanos, Movimiento Sin Trabajo Teresa Vive.
 
Coordinación: Enrique Viale (miembro de Plataforma 2012).
 
Jueves 27 de septiembre, 19 horas
 
Centro Cultural San Martín, Sala C
Sarmiento 1551, Ciudad de Buenos Aires
 

Plataforma 2012

jueves, 20 de septiembre de 2012

Cumpleaños

Cumplieron años


El 17: Guadalupe Hirtz

el 19: Juana Inés Nuñez
     Mariano Pérez
     Pedro Pablo Petit
    Agustin Ezequiel Gallardo

¡Felicidades!

Las inundaciones y sequías en la Provincia de Buenos Aires

Estampa N°2
No podría precisar exactamente la hora. Nos encontrábamos –como ya les conté- detrás de la puerta de entrada de la Escuela de Enseñanza Media N° 1 “Armada Argentina”, cuyos vidrios nos permitían observar como ascendía el agua, sin prisa, pero también sin pausa, escalón tras escalón. También mirábamos, asombrados, la velocidad que había alcanzado el agua.  Para los que no lo vieron, recuerden con la fuerza que corre el arroyo por su cauce, cuando hay creciente. Acá corría igual, con la diferencia que lo hacía por la Avenida San Martín, en su loca carrera hacia la plaza y más allá todavía, según nos contaban quienes se animaban a salir.

De pronto, empezó a oirse un murmullo entre los que estaban afuera que  empezaron  a estirar la cabeza para tratar de ver e individualizar que era lo que se acercaba. Ya a esa altura de los acontecimientos, nada nos hubiera asombrado -ni la aparición de un dragón sacando fuego por la boca- dado las cosas insólitas que nos había tocado vivir y los rumores escuchados, que se transmitían de boca en boca.
Salimos y vimos venir, a la altura del Viejo Correo, una máquina excavadora, a paso de hombre y en la pala situada un poco más que a ras del agua, trasladaban a una familia. Encorvados e inmóviles para no caerse, buscaban refugio en la Escuela, huyendo de la inundación.
Cuando se acercaron vimos, que delante de la máquina, venían alrededor de diez hombres, con el agua al cuello, que  luchaban contra la corriente y con grandes dificultades, procuraban ponerse a salvo.
Así pasamos esa noche, con la angustia que siente un inundado que no sabe ni cómo llegó a esa situación ni cómo va a terminar su infortunio y que es lo que va a encontrar, si algún día regresa a su casa.
Continuamos con la publicación del informe de Ameghino:

LAS SECAS Y LAS INUNDACIONES EN LA PROVINCIA BUENOS AIRES - Florentino Ameghino        

En otro puntos del territorio bonaerense, como, por ejemplo, los bajos donde se pierden hasta ahora los arroyos sin desagüe o esas hoyas aisladas de la Pampa que no tienen salida hacia ningún río o arroyo, deberían aprovecharse los accidentes naturales del terreno para formar en ellos grandes depósitos de agua con canales de desagüe y compuertas que sólo se abrirían en caso de peligro de desbordes o inundaciones por causa de excesiva abundancia de agua.

 En los demás puntos de la Provincia, allí donde no hay lagunas y las corrientes de agua son escasas, deberían formarse lagunas artificiales que recogieran el sobrante de las aguas pluviales de los terrenos circunvecinos. Esos estanques deberían tener una profundidad igual a aquella a que durante el estío se encuentra el agua en los mismos puntos, para que no se secaran en ninguna estación.

 Esos estanques artificiales, cavados en el terreno pampeano, que es en sumo grado permeable, gozarían de propiedades absorbentes, de manera que, aunque por efecto de fuertes lluvias se llenaran completamente de agua, no permanecerían llenos por largo tiempo; la infiltración a través de las barrancas laterales harían desaparecer en breve tiempo, conservando agua tan sólo en el fondo, siempre que la profundidad de los estanques alcanzara hasta las napas de agua subterráneas más superficiales, y los hacendados tendrían así en sus campos aguadas permanentes durante todo el año, aun durante las épocas de mayor sequía.
Constituirían algo así como una especie de grandes pozos semiabsorbentes, cuya ejecución no sería difícil ni de muy elevado costo y sus buenos resultados serían indiscutibles.

 En las terrenos elevados, llanos y de poco declive, alejados de los cauces de los ríos y riachuelos, existen extensas zonas de terreno en las cuales quedan estancadas las aguas pluviales que no pudiendo infiltrarse en el terreno a causa de la impermeabilidad de las capas arcillosas o margosas que forman la superficie del suelo, se extienden sobre vastas superficies inutilizando completamente esos terrenos y despidiendo a causa de la descomposición de las materias orgánicas que a ellas van a parar, emanaciones deletéreas tan perjudiciales a la salud como las que se levantan de los bañados y lagunas laterales a los cauces de los ríos y los arroyos. Es indudable que esos campos podrían ser desecados con facilidad abriendo canales de desagüe que condujeran las aguas a los ríos y arroyos, que muchas veces se encuentran a leguas de distancia. Pero si así lo hicieran, también es claro que esa agua corriendo a los ríos y por ellos al océano, se perdería sin provecho alguno para el terreno, iría a aumentar los desbordes de los ríos y las inundaciones en los puntos bajos que no necesitan agua y expondría la superficie del antiguo bañado, lo mismo que todos los terrenos adyacentes por donde cruzara el canal, a un proceso de denudación que iríase llevando poco a poco el terreno vegetal. La falta de agua haríase sentir todos los veranos y en el primer período de sequía todo el terreno que ocupara el antiguo bañado, como también los campos vecinos, no tendrían una gota de agua y el suelo quemado y desnudo sólo presentaría a la vista una espesa capa de polvo.

 Si en vez de dar salida a las aguas estancadas, ellas se resumieran hacia el centro del bañado en un estanque artificial, se conseguiría del mismo modo el objeto principal, que es desaguar el terreno para poder aprovecharlo, y eso no tan sólo sin necesidad de dirigir el agua a los ríos y por ellos al océano, sino que permanecerían en el terreno contribuyendo a su mayor fertilidad.

Supongamos un propietario que tenga unos dos kilómetros cuadrados de campo, situados a ocho kilómetros del curso de agua más próximo, y que de estos dos kilómetros la mitad fueran terrenos anegadizos o bañados por falta de declive y por recibir el agua de los terrenos más elevados circunvecinos. Si se propusiera desecar el bañado dando desagüe a las aguas estancadas hacia los terrenos más bajos cercanos, es seguro que ninguno de los propietarios limítrofes querría recibir ese exceso de agua que arruinaría sus campos. Luego, para desecar ese kilómetro de bañados y poder aprovecharlo no le quedaría más recurso que construir, de acuerdo con los propietarios vecinos, un canal de 8.000 metros de largo, unos dos metros del ancho por lo menos y dos de profundidad, término medio, que condujera las aguas hasta el río más próximo y la capacidad de ese canal no sería de ninguna manera exagerada, pues bastaría una lluvia algo regular para que las aguas de los campos vecinos lo llenaran en poco tiempo haciéndolo desbordar e inundar los campos más bajos que atravesara. Es decir, que tendrían que removerse unos 32.000 metros cúbicos de tierra, lo que costaría la friolera de unos tres mil pesos nacionales, cuando menos.

 Cuando el propietario hubiese hecho ejecutar ese trabajo, su campo ya no sería un bañado, pero tampoco pararía en él, ni en los demás que atravesara el canal ni una sola gota de agua. Esos campos quedarían expuestos durante el verano a todos los efectos desastrosos de las sequías y la falta de agua y en las épocas lluviosas estarían continuamente bajo un activo proceso de denudación que llevándose poco a poco la tierra vegetal los esterilizaría en un transcurso de pocos años.

Ahora bien: la tierra removida para la construcción de ese canal de desagüe, representaría la capacidad de un estanque de 80 metros de largo, por 80 de ancho y 5 de profundidad, cuya construcción no costaría más que la del canal y que podría contener allí, sin necesidad de despedirla al río, 32.000 metros cúbicos de agua que extendidos sobre terrenos sin declive e impermeables son cuantos sobran para inutilizar, convirtiéndolo en bañado, un kilómetro de campo. Pero aun suponiendo que los campos vecinos estuvieran cubiertos por una cantidad de agua cuatro veces mayor, ella entraría toda en el estanque, que se convertiría en una especie de gran pozo absorbente, dentro del cual el agua desaparecería rápidamente, conservándose sólo en su parte más profunda al nivel de las vertientes. Los propietarios aprovecharían así los bañados sin necesidad de esterilizar el terreno conduciendo el agua a los ríos; conservaríanla en los campos en lagunas artificiales de agua permanente cuyos benéficos resultados sobre el clima y el terreno ya tengo indicado, además de otros beneficios que sólo los hacendados saben apreciar.

Para que las lagunas laterales a los ríos y arroyos y las lagunas artificiales, lejos de las corrientes de agua, dieran el resultado buscado, que sería modificar las condiciones físicas y climatológicas de la llanura, deberían extenderse a todo el territorio de la Provincia, multiplicando por millares las lagunas artificiales sobre toda la parte de la llanura que carece de lagunas y de preferencia en todos los terrenos elevados y de poco declive donde se encontraran aguas estancadas.

En todos los parajes donde hay bañados o pantanos de consideración, en vez de darles desagüe desecando por completo el área que ocupan, debería tratarse de reducir su superficie aumentando la profundidad; es decir, haciendo lagunas o estanques artificiales.

 *Es sabido que las lagunas actuales tienden evidentemente a secarse y desaparecer con una prontitud de la que sólo puede darse cuenta quien las haya observado de cerca durante un cierto número de años. Lagunas de un espacio reducido y poco profundo ahora, eran hace un siglo cuatro veces más extendidas y más profundas. Otras que entonces eran pequeñas pero profundas, son hoy vastos pantanos. Lagunas de agua permanente en las que hace sólo veinte años entraban a nado los caballos, hoy han desaparecido por completo.
Esta desecación de las lagunas es el resultado de causas complejas cuya explicación resultaría sobrado extensa, pero entre las cuales puedo mencionar como desempeñando un papel preponderante, la denudación que las aguas pluviales ejercen sobre los terrenos adyacentes, el desmoronamiento de las barrancas producido por las olas que atacan su base, la tierra que allí transportan las tormentas de polvo y el continuo pisoteo de las haciendas que van allí a saciar su sed.

La denudación de las aguas pluviales sobre los terrenos circunvecinos, cuya superficie lavan transportando la tierra al fondo de las lagunas, es una de las causas más activas de su rellenamiento; es de un carácter general, pues produce los mismos efectos en todas las otras partes del mundo donde hay lagunas, y se ha hecho sentir en los tiempos geológicos rellenando las antiguas lagunas con estratos sucesivos de arena, arcilla y cascajo. Sin embargo, sus efectos son más o menos lentos en todas partes, mientras que tal denudación se efectúa en la provincia Buenos Aires con tanta actividad que rellena las lagunas a nuestra vista y nos permite afirmar que si no se contrarrestan de algún modo sus efectos, dentro de un siglo habrán desaparecido la mayor parte de las lagunas sin desagüe.

Ahora bien: este proceso de rellenamiento de las lagunas no se ha efectuado siempre con la misma rápidez que en la época actual. Para convencerse de ello basta dirigir una ojeada a las capas que han rellenado algunas de las lagunas que existían en otros tiempos y habían desaparecido ya en tiempo de la conquista, capas que en distintos puntos ponen a menudo a descubierto la erosión de las aguas, y se verá que las antiguas lagunas están rellenadas con capas sucesivas de limo y arena fina que alternan con espesos mantos de conchillas de agua dulce (Ampullaria, Paludestrina, etc.) que vivieron en el fondo de los antiguos lagos y se han ido acumulando en tan inmensa cantidad que nos demuestran palpablemente que son los despojos de un sin fin de generaciones, lo que a su vez prueba que el rellenamiento de esas lagunas se efectuó con suma lentitud.

Si el proceso de rellenamiento se hubiese verificado con tanta rapidez como en la actualidad no se habrían formado esos bancos de conchillla casi pura; apenas se encontrarían ejemplares aislados en la masa de arena y arcilla que cegó esos antiguos depósitos de agua.

Por otra parte: la mayor parte de las lagunas serían de formación muy reciente, posterior a la conquista, lo que por absurdo no es ni discutible; o la rapidez del proceso de rellenamiento se ha acelerado en nuestra época, pues si admitiéramos que se ha efectuado con igual prontitud, desde hace siglos ya habría concluido, como está concluyendo a nuestra vista con las lagunas de la Pampa. Luego el proceso de rellenamiento de las lagunas por la denudación de las aguas pluviales se ha acelerado en nuestra época en detrimento del porvenir de estas regiones.

 ¿Cuál es la causa que ha acelerado el proceso de denudación de las aguas pluviales sobre la superficie de los terrenos adyacentes a las lagunas? La misma que según he dicho en otra parte, ha expuesto a una fuerte denudación vastas zonas de la Pampa: la destrucción de los pajonales que rodeaban esas lagunas y anulaban la fuerza denudadora del agua sobre la superficie del suelo. He ahí la principal y verdadera causa que en nuestra época ha acelerado el rellenamiento de las lagunas.

Sus efectos se hacen sentir especialmente sobre aquellas lagunas que ocupando el fondo de depresiones considerables, carecen de barrancas, las cuales están reemplazadas por playas de pendiente suave. Las aguas que de todos los puntos de la hoya se precipitan a la laguna arrastran (particularmente durante las lluvias torrenciales que suceden a menudo a los períodos de fuertes sequías) grandes cantidades de barro que se deposita en el fondo, de manera que ésta que disminuye progresivamente de profundidad y perímetro hasta que acaba por desaparecer.

En otras lagunas, situadas en terrenos elevados, alimentadas sobre todo por vertientes subterráneas, que reciben poco caudal de agua de los campos vecinos y están limitadas por altas barrancas, éstas son continuamente atacadas por las olas que las minan por su base, haciéndolas derrumbar en grandes trozos que caen al agua, que los desmenuza arrastrando sus materiales al fondo, el cual de este modo se levanta poco a poco. Tales lagunas aumentan en perímetro pero disminuyen en profundidad, de manera que también en este caso el resultado final e inevitable de ese continuo proceso de derrumbamientos sucesivos, es la desaparición de la laguna, la cual queda rellenada por los materiales que se acumulan en su fondo.
En otras lagunas, el proceso de rellenamiento se verifica con mayor rapidez aún, porque se produce a la vez por el derrumbamiento de las barrancas y por los materiales de la denudación de las aguas pluviales sobre los terrenos adyacentes.

La tercera causa que concurre a producir la desaparición de las lagunas: las tormentas de polvo, sólo hace sentir sus efectos durante las épocas de sequía. Los vientos levantan entonces de la superficie de los campos nubes de polvo a las cuales transportan a distancias considerables, pero que a menudo también son arrastradas casi a ras de suelo, de manera que cuando pasan por encima de algún zanjón caen en él arrasándolo a veces por completo. En años de gran sequía he visto el lecho de arroyos de consideración, que de costumbre tienen agua permanente, cegados en largos trechos por las tormentas de polvo. Cuando esos torbellinos de polvo empujados por al viento corren casi sobre la superficie del suelo desnudo y pasan por sobre una laguna, la tierra, al rozar con la superficie del agua, se humedece substrayéndose a la acción del viento y poco a poco se precipita en el fondo de la laguna. Y cuando esos torbellinos se prolongan durante semanas enteras y siempre en una misma dirección, se comprende sin esfuerzo que puedan arrojar a las lagunas sorprendentes cantidades de polvo.

Puede presentarnos de ello un ejemplo elocuente: La Turbia, laguna de agua cenagosa que se encuentra a unas cuatro leguas de Mercedes. Cincuenta y tantos años atrás, sus aguas límpidas y cristalinas ocupaban un espacio cuatro veces mayor que el actual y alimentaban numerosos peces. Durante el período de la gran sequía del año 1830, se secó completamente y su fondo fue en parte cegado por las polvaredas. Más tarde, cuando se restablecieron las condiciones meteorológicas normales, la hondonada que tomó el nombre de La Turbia fue nuevamente ocupada por las aguas, pero estas permanecieron cenagosas, ocupando un espacio pequeño y de poca profundidad en proporción al que tenía la antigua laguna. Su perímetro disminuye de año en año desde entonces, hasta que acabe por desaparecer quizá dentro de poco, como ha sucedido con muchas otras aún más considerables de las que ni vestigios aparentes han quedado en la superficie del suelo.

Este proceso de rellenamiento de las lagunas por medio de las tormentas de polvo debe ser también de nuestra época o por lo menos durante ella ha asumido proporciones colosales que lo caracterizan en las estaciones de sequía, debido igualmente a la destrucción de los pajonales y a la substitución de los pastos duros por los pastos blandos que se secan con facilidad bajo la acción de los rayos solares, convirtiéndose en polvo y dejando el suelo completamente limpio, mientras que la antigua vegetación más dura y resistente, probablemente no dejaba nunca los campos completamente desnudos y los vientos no podían entonces levantar esas nubes de polvo que levantan en nuestra época durante las estaciones de sequía.

La última causa que activa la desaparición de las lagunas, es, por fin, el pisoteo de los ganados, que se agrava de día en día con el aumento de las haciendas. Ese sistema de dejar libre el acceso a las lagunas en todo su perímetro es de pésimos resultado. Los animales penetran en ellas por donde se les ocurre, destruyen las barrancas, acelerando su derrumbamiento; pisotean las playas convirtiendo en pantanos el limo rojo que remueven y es luego arrastrado al fondo de las lagunas, se internan en el agua recorriendo las lagunas en todas direcciones y agitándola, acelerando así la evaporación, remueven el barro depositado en su fondo, todo lo cual concluye por corromper el agua y formar pantanos insalubres y completamente inútiles hasta para abrevar las haciendas.

Esta causa obra de un modo tan activo, que Burmeister no trepida en atribuir solo a ella el desecamiento de las lagunas, lo que indudablemente es exagerado, pues como lo acabo de demostrar, sólo es una causa concurrente. Pero ella, unida a las que he mencionado, aceleran rápidamente la desaparición de las lagunas, de manera que existiendo en la llanura menos agua, las sequías serán más fuertes y prolongadas. Por otra parte, las lagunas constituían y constituyen todavía grandes receptáculos en donde se almacenaba y se almacena una parte considerable de las aguas pluviales; desapareciendo éstas, esa cantidad de agua que se reunía en ellas, tiene que extenderse sobre la llanura, corriendo hacia los puntos más bajos hasta desaguar en los ríos más inmediatos, aumentando el caudal de agua de estos y los desbordes e inundaciones que ocasionan en las épocas de grandes lluvias.

El mal se agrava de día en día; y si se piensa que este fenómeno de rellenamiento y desecación se halla en pleno proceso de actividad en todas las lagunas de la Pampa, no se puede por menos que hacer tristes reflexiones sobre el porvenir de la llanura argentina el día en que hubieran desaparecido los estanques naturales de que está sembrada una buena parte de su superficie. Felizmente, debemos suponer que la inteligencia, la actividad y la constancia de sus hijos sabrá encontrar los medios de conjurar este peligro del futuro, convirtiéndola en una tierra de promisión.

Las lagunas artificiales que se hicieran en la pampa bonaerense se verían inmediatamente expuestas a las mismas causas, efectos y resultados que las naturales actuales; y como éstas estarían destinadas a desaparecer en un futuro no muy lejano.

Es necesario, pues, buscar el medio de contrarrestar ese proceso de rellenamiento no tan sólo sobre los estanques artificiales a crearse, sino también sobre todas las lagunas actuales, pues ya se hace de urgentísima necesidad impedir que continúe su rellenamiento y desecación. Pero ello sólo podrá obtenerse combinándose los trabajos mencionados con la plantación de arboledas en grande escala, que impidan la denudación del terreno y el desmoronamiento de las barrancas, y cuya benéfica influencia sobre la vegetación y sobre el clima es innegable.

Debería empezarse por limpiar el fondo de las lagunas actuales para sacar todo el lodo que en ellas se ha depositado y devolvérselo al terreno circunvecino desparramándolo sobre el suelo, cuyo mejor abono constituiría, y luego, tanto estas como las que se hicieran artificiales, deberían ser rodeadas de arboledas hasta una cierta distancia de la orilla; éstas impedirían el desmoronamiento de las barrancas y contrarrestarían la fuerza denudadora de las aguas sobre los campos adyacentes. Para abrevar las haciendas deberían dejarse entradas que dieran acceso a las lagunas por medio de un plano inclinado de pendiente suave, cortado en la barranca, de modo que los animales no pudiesen echar a perder las riberas y sólo pudieran internase en las lagunas lo suficiente para que pudieran beber.

. *Queda, todavía, material para dos publicaciones más. Seguramente serán pocos los que  han leído el informe completo, pero aunque sea a través de una lectura parcial, es bueno que tengan una visión global del problema, principalmente,  aquellas personas que tengan aspiraciones de conducir los destinos del pueblo. Un dirigente tiene la obligación de conocer, desde sus orígenes, el tema de las inundaciones y sequías que, periódicamente,  padece la zona e involucrarse con el problema. No, como sucede con demasiada frecuencia, que se recurre a medidas extremas en el momento de la inundación y después, solo saben sobrevolar el lugar en helicóptero para, desde allí, observar como la gente sufre en su lucha contra el agua
Hasta la próxima
GSF

* Foto tomada en Azul el 25 de agosto de 2012
"Hoy en Azul, como hace 32 años en Tapalqué. Un verdadero hallazgo encontrado en la Red.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Despedida a Nelson Balquinta - Bombero Voluntario

(Extraido de Facebook - Ch. Vera)

Nuestro respetuoso recuerdo
GSF

Cumpleaños



Cumplieron años:

El 14: Maria José Pizzi
     Joel Canosa

¡Felicidades!