No es la guitarra lo que alegra
o ahuyenta el miedo en la medianoche.
No es su bordón redondo y manso
como el ojo de un buey.
No es la mano que roza o se aferra a las cuerdas
buscando los sonidos,
sino la voz humana cuando canta
y propaga los ensueños del hombre.
Heberto Padilla
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