jueves, 6 de enero de 2022

Esperando los Reyes Magos

  Mi abuelo y los Reyes Magos

                                                                                                                                   ( Romance basado en la historia de su infancia 

                       que contó el Padre Rafita, 

durante la misa de la víspera de Reyes

                                                  del año pasado, en Tafí del Valle)

 

de Federico García Hamilton



Mi abuelo y los Reyes Magos
he titulado esta historia,
y se la voy a contar,
tal como está en mi memoria.


Aunque más que en mi memoria,
la guardo en mi corazón...
Usted dirá, tras leerla,
Si es que tengo - o no- razón.


Ocurrió cuando era chango
en Santiago, campo adentro,
en una "noche de Reyes"
en la casa de mi abuelo.


Había ido con mis padres
en tren a “Quebracho Coto"
(Iba también algún tío
y primos, ¡como dieciocho!)


Allí esperaba el abuelo,
con su sulky “engalanado”,
un peón y un par de burros
y caballos ensillados.


Cada uno en lo que pudo
-y hasta algunos caminando-
cansados, pero felices,
llegamos por fin al campo.


Ahí estaba ya la abuela
(se llamaba Felisarda)
Con el resto de sus hijos
y también de la nietada.


Eramos más de cuarenta,
los primos en la ocasión…
Las chinitas en la casa,
los changos en el galpón.


Solo cuatro o cinco catres
había a disposición...
Recuerdo, nos acostaban,
al través, sobre un colchón.

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Y ese día, previo a Reyes,
el abuelo nos juntó
para contarnos su historia,
a la que mucho adornó.


Nos hablo del Niño Dios,
de la estrella de Belén,
y de aquellos Reyes Magos
que lo iban a conocer.


Por cierto de los camellos,
de cómo los ensillaban,
y nos decía que sin agua,
andaban una semana.


Es que nuestro abuelo Julio,
era así, contando historias,
nos "encantaba” a los nietos,
sin que volara una mosca.


Nos reunia bajo la sombra
fresquita de un algarrobo,
y allí nos entretenía
despertando nuestro asombro.


Y después de un par de horas,
llenas de magia y misterio,
el abuelo a los varones
nos dijo en tono muy serio:


Atención al perro blanco
esta noche -y repetía-,
porque es un caschi alarmista”
y lidera a la jauría


(Era el más chico de todos
bautizado “Merenguacho”
porque el pobre era guaschito
y color “amerengado”)


No vaya que al acercarse
-nos aclaraba el abuelo-
empiecen con sus ladridos
y asusten a los camellos.


Y por las dudas también
atranquen bien el portón,
así no vaya a morderlos
este caschi cimarrón.


“Que por ahí, a causa de él
se asustan los pobres Reyes,
y no dejan los regalos
que están esperando ustedes.


Las chicas habían pedido
muñequitas, todas ellas
(algunas, las pedían rubias
y otras preferían morenas).


Y nosotros los varones,
¡todos pelotas de goma!
Cansados de las de trapo,
y porque estaban de moda.

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Los abuelos tras la cena
nos dieron su bendición…
y "las mujeres a su cuarto...
´los varones al galpón"


Ordenadas tras la puerta
dejamos las alpargatas,
y ¡a soñar con las pelotas
que tendríamos mañana!


Pero siendo tan changuitos
y con tanta excitación,
¡Nos olvidamos del caschi
y de atrancar el portón

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Y al levantarnos temprano
¡¡¡Las muñequitas estaban!!!
Las chicas todas felices
y para nosotros ¡nada!


Nuestro llanto y desconsuelo
despertaron al abuelo,
que al salir gritó ¡Malhaya!
se han olvidado del perro.


Pero al ratito nos dijo:
¿Saben que vamos a hacer?
les seguiremos el rastro,
de paso van a aprender.


“Quizá los Reyes dejaron
sus regalos escondidos
porque llegar al galpón
por los perros, no han podido.


Llevémoslo al Merenguacho,
que es perro bien huelleador...
y ustedess vengan callados,
pero prestando atención.


Y así salimos en fila
observándolo al abuelo
que miraba concentrado
las señales del sendero.


Iba siguiendo una huella
que nos llevó monte adentro,
y el Merenguacho a su lado
con su hocico a ras del suelo..


De vez en cuando paraba
removiendo algo en el pasto,
y muy seguro decía:
"Es de camello, ese rastro"


¡Por supuesto que era cierto,
que duda podía cabernos.
Si todo lo que indicaba,
lo veían los ojos nuestros.


¡Uh, miren esta pisada!"
observen que es diferente
-nos dijo, en algún momento-
¡Anda rengueando el camello!


"Para mí que el Merenguacho
lo ha mordido en el garrón,
al del Negro Baltazar
o quizá al del Melchor".


¡Y era verdad!... la pisada
estaba como torcida
Parecía que mesquinara
una pata dolorida.


(Yo pensaba a todo esto,
¡Qué campeón que era mi abuelo!
Y sentía -sin darme cuenta-
que estaba dentro de un cuento.

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Ya cerca del mediodía
y antes de entrar en un claro,
el abuelo vio una marca
en la rama de algún árbol.


Abajo había bosta fresca,
que no era de caballo
Y entonces dijo seguro:
"Yo creo que acá han descansado"


Lo hizo oler al Merenguacho,
la bosta, con un palito..
Y eée movió la cola
como diciendo "coincido".


"Vayan chicos a ese claro,
que este es el rastro a seguir...
si algo les han dejado,
tal vez esté por aqui"


Y nosotros sin dudar
seguimos su indicación,
y al llegar al claro, todos
nos dimos un sorpresón


Un enorme guayacán,
con una tremenda copa
¡Y como frutos colgando
nuestras pelotas de goma!


¡Qué felices fuimos todos,
esa mañana de enero...
Pero nunca olvidaré
las lágrimas de mi abuelo!
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Esa noche, ya en la casa,
haciendo rueda en el patio,
disfrutabamos del fresco
y el airecito del campo


Y el abuelo nos mostraba,
"Esas son las "Tres Marías"...
¿Ven que hay dos que brillan más
y la tercera titila?


"Es que son los tres camellos
en que van los Reyes Magos,
y el del Negro Baltazar
va rengo y medio a los saltos"


Y eso porque el Merenguacho
anoche lo ha garroneado,
pero no se aflijan, chicos,
que Tata Dios va a curarlo".


Por eso desde esa noche,
ya hace mas de cinccuenta años,
todavía creo que mi abuelo
tenía un poco de Rey Mago.


Y al mirar Las Tres Marías
cuando el cielo está estrellado,
¡Me siento el niño de entonces
con el abuelo a mi lado!

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Hola Gladis :

Me mandaron este pequeño cuento en verso y acordándome de vos, resuelvo enviártelo. Es diáfano y nos recuerda nuestra infancia...

Gracias Sarita Giobbi! ¡Me gustó! La publicaré en Tapalqueneros.

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