lunes, 26 de enero de 2015

Que Dios ilumine al pueblo argentino cuando vaya a las urnas


Se ha cumplido una semana de la muerte del Fiscal Alberto Nisman. Cuando la gran mayoría del pueblo argentino se aprestaba a sentarse frente al televisor para escuchar la acusación del Fiscal contra la presidenta, colaboradores y personajes cercanos a su gobierno- que se consideran a sí mismos, “influyentes”- llegó la noticia de la muerte del Fiscal. A la sorpresa, siguió el estupor y la incredulidad.
Suicidio, suicidio inducido, asesinato fueron las tres hipótesis que se manejaron desde el primer momento. Cada cual se alineó detrás de la consigna que mejor representaba sus pensamientos. Algunos desoyendo el consejo  que no hay que cambiar de caballo en mitad del río, mudaron de una teoría a la otra, mostrando así las bases endebles sobre las que, a menudo, se organizan las conclusiones.
La verdad es, que con las pruebas contradictorias que han ido surgiendo, todo parece indicar que va a ser muy difícil llegar a la verdad. La afirmación  del cerrajero, por ejemplo, quien sostuvo que la puerta de servicio estaba abierta, se contrapone con quien afirma que la puerta estaba cerrada. Pero de pronto estas contradicciones pierden importancia, porque se descubre que había una tercera puerta.
Cambios de posición cuando no han surgido nuevos hechos que la fundamenten; afirmaciones de personas del entorno del fiscal o no, que afirman solicitudes de armas, estados de ánimo y hasta ofrecimientos para guardar las pruebas sin ser amigos, cuando quien podría corroborar sus palabras ya no puede hacerlo, son todas pistas que nos llevan a pensar que  algo muy importante subyace debajo de la “Mise en scéne” que nos presentan y que, por supuesto, la gran mayoría de la ciudadanía no cree o desconfía, aunque no lo manifieste abiertamente.
Por nuestra parte, como lo hemos hecho en múltiples ocasiones, cuando intuíamos que se estaba ocultando la verdad, solicitamos que no nos quieran vender gato por liebre -como se dice popularmente- ni confundir o mentir descaradamente y que cuando se equivoquen  - condición humana a la que nadie escapa- simplemente pidan disculpas y no intenten disimular la torpeza o falta de inteligencia, echándole la culpa a otros.
En cuanto a los que han elegido el suelo argentino como escenario de prácticas terroristas o para desarrollar actividades corruptas e enriquecerse con el dinero del pueblo, sólo pedimos a Dios que ilumine al pueblo cuando vaya a depositar su voto en las urnas, en las próximas elecciones.

La única manera de solucionar en paz, los graves problemas que padece la sociedad argentina es con más democracia, con verdad y justicia.
GSF   

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