Se
ha cumplido una semana de la muerte del Fiscal Alberto Nisman. Cuando la gran
mayoría del pueblo argentino se aprestaba a sentarse frente al televisor para
escuchar la acusación del Fiscal contra la presidenta, colaboradores y
personajes cercanos a su gobierno- que se consideran a sí mismos, “influyentes”-
llegó la noticia de la muerte del Fiscal. A la sorpresa, siguió el estupor y la
incredulidad.
Suicidio,
suicidio inducido, asesinato fueron las tres hipótesis que se manejaron desde
el primer momento. Cada cual se alineó detrás de la consigna que mejor
representaba sus pensamientos. Algunos desoyendo el consejo que no hay que cambiar de caballo en mitad del
río, mudaron de una teoría a la otra, mostrando así las bases endebles sobre
las que, a menudo, se organizan las conclusiones.
La
verdad es, que con las pruebas contradictorias que han ido surgiendo, todo
parece indicar que va a ser muy difícil llegar a la verdad. La afirmación del cerrajero, por ejemplo, quien sostuvo que
la puerta de servicio estaba abierta, se contrapone con quien afirma que la
puerta estaba cerrada. Pero de pronto estas contradicciones pierden importancia,
porque se descubre que había una tercera puerta.
Cambios
de posición cuando no han surgido nuevos hechos que la fundamenten; afirmaciones
de personas del entorno del fiscal o no, que afirman solicitudes de armas,
estados de ánimo y hasta ofrecimientos para guardar las pruebas sin ser amigos,
cuando quien podría corroborar sus palabras ya no puede hacerlo, son todas pistas
que nos llevan a pensar que algo muy importante
subyace debajo de la “Mise en scéne” que nos presentan y que, por supuesto, la
gran mayoría de la ciudadanía no cree o desconfía, aunque no lo manifieste
abiertamente.
Por
nuestra parte, como lo hemos hecho en múltiples ocasiones, cuando intuíamos que
se estaba ocultando la verdad, solicitamos que no nos quieran vender gato por
liebre -como se dice popularmente- ni confundir o mentir descaradamente y que
cuando se equivoquen - condición humana a la que nadie escapa- simplemente
pidan disculpas y no intenten disimular la torpeza o falta de inteligencia, echándole la culpa a otros.
En
cuanto a los que han elegido el suelo argentino como escenario de prácticas terroristas
o para desarrollar actividades corruptas e enriquecerse con el dinero del
pueblo, sólo pedimos a Dios que ilumine al pueblo cuando vaya a depositar su
voto en las urnas, en las próximas elecciones.
La
única manera de solucionar en paz, los graves problemas que padece la sociedad
argentina es con más democracia, con verdad y justicia.
GSF
GSF
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