miércoles, 9 de abril de 2014

Nos duele la Argentina y la falta de idoneidad de algunos funcionarios

Luego de la pausa por las vacaciones, de vuelta al trabajo. Lo primero que es necesario decir es que en el momento actual, a muchos  nos duele la Argentina. La explicación es sencilla: la inseguridad que se vivía diariamente, se ha incrementado en el país, la muerte de numerosos vecinos, provocada por delincuentes, ha sumido a numerosas familias en el dolor, la angustioa, la desesperación. Y como si todo esto fuera poco, los vecinos del lugar donde se producen robos y homicidios, en los últimos días responden con la misma violencia, para golpear y hasta en un caso llegar a la muerte del sospechoso.
A los integrantes de una generación que durante muchos años se ha sentido orgullosa del lugar donde ha nacido -"esa tierra de promisión y de esperanza" que atraía, como un imán, a cantidades de  inmigrantes que venían a buscar trabajo y mejorar su calidad de vida- esta violencia entre los propios argentinos, le duele profundamente. 

Lo que llama la atención es observar como ha cambiado la mentalidad de la población. Por una parte ciudades que se han caracterizado en el transcurso de su historia por su solidaridad con los que llegaban desde otros lugares, le abrían las puertas de sus casas y le brindaban su amistad, han cambiado totalmente su forma de vivir. Si bien en los momentos de tragedia, asoma su tradicional solidaridad, pasan sus días detrás de las rejas que han construido, prisioneros de su propio miedo y le han dejado la calle libre a los delincuentes. ¿Es culpa de ellos? No, es producto de la incompetencia de las autoridades, que se han mostrado incapaces para brindarle una ciudad medianamente segura para vivir.
  Del otro lado se ven jóvenes, en la plenitud de la vida, que antes se dedicaban al estudio o al trabajo, formaban su familia y lograban realizarse con su propio esfuerzo, hoy marginados de la sociedad, atrapados por la droga, dedicados al robo, a la agresión o al crimen. En el medio se encuentra la parte activa de la sociedad que estudia y trabaja expuestos al delito y la violencia. También están los que tienen altos cargos políticos en el Estado, que cuentan con custodia personal o se desplazan en coches con vidrios polarizados o en helicópteros y ni se enteran lo que les  pasa  al resto de los argentinos.
 
Esta situación no nació de la noche a la mañana, se ha ido gestando de la mano de las mafias, de la droga, de la delincuencia, de la impunidad, mientras desde los niveles superiores, se sucedían los mensajes que fomentaban la  división entre los argentinos. Ha sido tan grande el fracaso de los planes de seguridad que se ha llegado a la incongruencia que los partidos de fútbol se juegan con una sola hinchada. Se ha dividido tanto la sociedad que el miedo, la desconfianza y hasta el odio se ha instalado en los distintos sectores y ha producido, entre unos y otros, una grieta, una fractura que aún cuando cambiara el enfoque a aplicar, pasarán largos años para cerrar la brecha.

Evidentemente el enfoque correcto y los medios para construir una sociedad organizada, con derechos pero al mismo tiempo con deberes que debe cumplir, respetuosa de los derechos del otro, no se ha encontrado. Desde los más altos niveles gubernamentales, la política es negar los problemas y hacerle creer al pueblo que la inseguridad es una sensación y que no hay inflación, no hay pobreza, no hay inseguridad, no hay impunidad. No hay tampoco  una palabra de sensatez y de esperanza que oriente a esos jóvenes equivocados para que abandonen el camino de la delicuencia y el crimen, porque hay un país que sufre con su conducta, que está preocupado por ellos y quiere integrarlos al seno de la sociedad.

Se ha despilfarrado el dinero con festivales que no le han dado ningún aporte positivo a la comunidad, todo por mantener un clima de euforia y alegría que no se correspónde con la realidad, No es posible que no se hable de los problemas del país ni se haga referencia a ese mundo ficticio que se cae a pedazos, por poco que se escarbe en su superficie.

También están los que se van al otro extremo. Hay funcionarios de seguridad que se creen el sheriff de las películas del Oeste y quieren implantar justicia a los tiros. Quieren hacernos creer que van a meter presos a todos los delincuentes que andan sueltos. En la Pcia de Bs. As, sin ir más lejos, ha aumentado tanto la delincuencia en todos los niveles de la sociedad que, por más cárceles que construyan, no alcanzaría el espacio físico para albergarlos a todos. Por otra parte ¿para qué ? si es una verdad a voces que como el Estado no se preocupa por reinsertar al preso a la sociedad, cuando abandonan las cárceles salen más delincuente de lo que entraron. 

 ¿Y la educación? la salud? la integración social? ¿la creación de puestos de trabajo? No puede ser que los únicos proyectos que  se escuchan y/o se ven en los distintos estamentos, sean la negación, la delincuencia, la cárcel,  o el linchamiento.

Como Educadora para la Salud, con una profunda formación humanista, estoy convencida que el hombre debe alcanzar su plenitud a través de su comportamiento y esfuerzo. Estas políticas populistas, vengan de donde vinieren, no contribuyen a que el hombre se convierta en el hacedor de su propio destino ni el forjador del rumbo de la sociedad en que vive.
Y los que eligen a las autoridades con su voto deben saber que los problemas que tiene el país son muchos y que hay que elegir gente idónea para que se ocupe de ellos. ¡No se puede elegir a alguien que puede llegar a presidente, solo porque toca la guitarra y porque siempre está sonriente!.  

Es necesario un cambio integral, pero ese cambio no vendrá mientras se viva en una nube negando la realidad o se piense que la solución es más policía, más cárceles, más linchamientos. ¿El gobierno de la Pcia tiene claro que hay que elaborar un plan de educación para integrar a los chicos marginales a la sociedad y capacitarlos para que pueden incorporarse al trabajo, para que no nos sigan matando o los sigan matando a ellos? ¡Así es de dramático! ¿Quién va a elaborar ese plan de integración que el país necesita: ¿abogados, escribanos, economistas o cualquier otro profesional que no esté especializado en educación ni confía en las soluciones educativas?
Mientras tanto hay gente joven que ha estudiado y se ha especializado para desenvolverse con idoneidad -requisito que exige la Constitución Nacional para desempeñarse en cualquier cargo del Estado- pero hasta ahora se busca a los incondicionales, aunque sean improvisados e incapaces. Estos son los resultados. Así nos va.
 GSF 
 


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