Llama la atención como personas que en la vida real son atildadas,
respetuosas, cuidadosas de su lenguaje, cuando acceden a las redes sociales y
más si hablan de política -como por arte de magia- se transforman y sacan de su interior los
términos más soeces o le ponen me gusta o comparten cuando las palabras
fuertes las utilizan otros. Es como si quisieran amedrentar y silenciar a quien
piensa distinto; atacan su libertad de expresión porque quieren sacarlo del
medio. En el fondo quienes así proceden son autoritarios y fanáticos a quienes
les molesta que otra persona se atreva a expresar opiniones que no son las
suyas. Y esto debe decirse, en honor a la verdad, que en las redes sociales se observa en algunos que publican tanto a favor del oficialismo como de la oposición. Muestra también el
deterioro del lenguaje de los argentinos y como se ha caído en picada del lugar al que habíamos accedido cuando leíamos libros de buenos autores como Borges, Cortazar, Sábato, entre tantos otros autores memorables. Pareciera que se quiere retornar a la época de las cavernas, sin
olvidarnos de pedir el correspondiente perdón a los cavernícolas.
Resultado: Muchas veces quien se animó a expresar una
crítica, luego se llama a silencio para que no lo insulten más. ¿No habrá llegado el
momento en que las redes sociales inicien una campaña realizada por expertos en
la comunicación para que la gente en vez de insultar, debata con ideas a su
adversario? Algo así como las publicaciones que hacen distintos sitios con la ortografía, la
conjugación de verbos, etc. Tanto unos como otros son importantes, pero no olvidemos
que como decía George Orwell (1903-1950, escritor: “Rebelión en la granja”;
“1984”, entre otros) “si el pensamiento
corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento”.
Por otra parte apena contemplar como los medios de comunicación
que deben procurar elevar el nivel cultural de su audiencia, cuando sucede un
crimen ocupan horas y horas en su relato, pero no con la elegancia que lo
abordaba Agatha Christie en sus novelas, haciendo hincapié en el suspenso y el
misterio, sino exponiendo al público los detalles más macabros, día tras día,
hasta que ocurra el próximo asesinato donde tienen que elevar la apuesta para
mantener entretenida a la audiencia.
Tampoco nos engañemos, no es el medio el que elige los temas a
publicar ya sean palabras insultantes o los detalles más horrendos de los crímenes. ¡No! La selección se realiza después de analizar y
ver qué temas tienen más audiencia. Y hacia allá se dirigen, sin darse cuenta del
peligro que corren. La necesidad de elevar los datos truculentos de uno u otro
tipo, día a día, los puede llevar a niveles insospechados.
Cuando ya tenía este artículo casi terminado, se produjo la Asamblea Legislativa para inaugurar las sesiones del Congreso, del corriente año. Me pareció tan atinada la respuesta del Presidente
Macri cuando dijo: “Los gritos e
insultos, no hablan de mí, hablan de ustedes, señores”
Sí, alguien se tenía que animar a decirles la verdad. Hay
que empezar a cambiar esa realidad que nos destruye y avergüenza como país. Y si es la más
alta autoridad de la Nación ¡mejor!
Gladis Fittipaldi
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