martes, 22 de julio de 2008

Berlín II ***** por Nano



”Ich Bin ein Berliner”

Berlín

Recuerdo octubre del 89’, estaba cosechando manzanas en el sur tirolés italiano, los campesinos para los que trabajaban hablaban alemán entre ellos, el viejo mayor había sido SS en la segunda guerra, no era simpático, con la ignorancia necesaria para cuarenta y cuatro años después seguir siendo un necio.

Todo empezó vertiginosamente, yo trabajaba junto a un austríaco que hablaba e intentaba pensar, con las limitaciones del ser austríaco, como un italiano. Cuando empezaron las imágenes de la caida del muro le propuse dejar todo y salir rumbo a Berlín al día siguiente, no me lo quería perder. Ernest, como se llamaba, cuyo nombre según Borges significa ”severo” o ”serio” hizo honor a su nombre, pensó como un austríaco y seguimos trabajando.

En el 93’ vine con un amigo, él a visitar una exposición relacionada con su negocio y yo de acompañante. Durante el día tenía Berlín a mi disposición y nos encontrábamos para cenar. No me acuerdo muchos detalles de entonces, pero si uno. En una de esas expediciones sin mapa ni conocimiento fuí a parar afuera del Berlín occidental, a un pueblo conocido pegado llamado Postdam (en Berlín también hay un lugar en el centro muy conocido llamado Postdamplatz pero no es este lugar). Bajé del S tren y me metí en una exposición de cine, cuando salí caminé unos cientos de metros y di con un lugar que parecía un parque, con cúpulas de observatorio astronómico y un nombre largo y complejo de ”instituto de astrofisicaqueseyoquecuanto”, un alemán me pidió documentos, le mostré mi pasaporte abre puertas y con una sonrisa dijo ”oh Argentin”, me dió un cartelito de credencial y pasé.

Me metí por todos lados, en diversos laboratorios y cúpulas, no había un alma. En los estacionamientos los Ladas y Skodas parecían todavía detenidos detrás de la cortina de hierro. Seguí subiendo hasta esas cúpulas para fines astrocientíficos, bajando escaleras desoladas, volviendo a subir a otras parecidas, hasta que el maldito bichito de la paranoia se apoderó de mi ser racional. Vi como la sonrisa del guardia que había mirado el pasaporte se tornaba amenazante y tuve miedo. Pensé que todo bién podía ser parte de un plan de cazar giles, hacer experimentos, volverlos NNs y nadie en el mundo sabía que yo vagaba por ahí. Salí del parque agitado, todo me parecía demasiado real, hasta creí que me seguían.

No era para tanto, los alemanes del este ya no se comían a los chicos crudos y yo llegaba demasiado tarde a dármelas de víctima.

En la primavera del 89´el sistema insustentable había llegado a su fin, la nomenklatura corrupta sepultó el socialismo y a su ”república democrática” después de transformarlo en todo lo contrario, el llamado socialismo de cemento, un engendro lúgrube, triste y carcelario.

La guerra fría terminaba, el espejo del capitalismo libre y soberano obnuviló incondicionalmene a la mayoría de los oprimidos del otro lado, rasguñaron el muro hasta voltearlo y toda la ciudad festejó con razón.

Berlín era en el 93’ y siguió siendo durante una década, un despelote en contrucción. Hoy empieza a mostrar sus resultados, edificios restaurados, edificios nuevos modernísimos y una deuda pública escalofriante.

Los alemanes del resto no simpatizan con esta ciudad que da tantas pérdidas y donde se refugian tantos vagos!

Y a propósito, como dijera John F. Kennedy: ”Ich Bin ein berliner” Yo soy un Berlinés!

Pd. Zona verde. En el centro encontré un cuatriciclo hecho trineo, tirado por perros. Miré a Gepesito como necesitando constatar la posición, volví a mirar los perros y moví la cabeza incrédulo.

Para culminar fuimos al Zoológico y saludamos a Knut, el oso polar que se hizo famoso al creerse un poco humano. Me pareció desfasado por completo de Nanoq en su hielo, donde debería reinar solo y señor. No en ese valdío jaula que nada tiene de polar.

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