lunes, 7 de enero de 2013

“En la abundancia de agua, el tonto tiene sed”. Por Ignacio de los Heros.



Lejos podría yo ubicarme, ideológicamente hablando, de Robert Nesta Marley Booker. Pero bien recuerdo haber leído una frase suya donde decía: “En la abundancia de agua, el tonto tiene sed”.  Y yo hoy tengo sed… o mejor dicho, hoy me considero un tonto.

Un tonto que en verdad está preocupado por lo que se está viviendo en su querido pueblo. Está preocupación es representada en “cargas móviles” que no hacen otra cosa que dejar en evidencia lo poco que podemos hacer los humanos cuando la madre Tierra activa.

Lo poco que podemos hacer, se llama prevención. Y aquí es donde no me siento el único tonto. Porque no se previó nada. Se les dio entidad a un grupo de extranjeros que aterrizaron en Argentina y se vinieron a Tapalqué con el verso de una superestructura, que despojaría por siempre del pueblo el riesgo de una reminiscencia a la inundación del ’80.  

Sería un estúpido aventurado si afirmara que mediante la prevención, se puedan eliminar las causas de desastres, pero los encargados de velar por el bien común, deberían haber diagramado un sistema de predicción y previsión de éstos inconvenientes causados por el clima.

Por buenos tipos, compramos el verso. La cuasidefensa, devenida en bicisenda, oficia de parche.  Pero como beber agua de un espejismo es imposible, también lo sería creer que ésta clase de parches podría dar una solución acabada a todos los vecinos que atónitos, esperan en sus casas lo que el destino les deparará.

Permítanme un juego de palabras: yo no dudo de la eficiencia de la defensa para prevenir el agua, dudo de la eficacia señores.
La defensa, según los parámetros que se quisieron alcanzar cuando fue construida seguramente sea eficaz, porque a los ponchazos como se hizo seguramente logre el efecto que se espera de ella ante precipitaciones menores a los 200mm. Ahora bien, lo que pongo en duda, es la eficacia. Porque los recursos que se utilizaron, fueron descomunales. Y el pueblo debe saberlo. Si se hubiese hecho con eficacia, seguramente el resultado sería menos gasto para el pueblo, y mejores resultados.

Eso es lo que debe buscar un gobierno, ser efectivo. Y esa efectividad se consigue, mancomunando a la eficiencia y a la eficacia.

Pero bueno, el arroyo Tapalqué se reveló. No podría haber sido de otra manera, siendo cuna en la parte Oriental de los Indios Pampas que hacía el año 1836, como bien narra el escritor Ramón Rafael Capdevila, allá en el Cantón, los indios se pronunciaban a favor de la Confederación y del Exmo Gobernador Juan Manuel de Rosas.

Lo que resta, es rezar para que no llueva más. Recen a quien quieran, a Bulane, el Dios del agua, a Cristo, a Claudio María Domínguez, al Maestro amor o la señora que dice el clima en la TV pública, pero créanme que esto temor general, se pudo haber prevenido.



Bonus track: última inundación en Tapalqué. 1980.
Si hacemos 2012 menos 1980 = nos da 32.
En la jerga de la quiniela. El N°32 significa el dinero.
Vaya paradoja, dinero que al menos para mí, no fue bien utilizado.



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