Lejos podría yo ubicarme, ideológicamente hablando, de
Robert Nesta Marley Booker. Pero bien recuerdo haber leído una frase suya donde
decía: “En la abundancia de agua, el tonto tiene sed”. Y yo hoy tengo sed… o mejor dicho, hoy me
considero un tonto.
Un tonto que en verdad está preocupado por lo que se
está viviendo en su querido pueblo. Está preocupación es representada en
“cargas móviles” que no hacen otra cosa que dejar en evidencia lo poco que
podemos hacer los humanos cuando la madre Tierra activa.
Lo poco que podemos hacer, se llama prevención. Y aquí es donde no me siento el único tonto. Porque no se previó nada. Se les dio entidad a un grupo de extranjeros que aterrizaron en Argentina y se vinieron a Tapalqué con el verso de una superestructura, que despojaría por siempre del pueblo el riesgo de una reminiscencia a la inundación del ’80.
Lo poco que podemos hacer, se llama prevención. Y aquí es donde no me siento el único tonto. Porque no se previó nada. Se les dio entidad a un grupo de extranjeros que aterrizaron en Argentina y se vinieron a Tapalqué con el verso de una superestructura, que despojaría por siempre del pueblo el riesgo de una reminiscencia a la inundación del ’80.
Sería un estúpido
aventurado si afirmara que mediante la prevención, se puedan eliminar las
causas de desastres, pero los encargados de velar por el bien común, deberían
haber diagramado un sistema de predicción y previsión de éstos inconvenientes
causados por el clima.
Por buenos tipos, compramos el verso. La cuasidefensa,
devenida en bicisenda, oficia de parche. Pero como beber agua de un espejismo es
imposible, también lo sería creer que ésta clase de parches podría dar una
solución acabada a todos los vecinos que atónitos, esperan en sus casas lo que
el destino les deparará.
Permítanme un juego de palabras: yo no dudo de la
eficiencia de la defensa para prevenir el agua, dudo de la eficacia señores.
La defensa, según los parámetros que se quisieron
alcanzar cuando fue construida seguramente sea eficaz, porque a los ponchazos
como se hizo seguramente logre el efecto que se espera de ella ante
precipitaciones menores a los 200mm. Ahora bien, lo que pongo en duda, es la
eficacia. Porque los recursos que se utilizaron, fueron descomunales. Y el
pueblo debe saberlo. Si se hubiese hecho con eficacia, seguramente el resultado
sería menos gasto para el pueblo, y mejores resultados.
Eso es lo que debe buscar un gobierno, ser efectivo. Y
esa efectividad se consigue, mancomunando a la eficiencia y a la eficacia.
Pero bueno, el arroyo Tapalqué se reveló. No podría
haber sido de otra manera, siendo cuna en la parte Oriental de los Indios
Pampas que hacía el año 1836, como bien narra el escritor Ramón Rafael
Capdevila, allá en el Cantón, los indios se pronunciaban a favor de la Confederación y del
Exmo Gobernador Juan Manuel de Rosas.
Lo que resta, es rezar para que no llueva más. Recen a
quien quieran, a Bulane, el Dios del agua, a Cristo, a Claudio María Domínguez,
al Maestro amor o la señora que dice el clima en la TV pública, pero créanme que esto
temor general, se pudo haber prevenido.
Bonus track: última
inundación en Tapalqué. 1980.
Si hacemos 2012 menos 1980 = nos da 32.
En la jerga de la quiniela. El N°32 significa el dinero.
Vaya paradoja, dinero que al menos para mí, no fue bien utilizado.
Si hacemos 2012 menos 1980 = nos da 32.
En la jerga de la quiniela. El N°32 significa el dinero.
Vaya paradoja, dinero que al menos para mí, no fue bien utilizado.
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