Llegaron desde distintos lugares -Tapalqué, Azul, Bahía Blanca, Berisso, Cuidad de Buenos Aires- para encontrarse con sus primos que residen en la ciudad de La Plata, todos con el mismo entusiasmo y el mismo fervor.
Mientras las llamas doraban el asado que se preparaba para la ocasión -organizado por Quitti- y la torta se lucía en una de las mesas adornada con una montaña coronada por una bandera de Estudiantes de La Plata (dos pasiones del homenajeado: el montañismo y el fervor ¨Pincha¨) los que iban llegando recorrían los paneles que adornaban el lugar.
En las fotos se reencontraron con los mayores: la abuela Marica, los tíos: Félix y Magdalena, Cristóbal y Julia, Juana, la abuela Molloy, Petrona, para pasar a la primera generación: Cata, Fito, Mela y Roberto, Chicha, Sabiniano, Chin, Juanita y Horacio; ¡María! y los de la segunda generación Mario, Sergio y Oscarcito, gente tan querida que ya no está. Y de pronto se descubrían ellos mismos: pequeños, adolescentes con los ojos asombrados...
Y luego vino la parte musical: Andrés trajo los más variados instrumentos musicales: guitarra, cuatro venezolano, sicus, saxo andino, panderetas y ¨pezuñas¨ Todas las músicas, todos los ritmos, todas las voces. Los jóvenes -aunque algunos ni se conocían o se habían visto pocas veces- se integraron al grupo, hicieron música, bailaron, y cantaron hasta que cayó la noche.
Quedó claro que los integrantes de esta familia disfrutan cuando están juntos. Por eso allí se renovó el compromiso de volver a reunirse, cada vez que, por un acontecimiento familiar, alguien los convoque para cumplir así, con el legado familiar. En estos tiempos de Juegos Olímpicos viene al caso recordar aquel pensamiento que dice:
¨porque no importa el brazo que alce la tea, lo que importa es la llama que no se apague¨ GSF
Mientras las llamas doraban el asado que se preparaba para la ocasión -organizado por Quitti- y la torta se lucía en una de las mesas adornada con una montaña coronada por una bandera de Estudiantes de La Plata (dos pasiones del homenajeado: el montañismo y el fervor ¨Pincha¨) los que iban llegando recorrían los paneles que adornaban el lugar.
En las fotos se reencontraron con los mayores: la abuela Marica, los tíos: Félix y Magdalena, Cristóbal y Julia, Juana, la abuela Molloy, Petrona, para pasar a la primera generación: Cata, Fito, Mela y Roberto, Chicha, Sabiniano, Chin, Juanita y Horacio; ¡María! y los de la segunda generación Mario, Sergio y Oscarcito, gente tan querida que ya no está. Y de pronto se descubrían ellos mismos: pequeños, adolescentes con los ojos asombrados...
Vinieron todos menos Nano, que andaba recorriendo el Viejo Mundo, pero hasta allí llegó el aplauso y la ovación que le brindaron desde este Nuevo Mundo indómito y apasionado, cuando llamó por teléfono.
Estaban presentes en la ¨reunión familiar¨ (como lo denominó Alvarito) Doris, (la esposa de Mario) y su hijo Marcelo; Norma y Quitti con Lucas y Laura, y Alvarito; Carlitos e Irene con María Eugenia; Liliana y Andrés con Luciana y Juan Francisco, Lucrecia y Facundo; Hugo y Gladis con Josefina y Víctor; Jorge y Olga, con Joaquín, Rocío y la mamá de Olga, Luisito; Néstor y Mónica con Gonzalo y Romina; Negra, Graciela y Victor con Corina y Sergio; Guri y Claudia; Ethel y Mauro con Sofía y Micaela y Lourdes con Gustavito.
Por la tarde, mientras aventaban por los aires a Kinyo, aprovechando el hermoso domingo de sol, Norma y los más jóvenes se dedicaron a andar en un petiso, de nombre Luisito, que los llevaba al trote por la pista de vareadores. ¡Imperdible!Estaban presentes en la ¨reunión familiar¨ (como lo denominó Alvarito) Doris, (la esposa de Mario) y su hijo Marcelo; Norma y Quitti con Lucas y Laura, y Alvarito; Carlitos e Irene con María Eugenia; Liliana y Andrés con Luciana y Juan Francisco, Lucrecia y Facundo; Hugo y Gladis con Josefina y Víctor; Jorge y Olga, con Joaquín, Rocío y la mamá de Olga, Luisito; Néstor y Mónica con Gonzalo y Romina; Negra, Graciela y Victor con Corina y Sergio; Guri y Claudia; Ethel y Mauro con Sofía y Micaela y Lourdes con Gustavito.
Y luego vino la parte musical: Andrés trajo los más variados instrumentos musicales: guitarra, cuatro venezolano, sicus, saxo andino, panderetas y ¨pezuñas¨ Todas las músicas, todos los ritmos, todas las voces. Los jóvenes -aunque algunos ni se conocían o se habían visto pocas veces- se integraron al grupo, hicieron música, bailaron, y cantaron hasta que cayó la noche.
Quedó claro que los integrantes de esta familia disfrutan cuando están juntos. Por eso allí se renovó el compromiso de volver a reunirse, cada vez que, por un acontecimiento familiar, alguien los convoque para cumplir así, con el legado familiar. En estos tiempos de Juegos Olímpicos viene al caso recordar aquel pensamiento que dice:
¨porque no importa el brazo que alce la tea, lo que importa es la llama que no se apague¨ GSF
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