La nave emblema de nuestra Patria, la
ARA Libertad (Q-2) amarró en costas
africanas y junto al ancla se hundieron no solo los sueños de esos futuros
marinos sino también el orgullo de otros tantos que nos quedamos de este lado
del planeta.
Ya que se habla de marinos, nunca tan oportuno
ese dicho popular que sostiene que “el pez por la boca muere”, lo certifican los
hechos que se fueron sucediendo como una coreografía sin fin, personificados
por el Ministro de Defensa, Arturo Puricelli, que hasta llegó a ofrecer su
cabeza admitiendo la responsabilidad de su propia irresponsabilidad, el
multifacético Canciller Timerman que fue a reclamar al Consejo de Seguridad de la ONU y dejo en evidencia una
vez más su incapacidad, y hasta la mismísima Presidente, que siendo esclava de
sus palabras, debió rectificarse de su propio exabrupto. Aquí observamos como
los peces con el paso de los días devinieron en pescados.
Si buscamos responsabilidades, no solo
deberíamos hacerlo fronteras adentro, fueron los fondos buitres, liderados por
Paul Singer, que encarna el peor cáncer del capitalismo, que impulsados por la
codicia vieron en la Fragata,
la posibilidad de comenzar a saldar cuentas pendientes, y así, se afianza la
tesis de que el Capital Internacional no tiene Patria, y mucho menos corazón.
La eufórica frase de Cristina sosteniendo que
“se podrán quedar con la fragata pero no con la libertad, la dignidad y la
soberanía” denota que no hay culpables y tampoco soluciones, pero olvida que
hay un pedazo de historia argentina encadenada e indefensa ante el poder
económico.
Nuestro símbolo de soberanía, que hasta el
propio Néstor Kirchner ordenó modernizar en el 2004 hoy es el símbolo de la
mala praxis flotando, esperemos que se cumpla la profecía de altamar que supone
que “el sol poniente en cielo grana, garantiza buen tiempo para mañana…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario