Sería un iluso si creería que los adultos confían plenamente en las capacidades de los jóvenes, para afrontar ese fantástico desafío de “hacer Patria”. Pero también sería un iluso si creería que ellos, nos han dotado con las herramientas suficientes para hacernos cargo de ese deber. No es culpa de un gobierno en particular, la sociedad toda, ha abandonado los grandes compromisos. Y esto es verdaderamente preocupante para las aspiraciones de una nación.
No hay dudas, que queremos lograr un país prospero, y encuentro en la
educación y en la participación los dos puntales que nos van a llevar a ese
destino. Hay que hacer un exhaustivo replanteo acerca de cómo lo vamos a
lograr. Yo al menos tengo ciertas dudas, que sea repartiendo una computadora
por alumno, que si bien representa un enorme esfuerzo para el gobierno en
términos económicos y es una política de inclusión social totalmente
destacable, no logra el resultado esperado. Para eso, habrá que desarrollar un
software específico para las tareas en los colegios y habrá que capacitar a los
docentes. Por lo pronto, estamos creando alumnos expertos en PES y en juegos en
línea.
Ahora bien, el gobierno no tiene la culpa que la sociedad mire para otro
lado. Los últimos Best Sellers son libros que hablan sobre cómo tener un cuerpo
escultural, cómo bajar de peso en un mes, sobre técnicas sexuales, sobre cómo
hacer feliz a una pareja. Todo esto, nos demuestra que como sociedad nos
movemos individualmente y sin grandes compromisos.
Ya lo había advertido Leuco, debemos ser educados para ser felices y no exitosos, para ser solidarios y no egoístas, para ser valientes y no cobardes, para ser responsables y no chantas y sobre todo, para valorar la cultura del esfuerzo y el progreso y poder dejar de lado el maldito facilismo.
Ya lo había advertido Leuco, debemos ser educados para ser felices y no exitosos, para ser solidarios y no egoístas, para ser valientes y no cobardes, para ser responsables y no chantas y sobre todo, para valorar la cultura del esfuerzo y el progreso y poder dejar de lado el maldito facilismo.
La educación debe ser la madre de todas las batallas contra los peores
flagelos argentinos. Es el mecanismo más hermoso que se conoce para combatir la
indigencia, la pobreza, la violencia y el delito. No hay reto más necesario.
El general don José de San Martín decía que la educación era el ejército
más poderoso para pelear por la soberanía. Esto tiene que ser un tema de Estado
y no de partidos políticos, una epopeya nacional sin distinción de ningún tipo.
Yo sueño con esta revolución educativa,
con los docentes como abanderados, los padres como escoltas
Ahora si, como dijo Adrián Maggi, grito ¡VIVA LA PATRIA! como un grito muy nuestro.
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