El escritor peruano Mario Vargas Llosa ha sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura 2010 por la Academia Sueca que en su dictamen fundamentó la entrega "por su cartografía de las estructuras de poder y su mordaz retrato de la resistencia individual, la sublevación y la derrota".
El premio, dotado con 10 millones de coronas suecas (aproximadamente US$1,5 millones), será entregado en Estocolmo el próximo 10 de diciembre
Cuando ya nadie lo mencionaba como candidato al premio Nobel y a punto de aparecer su nueva novela "El sueño del celta"*, la noticia trae aires nuevos, al cotizado premio de la literatura mundial.
El premio otorgado a Vargas Llosa tiene una especial significación. Con posiciones marxistas al principio de su carrera, y apoyo a la revolución cubana, se alejó con motivo del encarcelamiente de un escritor cubano disidente y pasó a ser un político liberal, hipercrítico, distanciado de la anterior ideología. En opinión de investigadores y especialistas, esa postura suya no era coherente con la línea de la Academia Sueca. El premio otorgado debe interpretarse no solo como el reconocimiento a las cualidades literarias de Vargas Llosa. Destaca su defensa del hombre y su lucha contra el poder tiránico, reactualiza el valor de la palabra, y es un tácito reconocimiento que la defensa del hombre, de su libertad, de su dignidad y de sus derechos, se puede realizar desde todos los ángulos y cualquiera sean las ideas políticas del escritor galardonado.
*Mario Vargas Llosa hace mención en su nueva novela "El sueño del celta" a una reflexión del escritor y político uruguayo José Enrique Rodó: "Un hombre es muchos hombres " Y la vida de Roger Casament (1864-1916), héroe irlandés, protagonista de su última obra, parece confirmarlo: cónsul británico en el Congo a principios del siglo XX y amigo del escritor Joseph Conrad, diplomático, escritor, homosexual atormentado... escribió sobre el Congo y la Amazonía unos informes que tuvieron "una gran repercusión", ya que denunciaba las condiciones en las que trabajaban los indígenas de las caucherías.
“Cuando abrieron la puerta de la celda, con el chorro de luz y un golpe de viento entró también el ruido de la calle que los muros de piedra apagaban y Roger se despertó asustado. Pestañeando, confuso todavía, luchando por serenarse, divisó, recostada en la puerta, la silueta del sheriff. Su cara flácida, de rubios bigotes y ojillos maledicentes, con la antipatía que nunca había tratado de disimular”.
Sin duda será un éxito como todos los libros publicados anteriormente.
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