Volumen II:Cuentos y leyendas -
Leyenda de la Virgen de Luján
Es muy conocida la leyenda de la Virgen de Luján. Era en los tiempos de la Colonia, cuando recién se estaban poblando nuestros campos, antes de la Independencia. Gobernaban los españoles, claro.
Dicen que una tropa de carretas había salido de Buenos Aires con mercaderías y marchaba por el camino que iba al norte, al Perú. Dicen que los carreteros pararon para hacer noche, en el lugar en que hoy está la ciudad de Luján, a la orilla del río para dar de beber a los bueyes. A la madrugada, como era de costumbre, todos se levantaron y aprontaron el viaje. Buscaron los bueyes, los uncieron y cuando dio orden el capataz se pusieron en marcha.
Los bueyes arrancaron, pero había unos que no podían mover la carreta. Intervinieron todos, pero no había forma de sacar la carreta; estaba muy pesada. Empezaron a bajar la carga y cuando sacaron un cajoncito que estaba entre otras cosas, la carreta quedó muy liviana. Vieron que tenía, y descubrieron la imagen de la Virgen. De ninguna manera la pudieron sacar.
Se dieron entonces cuenta que la voluntad de la Virgen era quedarse allí y ahí se quedó. Y pronto se formó un pueblo que se llamó Luján, por el río Luján y la Virgen de Luján es la que por sus milagros ha llegado a ser la Patrona de la Argentina. En lugar de la primitiva capilla que le hicieron, hoy tiene esa hermosa basílica por donde desfilan, todo el año, devotos de todas partes.
(Silvano Arístides Hernández, 61 años, Mar del Plata, 1958)
Dicen que una tropa de carretas había salido de Buenos Aires con mercaderías y marchaba por el camino que iba al norte, al Perú. Dicen que los carreteros pararon para hacer noche, en el lugar en que hoy está la ciudad de Luján, a la orilla del río para dar de beber a los bueyes. A la madrugada, como era de costumbre, todos se levantaron y aprontaron el viaje. Buscaron los bueyes, los uncieron y cuando dio orden el capataz se pusieron en marcha.
Los bueyes arrancaron, pero había unos que no podían mover la carreta. Intervinieron todos, pero no había forma de sacar la carreta; estaba muy pesada. Empezaron a bajar la carga y cuando sacaron un cajoncito que estaba entre otras cosas, la carreta quedó muy liviana. Vieron que tenía, y descubrieron la imagen de la Virgen. De ninguna manera la pudieron sacar.
Se dieron entonces cuenta que la voluntad de la Virgen era quedarse allí y ahí se quedó. Y pronto se formó un pueblo que se llamó Luján, por el río Luján y la Virgen de Luján es la que por sus milagros ha llegado a ser la Patrona de la Argentina. En lugar de la primitiva capilla que le hicieron, hoy tiene esa hermosa basílica por donde desfilan, todo el año, devotos de todas partes.
(Silvano Arístides Hernández, 61 años, Mar del Plata, 1958)
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