viernes, 18 de septiembre de 2015

Club de los Cuentos - 1a entrega


Cuento Trapeútico
 14/9
A quien corresponda:
No sé si tengo que quejarme a  la sociedad en general.
Después de tantitos  años vividos cronológicamente, de  tantitos  viviendo en la ciudad, de alternar ciudad – pueblo, pueblo  - ciudad, la verdad verdadera, no sabría decir a quién va dirigida mi inquietud…
Es muy grosa. Llegaría a estratos cercanos al gobierno. Y a esta altura todo es cuestionable, sospechoso y,  como mínimo,  digno de ser tenido en cuenta. Todo esto suponiendo que alguien me de bola. De aquí en más, es harina de otro costal. Como pasa generalmente en nuestro país.
Recuerdo los buenos momentos en mi vida(que  fueron muchos) sumados a los no tan buenos que parecen ser más. Reglas de la vida, le dicen. Una de cal y otra de arena.
Creo que en mi vida fueron demasiadas de cal. La que aprieta, la que ahoga. La que impide respirar y salir a flote. Ok, es lo que me tocó en el reparto de niveles de equilibrio emocional.
Últimamente creo haber aprobado un Máster en emociones etiquetadas, en emociones impensadas. Tal vez estoy haciendo un post- grado y no me percaté. Puede suceder…
Es como tener un video juego donde las vidas que se van gastando,  indican que queda menos energía. ¡Y menos chances! Y la carga baja… indefectiblemente.
Me quedan menos vidas por jugar. Suena medio trágico, pero es real.
Ah, si! Tengo que retomar el hilo de mi relato. Los tantitos años me juegan en contra.
Mi mente se dispersa escuchando distante el partido Djokovic- Feliciano López. El “Nole” es una máquina! Como buen serbio acostumbrado a metralletas y bombas, va escapando a las redes que trata de tejer a su alrededor Feliciano López. Estrategia le dicen los que saben.
Compruebo una y otra vez que mi mente no se ajusta a cánones pre-establecidos. Yo tengo que contar lo que me pasa, pero no encuentro palabras coherentes  entre game y game. Palabras que trato no desentonen en el relato que pensaba escribir. Y aquí me viene la añoranza casi dolorosa de escribir en un papel con una pluma estilográfica. ¡Es como que pasaron siglos desde entonces..!
Pasaron siglos desde el comienzo de este escrito! Al menos a mí me lo parece hoy, cuando retomo después de varios días. ¡Muchas pavadas puse arriba! ¡Qué loco! Ahora me parecen todas incoherencias.
Pero como dicen que escribir es terapéutico sin importar lo que uno escriba, ni la ortografía, ni la sintaxis, ni el argumento, me encuentro en plena sesión entonces!
El motivo de mi casi denuncia es muy burdo… No sabría a quien remitirla. Si a los que tienen  vacas en sus campos, a la Sociedad Rural, a Samid o al carnicero de ciudad. Conste que no hablo de carniceros de pueblo. Al menos, en Tapalqué, son lo más (me gustó esta frase).
Quiero hablar de la humilde, casi ignorada, desaprovechada y nunca bien ponderada tripa gorda. Así es. ¡¡¡Denuncio por este medio que las vacas de la ciudad no tienen tripa gorda!
He tenido la suerte, fortuna, oportunidad o como se llame de concurrir a comer a algunas parrillas de la ciudad. Al menos una vez cada tanto. Y bien, cuando pido tripa gorda, los parrilleros me miran con cara de espanto, totalmente azorados y pensando casi en voz alta ¡qué mujer loca pedir esa parte de la señora vaca que aquí no hay nunca!
¡Y no me digan que es lo mismo comprar una y cocinarla en casa! ¡En absoluto!
Acá viene mi pregunta: ¿por qué la parrilla de Suhurt en Tapalqué, la que está frente al balneario, tiene tripa gorda? ¡Y además  exquisita, una auténtica delicia!
¿A los bovinos les roban una parte de su cuerpo para tráfico de órganos? Enviar denuncia a la Justicia ¿Ellos (los bovinos, obvio)dieron su consentimiento para ser donantes de tripas en la ciudad y quién sabe con qué fin..? Denuncia presentada al INCUCAI ¿Por qué las vaquitas de pueblo las poseen? ¿O las discriminan por este motivo? Entonces  la denuncia iría también al INADI…
¿O alguien en el transcurso de ese vía crucis animal al Mercado de Liniers se queda con las tripas? Acá entra en juego Samid, que es íntimo amigo de Scioli.
Como verán no puedo hacer público mi reclamo, menos ahora que todos están muy susceptibles por las campañas electorales.
Voy a seguir esperando a que me toque en suerte una señora vaca que venga completa. Y mientras tanto ¡mi reino por una tripa gorda!
Cumplido mi tiempo de terapia me despido de ustedes. M. M.

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