Todos los separados alguna vez
anduvimos con la cabeza baja,
alguna vez hicimos crucigramas para espantar el miedo,
o armamos rompecabezas en una mesa grande.
O nos fuimos de pesca huyendo de la casa.
Todos los separados, al principio,
paseamos un verano nuestra
cara de culo y cabellos de alambre,
o nos encariñamos con la misma remera
y usamos de uniforme un par de jeans gastados.
Los separados tienen idénticas costumbres
como escuchar canciones que alimentan tristezas
o rumiar la vendetta que no lograron nunca.
Levantarse de noche por un poco de dulce,
o prenderse a la tele hasta la madrugada.
Y llegar al trabajo primero que ninguno,
y olvidar el paraguas o perder los anteojos.
O tener una agenda para anotar sus gastos.
Y una lista infinita de médicos, recetas,
remedios y facturas de servicios, de impuestos…
Algunas muchas veces creamos estrategias,
o tal vez los milagros para sobrevivir.
Y algunas otras pocas nos dimos el permiso de ponernos en pedo
sin una buena excusa.
Todos los separados aprendimos a crear anticuerpos
contra las desventuras.
.Pero al pasar el tiempo
muy pocos, los valientes, buscaron compañía
con tan poca fortuna, que eligieron lo mismo,
pero con otra cara.
Los otros, los cobardes?
eligieron continuar por la vida
defendiendo su espacio,
cuidando su frontera,
sin límites, sin guerras
sin hirientes sarcasmos.
Y a medida que el tiempo
los va volviendo viejos,
porque ya están cancheros, como dicen los nietos,
se ríen de la vida con fuerza, mucha fuerza,
aunque la dentadura se afloje y se les caiga
(Siempre habrá un buen dentista
que puede acomodarla).
El separado lleva un vagón de recuerdos
que a veces nunca logra desenganchar del tren.
BEBA LAPASTA
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