jueves, 27 de enero de 2011

ALGUNA VEZ

Todos los separados alguna vez

anduvimos con la cabeza baja,

alguna vez hicimos crucigramas para espantar el miedo,

o armamos rompecabezas en una mesa grande.

O nos fuimos de pesca huyendo de la casa.

Todos los separados, al principio,

paseamos un verano nuestra

cara de culo y cabellos de alambre,

o nos encariñamos con la misma remera

y usamos de uniforme un par de jeans gastados.

Los separados tienen idénticas costumbres

como escuchar canciones que alimentan tristezas

o rumiar la vendetta que no lograron nunca.

Levantarse de noche por un poco de dulce,

o prenderse a la tele hasta la madrugada.

Y llegar al trabajo primero que ninguno,

y olvidar el paraguas o perder los anteojos.

O tener una agenda para anotar sus gastos.

Y una lista infinita de médicos, recetas,

remedios y facturas de servicios, de impuestos…

Algunas muchas veces creamos estrategias,

o tal vez los milagros para sobrevivir.

Y algunas otras pocas nos dimos el permiso de ponernos en pedo

sin una buena excusa.

Todos los separados aprendimos a crear anticuerpos

contra las desventuras.

.Pero al pasar el tiempo

muy pocos, los valientes, buscaron compañía

con tan poca fortuna, que eligieron lo mismo,

pero con otra cara.

Los otros, los cobardes?

eligieron continuar por la vida

defendiendo su espacio,

cuidando su frontera,

sin límites, sin guerras

sin hirientes sarcasmos.

Y a medida que el tiempo

los va volviendo viejos,

porque ya están cancheros, como dicen los nietos,

se ríen de la vida con fuerza, mucha fuerza,

aunque la dentadura se afloje y se les caiga

(Siempre habrá un buen dentista

que puede acomodarla).

El separado lleva un vagón de recuerdos

que a veces nunca logra desenganchar del tren.

BEBA LAPASTA

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