Premios Nobel de la Paz 2014: Malala Yousafzai y Kailash Satyarthi:
Una joven paquistaní, a quienes los talibanes dispararon a la cabeza por defender la educación femenina en su país y un hindú, el presidente de la Marcha Global contra el trabajo infantil, ganaron el Premio Nobel de la Paz 2014.
El Comité del Premio Nobel sostuvo: "un
punto importante que un hindú y una musulmana, un indio y una paquistaní, se
unan en la lucha común por la educación y contra el extremismo" y que "la
lucha contra la opresión y por los derechos de los niños y adolescentes
contribuye a la realización de la 'fraternidad entre naciones' que Alfred Nobel
menciona en su testamento como uno de los criterios para el Nobel de la
Paz".
Malala con 17 años recién cumplidos -expresaron los miembros del Comité Nobel, lleva años de lucha "por el
derecho de las niñas a la educación y ha mostrado con su ejemplo que los
niños y los jóvenes también pueden contribuir a mejorar sus propias
situaciones". Además, "lo ha hecho bajo
las más peligrosas circunstancias". "Mediante su lucha heroica se ha
convertido en una destacada portavoz de los derechos de las niñas a la
educación".
En cuanto a Kailash resaltó que: "mostrando gran valor personal" y siguiendo "la tradición de Gandhi", "ha
liderado varias formas de protesta y manifestación, todas pacíficas,
centrándose en la grave explotación de los niños para obtener beneficios
financieros". Asimismo, "ha contribuido al desarrollo de importantes
convenciones internacionales sobre los derechos de los niños". El dirigente es un ingeniero informático que hace 28 años abandonó su trabajo para denunciar a las multinacionales que en su país explotan a
niños de entre 5 y 12 años de edad. Al frente de la organización Marcha Global, ha liberado de la esclavitud empresarial a unos 80.000 niños en más de 160 países.
Nos alegra que la elección del Comité del Premio Nobel destaque la labor de dos personas que defienden los derechos de los indefensos. Es una manera, a través del premio, de enviar un mensaje a la juventud y mostrar cuanto se puede hacer en favor de los más neceisitados, en un mundo atraido por los intereses materiales donde la droga y la delincuencia acechan a la vuelta de la esquina.
Sin duda, es un estímulo para todos esos jóvenes que trabajan por un mundo mejor, sin recibir ninguna recompensa monetaris ni estar enganchados del presupuesto.
GSF
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