martes, 7 de diciembre de 2010

6ª Entrega. Costa do Sauipe



No habíamos estado nunca en un resort como el Breezes de Costa do Sauípe. Es una experiencia fantástica.
El restaurante Jimmy's donde habitualmente se desayuna, almuerza y cena me causó una sensación extraña. Por un lado, personas que, a fuerza de verlas constantemente, se hacen parte de la escenografía (o del decorado): el señor con apariencia extraña con dos niñas (cual de todos más pálidos); la pareja que no se dirige la palabra en público; la chica menudita con unas lolas impresionantes junto a un joven que la mira embelesado; el señor canoso que parece salido de la película "El regreso de los muertos vivos", y todas aquellas que uno le encuentra un parecido "con", cuando está de vacaciones.
El señor pálido con dos niñas como de 10 o 12 años tenía un corte extraño de pelo; mejor dicho, no tenía pelo, salvo en la nuca como una cortinita. Primero lo bautizamos "el del corte carreé". Una noche que cenábamos junto a su mesa en el restaurante Marketplace de cocina mediterránea, escuchamos un diálogo con una de sus hijas que regresaba de hablar por teléfono con la mamá. Ahí, al verlo tan blanco y con mamá ausente le cambiamos el apodo por el de "Conde Drácula". Estaban todo el día en la piscina pero no tenían el más mínimo color. Tejí un montón de conjeturas... ¿dónde estaba la mamá de esas nenas? Además él tenía una manera rara de mirar...
La pareja que no se hablaba en público era otra fuente de intercambio de ideas. Él, como de unos 50 años, estatura mediana, de tez oscura, con pelo escaso y canoso. Mirada penetrante de sus ojos negros, fríos como el hielo. Ella, de facciones orientales, siempre caminaba detrás como separados por una distancia de un metro. Característica que leí una vez de los japoneses: el hombre delante y la mujer más atrás en señal de sumisión y obediencia. Se me ocurrió que este señor tenía apariencia de espía; nunca vi uno pero era igual que en las películas. De esos que están por poner una bomba, mezcla de distintas razas de Medio Oriente. No estaban nunca en la pileta, sólo en el mar o leyendo en una hamaca paraguaya a la sombra de los coqueiros. El libro que él leía era Pharaon. Lo bautizamos "El Monje".
La chica menudita, de baja estatura, tenía implantes mamarios que la deformaban; demasiado para ese cuerpo. Parecían a punto de estallar. Lo único que se me ocurrió pedir in mente es que no viajara con nosotros en el mismo vuelo. Uno ha oído de muchos casos que explotan en cualquier momento ¡faltaba más!
Quiti charló en una oportunidad con el pálido. Era chileno (ahí se me ocurrió que tal vez había estado en la mina durante tantos días y por eso la ausencia de color) y muy agradable. El señor se dedicaba a exportar aceitunas. Conocimos a un matrimonio de Comodoro Rivadavia muy simpático: Elizabeth y Juan.
La bebida es servida por mozos. Una señorita se dirigíó a mí durante la cena pero no le entendí nada. Le dije que me hacía acordar a Jennifer López (la famosa actriz) y me devolvió una sonrisa enorme; su nombre es Alejandra pero la llamamos simplemente Jennifer. Todas las noches nos reconocíamos a la distancia. Por supuesto, me saqué una foto con ella. Simpatiquísima, como todos.
Además de la gente que veíamos a diario en el restaurante, teníamos la visita de distintos pájaros que entraban por los inmensos ventanales que daban a los jardines. Se acercaban a las mesas, pasaban a toda velocidad por encima de nuestras cabezas a buscar miguitas en el suelo o se posaban en el respaldo de alguna silla. ¡Hermosos y de distintos colores!
Y además, para curiosidad de todos, macacos (monos) que se asomaban y trepaban a las columnas, esperando recibir comida en la boca o tomarla con sus pequeñas manos. Totalmente inofensivos. En los árboles de la mata que da al mar es factible ver lagartos oscuros en alguna rama o cruzarlos por algún sendero. ¡Contacto directo con la naturaleza...!
Las palmeras, los jardines internos, la parquización en general, dan marco a este hotel con una piscina bellísima, con su "bar mojado" (está dentro de ésta); confort, descanso y música baiana que hace que nuestros cuerpos se muevan solos, inconcientemente.
Hasta la próxima.
Norma.

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