miércoles, 29 de diciembre de 2010

"Viajar es vivir"

8ª Entrega. Costa do Sauípe
¡Qué más se puede decir de Costa do Sauípe...! Simplemente, colmó nuestras expectativas.
Naturaleza, clima, infraestructura hotelera.
Llamó nuestra atención el lobby del Breezes. No tiene puertas; directamente del exterior completamente parquizado a la recepción. Sin barreras materiales que cruzar. De más está decir que no hay inseguridad, y se nota.
Amplísimo salón. Sillones adecuadamente ubicados, cómodos, mullidos, con almohadones coloridos que invitan a hacer un descanso antes de la cena. O después de la misma. Plantas naturales por todos lados en macetas inmensas que crecen libremente ayudadas por el clima tropical húmedo. Mucho verde. Adentro y afuera.
Ir a la playa significa caminar por un caminito entre las palmeras altísimas; caminito hecho de madera, como los durmientes del ferrocarril, pero éstas son más angostitas y están más juntas. Tiene bajada directa. Allí ya los pies se hunden en la arena y la playa se nos presenta inmensa, tranquila...
El agua que va y viene dejando su espuma sobre la arena. La temperatura del agua... ¡cálida! como para no rehusarse a un baño refrescante.
Cada 20 o 30 ms hay sobre la arena unos postes altos, como los de la luz que hay aquí, con un timbre para llamar al mozo de la piscina del hotel y hacerle un pedido. En pocos minutos un morochísimo de uniforme aparece con una bandeja para satisfacer a los huéspedes. Además, sobre el caminito más arriba y a la sombra, hay unas conservadoras herméticas, con hielo en su interior, que contienen latas de jugos, agua mineral, gaseosas, para que cada uno se pueda servir las veces que desee. Existen, por supuesto, los 4 canastitos de mimbre para depositar allí papeles, vidrios, plásticos y demás residuos, cada cual con su cartelito correspondiente. La higiene es primordial. Nada de vasitos plásticos, colillas de cigarrillos o papeles tirados por cualquier lado. Ni aún en la playa; totalmente limpia. ¡Cuánto que aprender! ¿no?
La playa con poquísima gente, algunos a unos 50 ms, 2 al otro lado alejándose entre las pequeñas dunas... Realmente una maravilla. No se molestan ni invaden unos a otros.
Al regresar al hotel por el mismo sendero nos podemos cruzar con algún lagarto o 2 ó 3 monos en las ramas que nos miran curiosos. Por momentos me sentí que estábamos en territorios de Tarzán...!
Las actividades del hotel están totalmente planificadas. Por la mañana, a partir de las 9:30, se realizan estiramientos en el césped, caminatas por el lugar, vóley acuático. Al mediodía, hidrogimnasia; más tarde Super Game en la piscina. A las 14:00 práctica de arco y flecha, torneo de ping pong, feria de Artesanías en la recepción. A las 16:30 comienzan las clases de Axé junto a la piscina, de Salsa o de Samba. Al caer el sol, clases de circo, de step en el Fitness Center, degustación de vinos. A las 19:00 Happy Hour en el bar de Jimmy's Buffet. Luego de la cena, karaoke, shows en la disco, shows de circo en el trapecio, show Bahía de Todos los Santos. Uno puede hacer lo que realmente tenga ganas. Después de tanta actividad al aire libre, en la playa o en la piscina, se entiende por qué allí se van a dormir temprano.
El que animaba las clases de baile y gimnasia en el agua con micrófono y música brasilera a full, era un muchacho con una plasticidad impresionante. Comenzaba saludando a los huéspedes en portugués ("Prezado Hospede", con tonadita brasilera por supuesto), español e inglés. Muy simpático.
La última noche en el escenario del restaurante y después de cenar, nos deleitó con coreografías e imitaciones perfectas de Michael Jackson. Era como estar viendo al verdadero a pocos metros de distancia. Sus imitaciones y vestuario tan logrados, sorprendían. Tuvimos oportunidad de sacarnos una foto con él. Me dijo que se llama Thiago y que tiene 31 años.
Se nos pasaron los días rapidísimo. Lo disfrutamos mucho y prometimos volver (en realidad yo me prometí regresar). En el aeropuerto eludí con habilidad las escaleras mecánicas y subimos al avión sin inconvenientes.
Por vez primera nos dimos cuenta del tráfico aéreo en el aire mismo. Por la otra "mano", rumbo al norte del cual regresábamos, cruzamos 5 aviones a mucha velocidad, y muy cerquita del nuestro. No puedo contarles a qué distancia aproximada porque no sé calcular entre nube y nube, no he tenido oportunidad. Pero era cerca lo suficiente como para ver que algunos eran más grandes. Se nota que los semáforos y señales viales en el aire funcionan bien. ¡Ah! mi alma novelera me llevó por un instante a creer que estábamos siendo atacados por otros aviones, como en las películas.
Hicimos un viaje hermoso, inolvidable, gracias a Dios.
Norma

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