Cuando llega el verano y tu calle se cubre de flores que asoman desde los jardines, creo verte venir, con tu chaqueta verde, tus zapatillas cómodas, el bolso sobre el hombro y tu hermosa pero triste sonrisa.
María helado, María caramelos, María quiero, dame, alcanzame…
María que nunca aprendiste a decir no.
Ahora que las distancias entre tu espacio y el mío nos acercan, vuelven hacia mí los días de nuestra juventud, nuestras confidencias y aquellas charlas mano a mano en las que nos contamos todo.
Pero nos faltó tiempo a las dos, ese que hubiéramos precisado para disfrutar, para alivianar el peso de nuestras cruces, y vos y yo seguimos por líneas paralelas, entregando nuestro tiempo a los demás, olvidándonos de vivir.
Algunas de mis amigas dicen que soy fuerte, eso yo no lo sé.
A veces pienso que Dios me tiene lástima y me deja para que haga reír a los demás, para que escriba, para que hable, como en estos momentos.
Faltan pocas horas para que el año se termine.
Debe ser por eso que te recuerdo tanto.
Atadas al yugo de nuestros mutuos trabajos, esperábamos el anochecer para cruzar algunas palabras, antes de regresar a casa.
Diciembre tenía para las dos ver desfilar caravanas de personas comprando, reclamando, exigiendo, y a veces sufriendo porque las monedas no alcanzaban…
Los domingos María! qué delicioso aroma venía desde la cocina de tu mamma, cuando aún la tenías, porque ahí sí, entablábamos nuestras charlas y yo te hacía reír ¡y qué linda era tu risa!
Quiero contare algo, no sé cuándo, pero un día voy a llegar a la tierra de los abuelos y te voy a buscar en los rostros de las mujeres gringas y te voy a encontrar, te lo prometo. Te lo prometo amiga…
BEBA LAPASTA
(Recordando a María Símula)
1 comentario:
Me emocionè Beba, siempre lo lográs o los años nos pillan y aflojan los lagrimales,jaja.Yo tambièn recuerdo a María con cariño,me vendìa los helados más ricos que comí en mi vida...los de la infancia, mami le compraba trozos de lechón calentito que era su manjar,papi solía aparecerse con una torta de maravillas que hacía su mami, y yo con Estela Caballero eramos las clientas fijas de las vaquitas La Martona,de dulce leche y chocolate.-Mi infancia y adolescencia estuvieron acompañadas con la sonrisa franca y dispuesta de María Sìmula, amorosa,sonriente siempre.-Llegabas y aparecía desde el largo pasillo que la separaba de su cocina...recuerdo hasta su novio...Un beso
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