1° parte
El pasado 5 de mayo nos fuimos con Quiti a México en una "segunda luna de miel". En esta oportunidad no pudieron acompañarnos Chiche y Eduardo Paloschi con quienes viajamos anteriormente y que son además los abuelos de Joaquín, nuestro primer nieto. Destino de nuestro viaje, Playa del Carmen más precisamente, que se encuentra en la Riviera Maya.
Esta vez como teníamos todos los papeles en orden y prolijitos no tuvimos inconvenientes. ¡Ah!, en un momento pasé frente a los mostradores de la Srta. GOL pero no la vi; tenía la intención de mostrarle mi documento viejito, más el DNI nuevo con su correspondiente cédula, el pasaporte y cédula federal. Recuerdo cuando me preguntó si tenía "otra identificación"... ahora me sobraban.
Hicimos tiempo tomando un cafecito, paseando por el free shop (¡carísimo todo!) y nos fuimos un rato antes a la puerta de embarque.
No podía ser que no viéramos a alguien conocido en Ezeiza. Junto a dos personas tomando algo en un barcito y más tarde en la cola de otra compañía aérea para hacer el check-in, estaba Manolo Galván, el cantante. De estatura baja, poncho sobre los hombros y con bastón.
El avión de COPA era masculino, tenía "azafatos" (auxiliares de a bordo varones) en vez de las tradicionales chicas azafatas que hay en los vuelos. Recuerdo sólo a uno pues se presentó: "mi nombre es Dylan y estoy para servirles"; muy atentos y cordiales todos los que integran esta flota panameña.
Creo que acá, en La Plata, hacía 8° cuando salimos de casa. Al llegar a Panamá (allí se hace escala) hacía ¡31°!. Calor agobiante, húmedo; la ropa nos molestaba. Dentro del aeropuerto se sentía mucho mejor por el aire acondicionado.
En un abrir y cerrar de ojos "perdimos" 2 horas ahí pues tuvimos que atrasar nuestros relojes por el cambio horario.
Tocumén, así se llama el aeropuerto de Panamá. Grandísimo. Hay muchísimos locales de ropa de marcas conocidas, zapaterías, indumentaria deportiva, joyerías, perfumerías, electrónica, etc. No podíamos salir del aeropuerto porque éramos pasajeros en tránsito.
Una capillita hermosa se encuentra en la intersección de dos pasillos. El altar con una cruz pequeña, cinco bancos a cada lado y una Virgen en un costado. Morocha, tallada en madera: Nuestra Señora de Loreto, dice un cartelito a la entrada.
Primera vez que vemos los reclinatorios (donde uno se arrodilla) acolchados y mullidos con cuerina verde oscura. ¡Gracias virgencita de Loreto por cuidarnos las rodillas gastadas por los años! Tengo que investigar si es protectora de rodillas con artrosis, displasias rotulianas, crujidos y ruidos raros... Aunque en éste último caso uno debería ir a un serviclub, me parece, para que le hagan un cambio de aceite. En fin, un lugar de oración y descanso en medio del caos que caracteriza a los aeropuertos.
Luego de 2 1/2 horas (no se hizo tan larga la espera en realidad) tomamos el otro vuelo a Cancún. Acá la tripulación era mixta.
Más explicaciones por si es necesario actuar en casos extremos, salidas de emergencia, chalecos salvavidas, máscaras de oxígeno, y muchos etc. No sé si llegado el caso uno se acuerda de todo lo que debe hacer... ¡tampoco quisiera averiguarlo! Más comidas y bebidas en un trayecto de sólo 2 h y 20'.
Hasta la próxima
Norma
Nuestra Señora de Loreto es la patrona de la aviación. Esta imagen fue bendecida por el Papa Benedicto XVI en el mes de diciembre de 2010.
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