Viajar es vivir
2° parte
El trayecto de Panamá a Cancún fue bastante tranquilo, salvo por algunas turbulencias breves que, como el comandante no dio aviso por los altoparlantes, nos tomó por sorpresa. No había tormenta eléctrica ni nada parecido; ¡sol radiante! Uno piensa sin querer en algún lomo de burro aéreo... o que el piloto no pasó la alcoholemia. Por lo demás todo bien.
Es impresionante ver el colchón de nubes blancas... De vez en cuando alguna sobresale más, como un iceberg o una montaña que se eleva por sobre las otras como queriendo llamar la atención. Más abajo, en algún lugar, se alcanzan a ver islas. Tendrían que poner alguna especie de carteles o identificación para que, tanto de día como de noche, uno sepa por dónde anda y de paso recordar la geografía aprendida en la escuela.
El aeropuerto internacional de Cancún se llama Benito Juárez. Es inmenso. Por segundo año consecutivo fue elegido el de mayor jerarquía de América Latina. Es uno de los más concurridos en el Caribe y también el punto de entrada al "Mundo Maya". Está situado en las afueras de la ciudad a 22 km de la autopista Cancún- Chetumal.
Mucha policía, incluso con armas largas para garantizar la seguridad. Creo, personalmente, que causan temor y por lo tanto uno termina sintiéndose inseguro.
Están los perros que buscan drogas y husmean todo el equipaje. Carteles que avisan que no se deben perder de vista las valijas, que no se debe permitir que ningún desconocido se acerque a ellas, que hay que controlar que estén intactas, que cualquier irregularidad debe ser notificada a la policía aeroportuaria... ¡demasiado para los primeros pasos en otras tierras!
Al pasar la aduana se coloca el equipaje de mano en la cinta transportadora y lo examinan con rayos X. Cuando estaba terminando de pasar mi cartera me pregunta un policía si llevaba alimentos o tabaco (está prohibido). Sorprendida por la pregunta le respondí que no (¡¡¡van a cumplirse dos años que dejé de fumar!!!). Dice nuevamente "acá (en la pantalla) se ve algo"... Un compañero dice que el bolso que tiene "algo" no es el mío sino el de una mujer que viene detrás. ¡No me quedé a averiguar que llevaba la señora!
Una vez que salimos del aeropuerto y ya en el exterior nos recibieron unos ¡34°! Subimos a la combi destinada a llevarnos al hotel distante 68 km en Playa del Carmen. Las vans son todas blancas y cuentan con el máximo confort. Algunas con capacidad para 6, 8 ó 10 personas. Aire acondicionado y DVD.
Muy lindas carreteras señalizadas; vehículos modernos, marcas desconocidas la gran mayoría, al menos para nosotros; colectivos de turismo y taxis "nuevecitos", con toda la tecnología a bordo. Hay muchas coupés (autos descapotables) una más linda que otra.
Llegamos al complejo Playacar donde se encuentran los hoteles tipo resort, uno al lado del otro, en una zona maravillosa. El nuestro es el Riú Playacar.
Me llamó la atención un cartel que dice "cuidado, ciclopista", así les llaman a las bicisendas.
Eran aproximadamente las 18 (de allá), y luego de registrarnos y que nos pusieran nuestro brazalete que nos identifica como huéspedes del hotel con acceso a todas las instalaciones, fuimos a la habitación con el tiempo justo para colocar la ropa en el placard, darnos una ducha y dirigirnos al restaurante para cenar. El horario para la cena es de 18 a 22.
¡Qué largo se había hecho el viaje! Pero ya estábamos instalados en ese lugar que es nada más ni nada menos que el paraíso...
Hasta la próxima
Norma
1 comentario:
Ami me gusta mucho viajar!! me encantaría poder conocer Cancún y disfrutar allí de sus encantos. Ojala pueda pronto cumplir mis sueños... un saludo!
Pau - Hoteles en Cancun.
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