martes, 18 de octubre de 2011

Mi lugar favorito en el mundo

Empecé a concurrir al Balneario Municipal a los cinco o seis años, en ese entonces, acompañada de mis hermanas mayores. De un lado el Parque Balcarce, con su cañón y sus juegos infantiles; del otro, una hilera de árboles y bancos de cemento que aún subsisten. En ese momento, a pesar de mi escaso conocimiento -y con instalaciones que hoy se podrían denominar precarias- elegí al Balneario Municipal de Tapalqué, como mi lugar favorito en el mundo. Mucho más tarde, nos enteramos que se había construido durante el progresista gobierno municipal de Don Pedro Aguer y que Aníbal Aguirre había sido el que había nadado en sus frías aguas, el día de la inauguración.

Bajo las sombras de esos árboles tomábamos mate, una tarde de verano, cuando vimos desaparecer bajo el agua a un joven (creo que de apellido Olivetto) que nos pedía auxilio con su mano, cuando se estaba hundiendo. A nuestra voz de auxilio, aparecieron los jóvenes, “expertos nadadores” de la época, (me acuerdo del Negro Trueba y Vitrola Cocconi y otros cuyos nombres escapan a mi memoria) quienes sumergiéndose una y otra vez, lograron ubicarlo y sacarlo a la superficie. Como lo trajeron para el lado donde estábamos, observamos los primeros auxilios que le practicaban, turnándose, Cata Fittipaldi y Titina López, quienes lograron descubrir que la lengua al darse vuelta había impedido que el joven tragara agua. Los ejercicios y el aire puro del Balneario hicieron el resto y al poco rato vimos como, ”el ahogado”, se desplazaba sin dificultad por el parque.

Pasó mucha agua bajo el puente, ese mismo puente del que contaban se tiraba Pedrito Mamonde, cuando había inundación, sin pensar que, años después, mis hijos repetirían la misma experiencia.

Estas y muchísimas otras anécdotas podría contar sobre el Balneario Municipal que se mantuvo imperturbable ante la marcha del tiempo, hasta que fue elegido Intendente, don Pancho Salvo. Con un sano criterio, no modificó el Parque Balcarce sino amplió el Balneario sobre la otra margen. Arbolado, mesas con sus respectivos bancos, baños, confitería y luego, en los años subsiguientes, camping, farolas, colonia de vacaciones, incorporación de la quinta adyacente al parque Balcarce y la construcción de distintas canchas para practicar deportes, etc., etc., además de la remodelación y mejoramiento de lo ya existente

El Balneario fue creciendo y creciendo… y salvo algún exaltado -de esos que nunca faltan y que les gusta ir contra la corriente- siempre se respetó lo anterior porque, en realidad, la distribución de los espacios no los implantó el municipio sino que se fueron implementando por el uso que la gente hacía de ellos.

Al promediar la década del 60, volví al Balneario Municipal para llevar a mis hijos y a una cantidad de sobrinos que las madres me confiaban. Sobre la orilla del arroyo que daba al parque Balcarce, cerca de la compuerta, se organizaban las competencias de natación que, en un primer momento, organizaba Titina López y posteriormente el Negro Fernández. Los niños y jóvenes de aquella época, participaban de las carreras de natación, recorrían los pueblos vecinos y casi siempre ganaban. Todavía conservo los galardones que les entregaban en esos torneos.

Estoy segura que cualquiera de las personas con las que me he cruzado en tantos años de frecuentar el Balneario, podría contar sus vivencias (que no se pueden borrar de un plumazo como le gustaría hacer a más de uno), demostrativas que el Balneario no era de nadie y era de todos; lucía impecable porque los que allí concurríamos cuidábamos que la basura se depositara en los lugares correspondientes (los famosos UTILÍSEME, que tanto nos hacían reir y al mismo tiempo tan prácticos), El Balneario dependía de la Municipalidad, pero tenía vida propia. Esa vida se la daba la gente que no faltaba un día, aunque lloviera y que eligió con total libertad los espacios para disfrutar.

Estos recuerdos vienen a la memoria porque me han dicho que en el parque Balcarce van a construir un complejo deportivo con una pileta de natación cubierta. Me parece interesante el proyecto, pero para construir en otro lado. Hay que comprar más terrenos para desarrollar todas esas ideas. Para empezar si tienen dinero para invertir en el Balneario, propiamente dicho, lo primordial sería sanear las aguas del arroyo Tapalqué, aunque es difícil. En general, los gobiernos no invierten en ecología, porque no se ve. Por el contrario, piensan que hay que poner mucho cemento y/o ladrillos y construir paredes que lleguen bien alto, así llaman la atención y todos ven que se ha hecho obra, aunque le pasen por arriba a la naturaleza.

Los que concurríamos todos los días al Balneario, habíamos hecho un recorrido ideal, según la edad del niño. Cuando era bebé en las escalinatas grandes, cuando ya era un incipiente nadador, había que cruzar la compuerta e ir a las escalinatas cerca del Puente Nuevo, luego a medida que progresaba en edad y en la natación, el lugar eran las escalinatas del medio. Y finalmente, el chico, hábil nadador ya, accedía al trampolín y a la compuerta donde era más profundo. Recién ahí la madre podía disfrutar tranquila.

Por elección de la gente, el parque Balcarce por sus escalinatas grandes y seguras, fue elegido para el primer contacto de los niños con el agua. Los mismos juegos que allí existían, revelaban que ese lugar fue pensado como parque infantil, por su amplitud, porque podían disfrutar de la naturaleza sin peligro, correr de un lado para otro en un clima de total libertad, tranquilidad y esparcimiento, tan aconsejable en los primeros años de vida. Seguramente las costumbres han cambiado, pero no creo que el Parque Balcarce haya dejado de ser el lugar preferido por las familias con hijos pequeños.

“No hay que desvestir a un santo para vestir a otro” se decía en mis tiempos. Más o menos lo mismo que decir ahora: “No le quiten a los niños ese lugar de ensueño”. Si se desea mejorar el parque infantil se podría incorporar al lugar más juegos, movimiento y color, como se ha hecho en La Plata en los lugares de recreación o una pileta al aire libre para niños con agua saneada. Y la pileta cubierta que vaya a engrosar la lista de proyectos con las aguas termales, Tapalim y el parque industrial que aún, están en carpeta de espera.

Muchos argumentan y hasta lo he leído, que las críticas a los proyectos, obstaculizan el progreso. Sin embargo la historia muestra como los movimientos sociales y la crítica hacia proyectos inconducentes o mejorables, han producido el avance de la humanidad, con más contundencia que lo que han logrado los pueblos obsecuentes o que viven de rodillas. Algún día, si Dios me da vida y salud, a través de este blog, les contaré cuantos proyectos se lograron mejorar, con la crítica realizada cuando me desempeñaba como periodista por los “pagos de Tapalqué”. Me pregunto, con tantas refundaciones ¿se podrá decir todavía "pagos de Tapalqué"?

Hasta entonces: Gladis Fittipaldi

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