Su existencia refleja el destino, la épica dimensión que alcanza una vida insignificante.
Cuenta la historia que Arnarulunguaq no debía vivir. Su madre optó con la frialdad de madre de la entonces Thule. El hambre ya estaba ahí y debía ahorrarle los sufrimientos a su hija menor. Los meses de frío interminable sin depósitos de comida ya habían llegado y era también su deber salvar a los otros hijos.
Preparó un soga para quitarle la vida, Arnarulúnguaq con tan solo 7 años dejó hacer a su madre con tranquilidad, era su madre. Aceptó sin quejidos, acaso sin miedo ni coraje, la explicación convincente, de gente que no tiene dios pero cree en una especie de diosa del mar, de reencarnación, de armonía. En los pocos minutos que precedieron a la ejecución un dominó de llantos salvó su vida. Primero fué uno de los hermanos que pidió por favor que le dejaran a su hermanita para él, luego empezaron a llorar los otros, mientras la robustéz de madre polar se derretía también en su propio llanto.
Quizo la historia ofrecerle una oportunidad única, cuando Knud Rasmussen preparó la quinta expedición de Thule, aquella indescriptible travesía que abarcó casi dos terceras partes de la circunferencia del globo por el polo, fué elegida junto a su marido y otras dos parejas de esquimales para acompañarlo en trayectos que el líder de la expedición dispondría.
En agosto de 1921 el barco llamado ”Rey del mar”, un antiguo barco noruego de cien toneladas equipado para los hielos, los pasó a recoger por Thule, se eligió el campamento base en una isla ahora canadiense, aunque no tenían bien la certeza de donde quedaba y donde desembarcaron cientos de perros, trineos y alimentos. Volvieron a Nuk (Puerto Esperanza) en busca del resto de la expedición, allí el marido de Arnarulúnguaq se enfermó y falleció antes de comenzar el verdadero viaje.
Knud Rasmussen le propone volverla a Thule, pero Arnarulúnguaq le contesta: ”Antes ustedes necesitaban de mi, ahora yo los necesito a ustedes”.
Fué una companía imprescindible, aparte de las tareas que le cabían, cocer carne, coser las vestimentas y kamikas (botas), era una buena cazadora, sabía manejar el trineo, se volvió una buena etnógrafa y excavadora de antiguos asentamientos que fueron encontrando en el interminable camino. Terminó siendo la única junto a otro joven esquimal, Miteq (el nombre significa una especie de pato de mar), que acompañaron a Rasmussen los últimos 18 meses a través del pasaje del noroeste hasta el estrecho de Bering y la Siveria (Vitus Bering, un danés que trabajaba para un zar ruso, descubrió Alaska, también buscando el pasaje).
Esperaron en vano una autorización para entrar a Rusia, entraron igual buscando unir el resto de sus hermanos, pero fueron deportados.
Famosos, recibidos por el presidente de EEUU invitados en la Casa Blanca, luego de 18000 km de trineo por el polo inhóspito, iglúes y chozas insignificantes, a través de un viaje de cuatro años, desde un rascacielos americano exclamó:
” Y nosotros que creíamos que la majestuosa naturaleza era lo mas grande!”
Aasiaat, antiguo lugar de encuentro, miro por la ventana, las montañas rocosas, el mar calmo. Estuve en este mismo lugar en febrero, el hielo lo cubría todo, haciendo del archipiélago un suelo firme, conectando sus islas donde me perdía con mi humilde honda temiendo a Nanoq. Me asombra ver desde el avión la diminuta isla, el cacerío.
Atrás de la escuela donde se jugaba a la pelota y se patinaba hay un lago entre las rocas, mas atrás las pistas de ski son también lagos, descubro calles y escaleras que en febrero no existían, entonces tapadas por el hielo.
Nadie me fué a esperar al pequeño aeropuerto y solucioné por mi cuenta las cosas prácticas, me dirijí a una ambulancia que esperaba a una anciana y me trajeron con mis 35 kilos de equipaje, entré al hospital y conseguí refugio, al rato estaba instalado como de costumbre.
Son meses de alguna manera históricos en estas latitudes, el polo se deshiela y por primera vez en la friolera de 125000 años se abre el pasaje del noroeste y del noreste de Groenlandia. No es poco, a través del canal de Suez, un barco desde Alemania, debe atravesar 18000 km para llegar a Japón, por los pasos del norte se ahorran casi 6500 km y esto recién empieza.
Hoy, un simple (?) cambio climático hace posible lo imposible, se meten los barcos polo adentro atravesando, lo que portugueses, ingleses, holandeses, daneses, noruegos, vascos, gallegos y americanos, con su destreza e inversiones no puedieron lograr.
Quedan en el tiempo reciente todas las aventuras e intentos. El hielo, que acechó con sus inviernos a las expediciones que durante un par de siglos buscaron el pasaje, obligaba a invernar a sus tripulantes y destruía sus barcos enormes, incrustándolos atornillados hasta destrozarlos. Sepultados desde ayer en lugares que solo los inuitas reconocen, dejando derretidas en el horizonte sus hazañas, almas que juegan a la pelota con un cráneo de morsa como quiere la saga de la aurora boreal o sumergidos donde reina la diosa de los animales que se dejan matar.
Que le deparará el destino a Gronelandia? Como tantas otras paradojas, hacen colas las companías por explotar sus recursos naturales ahora que empieza a ser posible, parece que al capital le está negado aprender de sus propios errores y a sus críticos frenarlo. Si el efecto invernadero hace posible que se derrita el hielo, pronto se podrán explotar los depósitos del golfo del Disco que veo por la ventana, desde donde las cañerías subterráneas alimentarán muy probablemente parte de América y cincuenta mil inuitas poco podrán hacer, más que disfrutar sus ganancias momentáneas, como una maldición anunciada.
Arnárulunguaq sobrevivió a la condena de su infancia, visitó por el hielo con sus perros sus lejanos linajes a través de la circunferencia polar, vió New York y fué recibida por el rey en Dinamarca. Allí se enfermó de tuberculosis, volvió a Thule, se volvió a casar, esta vez con un hijo de Robert Peary, el famoso investigador polar, el primero en llegar al polo norte con la ayuda de ellos, quien frecuentó y fecundó el cacerío de entonces, Ummanaq (corazón), luego Thule, hoy Qaanaaq.
Allí en frente a Qaanaaq se asentó con su nuevo marido. El lugar es actual territorio canadiense del que no pueden disponer libremente.
Dicen que no hablaba de la travesía y en las fiestas era la primera en entrar en trance con esa especie de pandereta bombo con la que bailan y recitan, la enfermedad pudo con ella, aguantó nueve inviernos.
Como no se tienen datos de los nacimientos anteriores a 1910, no se sabe cuantos años tenía. Miteq era su primo y murió de viejo el 17 de agosto de 1978.
Nano
Link con fotos de la expedición: http://www.arktiskebilleder.
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