Poco después Julio Cortázar leyó en letras de molde Casa Tomada con dos ilustraciones a lápiz de Nora Borges. Pasaron los años y me confió una noche, en París, que ésa había sido su primera publicación. Me honra haber sido su instrumento…..”
Cuando Gastón Pérez Suárez cruzó la calle ni siquera miró el tráfico, acostumbrado a palpar la realidad con todos sus sentidos, ni relojeó ni miró por el rabo como quién dice, una bicicleta silenciosa rozó su brazo y una especie de puteada gutural encontró su idioma. La calle algo angosta con su nombre impronunciable ”Tordenskjolsgade”, algo así como ”Calle del escudo del trueno” hizo honor a su nombre, el viento revoleó parte de una caja en la vereda y esta reveló su contenido.
Miró curioso, se trataba de libros, desde las hojas flameando le resultó inmediatamente familiar la tipografía, el idioma, y se puso a urgar a lo pordiosero en busca de comida. Los libros estaban bien cuidados, unos veinte, todos en español, en el fondo dos biografías y varios libros de cuentos de Julio Cortázar, del mismísmo Cortázar!
GPS miró para arriba como de costumbre, desde que le habían copiado las iniciales para diversos aparatos se sentía interceptado, por lo general temiendo lo peor, que lo multaran por cruzar la calle donde no debía, por haberse metido de cabeza en una caja que no era suya. Pero esta vez miraba para arriba y agitaba los brazos como dándole las gracias al cómplice satelital que lo había guiado hasta el tesoro. Los libros no le resultaban desconocidos, a algunos cuentos los conocía casi de memoria, El Perseguidor formaba parte de sus mas preciados, los Cronopios eran sus hermanos y una de las biografías ya la había leido, en la otra se zambulló abstraido en el cordón de la vereda sin inmutarse por el ruido ni las miradas. Lo insólito era que le tocara justo a él, en los 56◦ 10’ 27.92”N 10◦ 13’ 03.05”E!
Pasaron no menos de tres horas, bastante tiezo se levantó exhausto, satisfecho. Hacía tiempo que estaba obsesionado por las cosas que van a parar a cualquier lado en este mundo cada vez más lleno de cosas. Los libros aunque algo obsoletos por tamaño, gastos de impresión, encuadernación, transporte, etc. seguían siendo un recipiente bastante compacto para almacenar. Se acordó de una frase de las tantas ininteligibles de Lacan quién preguntaba cómo meter un elefante en el baño: ”nombrándolo” se respondía para regocijo de sus discípulos del barrio latino.
También le vino a la mente el texto casi completo conque Borges lo condecoró al redactar los prólogos para los cien libros que deberían ser por gustos, historia, estilos y disciplinas, los mejores libros con los que un lector debería dar. El primero de los cien es el de ”Cuentos” por Julio Cortazar.
”…Los personajes de la fábula son deliberadamente triviales. Los rige una rutina de casuales amores y de casuales discordias. Se mueven entre cosas triviales, marcas de cigarrillos, vidrieras, mostradores, whisky, farmacias, aeropuertos y andenes. Se resignan a los periódicos y a la radio…”
Todas esas cosas dentro de un libro no ocupan tanto lugar, pensó.
Siempre se consideró un Cronopio, en este mundo más y más colmado por Famas y mas famas con muchas cosas, los Cronopios siguen destinados al placer de sus propias peripecias. Con su interés por cosas totalmentes insignificantes, por acariciar gatos, perros, flores, caballos, volantes, hilos y colas y barriletes. Mojando las galletitas en sus lágrimas naturales ya sea de risa o de desamparo, todos los días de un Cronopio están destinados a la supervivencia de su ser soñador y a dominar la angustia que provoca la burla de los famas, ganadores de pomposas 4x4 y casas con perros y cercos infranqueables. Encarcelados en campos y casas tomadas por ellos mismos antes que se las tome otro. Inmutables, mutilados de la duda, ese bichito tan preciado para un Cronopio que no los puede tomar en serio, menos desde la eternidad, sentado en ese cordón de la vereda, leyendo.
Volvió a revolver en la caja, una mano de esas con sopapa y un alambrecito para saludar tenía un montón de papeles en blanco prendidos con un broche. Juntó los libros y de la mano de la mano volvió a cruzar la calle,.La tarde había caido, estaba con hambre, el culo dormido y se sentía feliz.
Esa noche se jugaba la copa de campeones, la final del Barcelona con el Manchester, pasó por lo de un amigo con canal privado, dejó los libros con la mano y los papeles en la cocina y empezó el partido. En el transcurso de los 120 minutos ocurrieron curiosidades, cada vez que iban a la cocina a fumar, tomar y ojear los libros, metían un gol. Pusieron la mano con la sopapa en la ventana, le dieron envión y volaron los papeles, en el living hicieron otro gol. Festejaban cómplices el descubrimiento improbable, después de varios vinos pensaban en llamar a los respectivos entrenadores y chantajearlos. Tanto vino y tanto fumar había hecho terminar el partido 13 a 10 para el Manchester, lo que corroboraba el mano a mano.
La mano seguía saludando y no hace falta mucho para confundir y euforizar a un cronopio.
”…la topografía corresponde a Buenos Aires o a Paris y podemos creer al pricipio que se trata de meras crónicas. Poco a poco sentimos que no es así. Muy sutilmente el narrador nos ha atraído a su terrible mundo, en que la dicha es imposible…”
Suspendidos los planes por conjeturar dinero a montones pero paladar seco, el día terminó a los tropezones, la caja de libros en la camioneta y mañana a comprobar borrosamente que no fué un sueño.
Luego tratar de olvidar, aunque para no extraviarse la posición figura en la solapa de un libro: 36◦20’52.39”S 60◦01’49.23”V.
Pd: Feliz cumple a mi Tía, que siempre pienso en ella.
GPS
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