Lo que hace falta
 Una democracia, para ser válida, debe instalarse en un pueblo culto y ser guiada por personalidades responsables. De otra manera no llegará jamás.
 Es inútil contar con un pueblo maravilloso, si a ese pueblo lo confunden políticos necios; si los gobernantes oscilan entre darles la razón, como a un niño, para que no moleste, o castigarlo con rudeza, como a un niño, sin darle explicaciones.
  Unos políticos incultos pasarán siempre de la demagogia a la tiranía. Porque no sentirán respeto por su pueblo.
 Antonio Gala. En propia mano (Espasa-Calpe, Madrid)
 
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