Simplemente para todos era Merele. En los ámbitos turfísticos especialmente de Palermo y San Isidro, René Giobbi. Y nos cuesta hablar en pasado, porque si bien fisicamente nos dejó, Merele permanecerá en el recuerdo de todos nosotros por muchísimo tiempo.
Un ganador de la vida. Un ejemplo para quienes queremos tener un espejo para intentar imitarlo y seguramente tendríamos una Argentina mejor.
Apasionado como pocos por el turf. Con una capacidad para hacer rendir a un SPC, como pocos. Por eso no extrañó que con frecuencia, en cada viaje a los escenarios Mayores, sus ejemplares merecieran la admiración del público, cuando al hacer el paseo era fácil deducir que llegaba con los “diez puntos” y luego cosechaba victorias o puestos rentados del marcador.
Y repito y nunca me cansaré de hacerlo. Un verdadero ganador de la vida. Porque jamás perdió esa humildad que lo caracterizó, ese apego a la familia, ese defender a su terruño y empleando constantemente palabras justas, que entre mate y mate, nos hacía a quienes compartíamos esas ruedas de amigos y en muchos casos “burreros”(en el mejor sentido de la palabra), nos hacían reflexionar.
Un hombre de ley. Un trabajador incansable. Un optimista de la vida y en muchos casos de la realidad de esta Argentina, que no lo dejaba doblegar, pese a los escollos que podían presentarse en el camino.
Un hombre auténtico. Sin maquillaje. Espontáneo. Solidario. Trabajador. Y seguramente los adjetivos no terminarían nunca de emplearse y reflejarían lo que fue René Giobbi o simplemente Merele.
Con esa capacidad que pueden ostentar pocos, para preparar un Sangre Pura de Carrera. Haciendo trascender a Tapalqué a los niveles más altos en la actividad hípica nacional. Como fueron Cacho Sarfield, los hermanos Ciaffardini, el haras San Pedro, el actual haras Vadarkblar de los hermanos Crotto. Sabiduría y trabajo. Dos conceptos para ser igual a EXITOS.
Seguramente respondiendo al llamado de Dios partió, con esa humildad que siempre lo caracterizó, montado en alguno de esos caballos que hicieron vibrar a miles de aficionados.
Se nos fue fisicamente Merele. Pero nos dejó ese cúmulo de enseñanzas y esa hombrìa de bien, que ojalá quienes tuvimos el privilegio de compartir muchas horas con él, sepamos asimilarlas.
Se fue un grande de la Hípica. Pero más gráfico, es decir nos dejó un GANADOR DE LA VIDA. Un hombre excepcional. Un ser humano para imitar. Un ejemplo de vida.
A su familia el abrazo fraterno y el deseo de encontrar resignación para tan irreparable pérdida.En mi caso, particular, se me fue un excelente amigo y mejor persona. Por eso me cuesta sobrellevar el dolor que su fallecimiento me produjo. Pero me queda la enorme satisfacción, de haber podido compartir muchos momentos, y lo reitero por enésima vez, con un gran HOMBRE. Ejemplo para todos.
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