miércoles, 1 de abril de 2009

Reflexiones ante la muerte de Alfonsín

Para quienes nos formamos en la escuela laica, recitar el Preámbulo de la Constitución Nacional era más que un ejercicio nemotécnico. Era una profesión de fe, porque creíamos fielmente en sus postulados. Cuando apareció el Dr. Raúl Alfonsín que cerraba sus discursos con aquellas palabras señeras: ¨con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino; invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución para la Nación Argentina¨, renacieron las esperanzas de lograr una democracia estable en la Argentina.
Luego, en el ejercicio de esta concepción del periodismo que nos llevaba a tomar distancia del poder, coincidimos y discrepamos muchas veces con las decisiones de su gobierno. Discrepamos. especialmente, con las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final y el Pacto de Olivos, pero siempre identificamos su nombre como la de un defensor auténtico de la democracia y a su gobierno, como el propulsor de un proyecto largamente anhelado por los argentinos, que se fue diluyendo con el tiempo. con los cambios sucesivos en el poder. Ante la partida definitiva nuestro respetuoso homenaje. GSF

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