Quisiera levantarme una mañana, y no volver a ver escrita la palabra muerte.
Esa palabra oscura, que solamente se escuchaba, cuando algún buen vecino, entrado en años, por ley de la vida, dejaba nuestro mundo.
Pero es que ahora, en esta patria donde habito, la vida parece ser que no vale nada.
Se suceden marchas, reclamos, cuando es un derecho innegable que existan la paz, la justicia y el orden.
Y se acumulan los muertos, sin importar edad, ni sexo ni nada.
No tengo miedo por mí.
Más bien siento una enorme pena por los que sueñan, los que creen, los que anhelan un futuro mejor.
¿Dónde están las promesas?
¿Dónde está la verdad? ¿En qué remoto lugar están escondidas la decencia y la honestidad? ¿Bajamos los brazos, sellamos nuestros labios, nos quedamos en el margen, no decimos nada?
¿Seguimos cantando el Himno como si nada pasara?
¿Inauguramos obras, cortamos cintas?
¿Ponemos rejas y más rejas en nuestras ventanas hasta convertirnos en prisioneros?
¿O hacemos como el avestruz?
En mis años de escuela, se me quedó grabada una expresión del general San Martín, siempre vigente:-¡Ánimo! ¡Para los hombres de coraje se han hecho las empresas!-
Se me cruzan mil letras de canciones para expresar mi dolor, mi descontento y mi desesperanza.
Y golpean en mi corazón estos versos que canta Silvio Rodríguez:
La vida no vale nada
si no es para perecer
porque otros puedan tener
lo que uno disfruta y ama.
La vida no vale nada
si yo me quedo sentado
después que he visto y soñado
que en todas partes me llaman.
La vida no vale nada
cuando otros se están matando
y yo sigo aquí cantando
cual si no pasara nada.
La vida no vale nada
si escucho un grito mortal
y no es capaz de tocar
mi corazón que se apaga.
La vida no vale nada
si ignoro que el asesino
cogió por otro camino
y prepara otra celada.
La vida no vale nada
si se sorprende a mi hermano
cuando supe de antemano
lo que se le preparaba.
La vida no vale nada
si cuatro caen por minuto
y al final por el abuso
se decide la jornada.
La vida no vale nada
si tengo que posponer
otro minuto de ser
y morirme en una cama.
La vida no vale nada
si, en fin, lo que me rodea
no puedo cambiar cual fuera
lo que tengo y que me ampara.
Y por eso, para mí,
la vida no vale nada.
(Autor: Pablo Milanés)