Aasiaat! Antiguo lugar de encuentro de inuitas. El mar congelado por completo, el invierno más duro de los últimos quince años, con temperaturas cotidianas de -30 que llegaron hasta pasar los -40 grados, porfiando el comprobado calentamiento global.
Ayer llegué, me esperaron en el aeropuerto y me trajeron en ambulancia a un pequeño departamento del hospital. Entré y comprobé que no tenía internet pero que era acogedor como suelen ser. Las cosas indispensables en su lugar, la ropa de cama, de aseo y la calefacción al máximo para que no me asuste de entrada. Televisor y equipito de música.
Me llevaron en la ambulancia al otro extremo del pueblo donde queda la clínica, trayecto de un par de km destinados a tranquear de aquí en más todos los días durante cinco semanas. Me recibió una dentista danesa hablando en italiano. Tenían duda de donde venía y daban por sentado que con ese nombre no podía ser otra cosa que italiano!!!
Yo estaba cansado, había salido al amanecer de Århus, después de dormir pocas horas, de haber tomado un colectivo y tres aviones. El chofer de la ambuancia me había dicho que me volvía a buscar. Miré por arriba la clínica, pedí las llaves para poder ir el fin de semana a ver que hay y que no hay de materiales y les dije que me volvía caminando para de paso ver el pueblo y orientarme.
23 grados bajo cero, antes de salir del departamento me había abrigado. Sentí el frío en la cara y me puse un pasa montañas y los guantes. Vi un rompe hielos acercarse al puerto (hace más de un mes que no llegan barcos). Caminé hasta un supermercado e hice las compras necesarias, avena y leche para el desayuno, arroz del oriente, aceite, cebollas, azúcar y tres bandejas de carne de oferta. Salí pensando que sabía adonde quedaba el departamento, caminé subiendo y bajando por el hielo con dos bolsas de compras hasta que me di por vencido. Pasó un taxi (los groenlandeses tienen bastante taxis) lo paré, cuando le conté al hombre que andaba allá perdido en un pueblo tan pequeño, se rió sin muchos dientes. Fututo paciente, pensé y me dejó donde le pedí, atrás del supermercado, donde había hecho las compras, pegado al hospital.
Primeras horas en Aasiaat, un pueblito de unas 3000 personas sobre una isla que deja de ser isla cuando a los inviernos se les antoja volver a ser lo que eran antes y congelarlo todo, facilitando así el irse con los perros y el trineo a cazar y recorrer la inmensidad.
Me tiré en la cama y dormí catorce horas, (por suerte soy de buen dormir donde sea!) me despierto cuando acá son las cinco de la mañana, en Argentina las seis y en Dinamarca las nueve.
Y allá ustedes, seguramente quejándose del calor y de que les cambiaron una miserable horita!!!
Salí temprano a caminar y tantear el frío, algunos pescadores trataban de destrabar sus barcos del hielo y de a poco algunos salieron a buscar la pesca diaria. El hielo lo cubre todo firme como roca, solamente hay un canal que dejó el barco que vi entrar ayer.
Saludos
Nano
Ayer llegué, me esperaron en el aeropuerto y me trajeron en ambulancia a un pequeño departamento del hospital. Entré y comprobé que no tenía internet pero que era acogedor como suelen ser. Las cosas indispensables en su lugar, la ropa de cama, de aseo y la calefacción al máximo para que no me asuste de entrada. Televisor y equipito de música.
Me llevaron en la ambulancia al otro extremo del pueblo donde queda la clínica, trayecto de un par de km destinados a tranquear de aquí en más todos los días durante cinco semanas. Me recibió una dentista danesa hablando en italiano. Tenían duda de donde venía y daban por sentado que con ese nombre no podía ser otra cosa que italiano!!!
Yo estaba cansado, había salido al amanecer de Århus, después de dormir pocas horas, de haber tomado un colectivo y tres aviones. El chofer de la ambuancia me había dicho que me volvía a buscar. Miré por arriba la clínica, pedí las llaves para poder ir el fin de semana a ver que hay y que no hay de materiales y les dije que me volvía caminando para de paso ver el pueblo y orientarme.
23 grados bajo cero, antes de salir del departamento me había abrigado. Sentí el frío en la cara y me puse un pasa montañas y los guantes. Vi un rompe hielos acercarse al puerto (hace más de un mes que no llegan barcos). Caminé hasta un supermercado e hice las compras necesarias, avena y leche para el desayuno, arroz del oriente, aceite, cebollas, azúcar y tres bandejas de carne de oferta. Salí pensando que sabía adonde quedaba el departamento, caminé subiendo y bajando por el hielo con dos bolsas de compras hasta que me di por vencido. Pasó un taxi (los groenlandeses tienen bastante taxis) lo paré, cuando le conté al hombre que andaba allá perdido en un pueblo tan pequeño, se rió sin muchos dientes. Fututo paciente, pensé y me dejó donde le pedí, atrás del supermercado, donde había hecho las compras, pegado al hospital.
Primeras horas en Aasiaat, un pueblito de unas 3000 personas sobre una isla que deja de ser isla cuando a los inviernos se les antoja volver a ser lo que eran antes y congelarlo todo, facilitando así el irse con los perros y el trineo a cazar y recorrer la inmensidad.
Me tiré en la cama y dormí catorce horas, (por suerte soy de buen dormir donde sea!) me despierto cuando acá son las cinco de la mañana, en Argentina las seis y en Dinamarca las nueve.
Y allá ustedes, seguramente quejándose del calor y de que les cambiaron una miserable horita!!!
Salí temprano a caminar y tantear el frío, algunos pescadores trataban de destrabar sus barcos del hielo y de a poco algunos salieron a buscar la pesca diaria. El hielo lo cubre todo firme como roca, solamente hay un canal que dejó el barco que vi entrar ayer.
Saludos
Nano
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