-Carnavales eran los de antes ¡Qué corso feo!-
Estas frases se vienen repitiendo casi a diario por parte de todos los antiguos y jóvenes pobladores tapalqueneros, que recuerdan con nostalgia tiempos pasados y se nos acercan como esperando de nosotros una respuesta razonable.
Es que desde hace un par de años, los corsos vienen, como dice el tango, “cuesta abajo en mi rodada, sin remedio y en picada.
El sentido del carnaval se ha desvirtuado para dar lugar a un espectáculo deprimente, descolorido, sin gracia, sin sentido y lastimoso.
Si nos remontamos a los carnavales de antaño, quienes hemos participado de esta fiesta popular sabemos que:
-Es una fiesta del pueblo y para el pueblo.
-Tiene mayor trascendencia cuando se vive en libertad y en democracia.
-Que históricamente se realizó en el radio céntrico. (En Tapalqué, en la avenida 9 De Julio).
-Que durante la dictadura militar fue prohibido.
-Que el Centro de Comerciantes en pleno, apoyaba esta fiesta.
-Que gran aporte económico provenía del municipio.
-Que previamente, con la debida anticipación, se creaba una Comisión Organizadora integrada por vecinos, respetando el calendario en tiempo y forma. (Salvo excepciones).
-Carnaval significa “fiesta de la carne”.
Durante tres días el pueblo participa en juegos, bailes, desfiles, etc.
el martes a la noche, se realiza la quema del Rey Momo, ya que el Miércoles de Ceniza, comienza la Cuaresma, con la imposición de las cenizas que nos recuerdan que nuestro pasaje por la vida es pasajero y nuestra vida verdadera está en el cielo.
-El Rey Momo , no era ajeno a nuestras tradiciones, se identificaba su cabeza, con alguien que no hubiera hecho las cosas del todo bien durante el año, por lo que se adquiría una máscara de grandes proporciones, con un rostro universal (jamás con un personaje importado de los Estados Unidos).
-El testamento era redactado por todo el pueblo, que días antes de finalizar los corsos, alcanzaban en sobre cerrado y en forma anónima, las coplas que la comisión ensamblaba, rechazando aquellas que trasgredían las normas de convivencia, dando lugar así, a un escrito armonioso y pintoresco que provocaba risas y aplausos del público.
Pero sucede que, (y de esto somos todos culpables), los que deben hacerse cargo de organizar las fiestas carnestolendas han deslindado responsabilidades en comisiones o cooperadoras cuyo fin es exclusivamente económico.
De ahí nuestro título “Poderoso caballero es don dinero”…
Porque empeñados solamente en recaudar fondos, poco les preocupa la verdadera esencia del carnaval.
Y así, por dejarnos estar, por callarnos, vamos perdiendo nuestras tradiciones, nuestra cultura, nuestros valores, que hacen a la identidad de los pueblos.
Un carnaval que duele, que hiere los sentidos, que despierta distintas inquietudes, hacen pensar, que en algo más nos estamos equivocando.
Susy y Beba Lapasta
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