Esto llega a su fin
o su comienzo,
según se lo mire.
Estoy tan agradecido de poder vivirlo que me siento satisfecho, tanta intensidad desolada, tanto sol tenue a la altura de los ojos todo el día, gente alegre, con toda la humildad que vivir en el polo requiere.
Recorrí hasta dar con el hielo continental, vi los ríos congelados ondulados, como si una vara mágica hubiese detenido el recorrido, caminé entre piedras inusualmente pisadas, di con grietas estremecedoras en la superficie y escondidas en las almas de su gente.
No puedo pedir nada más, me voy con una sensación de haber estrechado un vínculo, de haber detenido por un rato mi palpitar en este temprano amanecer, donde esas 600 almas despiertan de su invierno.
Satisfecho y cansado me entrego a la experiencia, me río con ellos, festejo con ellos.
No soy el primero en haber perdido algo por estos lugares, pero es difícil explicar qué y porqué se lo pierde y ni si intenta buscarlo. Será la lejanía? La cercanía de unos a otros? La sonrisa de su niños, el temple de sus ancianos, los gritos y risas de sus mujeres? El bendito encanto de lo intacto? Lo simple, sin horario, sin calor?
El broche de oro estaba deparado por una carrera de trineos, el sábado como a las dos rumbié para el hielo. Debían recorrer 45km de la inmensidad inabarcable, puro mar congelado, témpanos y alguna isla. Los perros indomables salieron al tiro de un rifle, unos quince trineos, algunos con 12 o 15 perros otros con no más de cinco, perros que se empacan y van arrastrados por el hielo cientos de metros, atrás, tirados revolcados por la velocidad de los otros hasta que el jinete de un tirón y latigazos sin errar lo pone en carrera. Un espectáculos de chasquidos de látigos y gritos ancestrales.
A la hora y media se ve un punto en el horizonte, se suspende el partido de fútbol de veinte contra veinte, por supuesto en el hielo. Llega el primero, atrás inmediatamente el seguno y el tercero, gritos, levantan los trineos en andas, los perros exhaustos muequean la nieve.
El último en llegar es el chofer del hospital, le regalan 20kilos de comida para perro y todos se ríen (afuera del hospital hay un trineo de ambulancia, nuestro chofer debería ser rápido!!!)
Toda Qaanaaq está en su hielo, que hermosura!, los niños destruyen un iglú, los viejos se sientan en banquetas, todos se ríen.
Reparten los premios, suculentos como cuadreras ganadas entre contrincantes de siempre. Uno de mis pacientes, Lars, llega segundo, el marido de la cocinera del hospital, tercero.
Es sábado y aunque es los viernes y cuando han cobrado que se desmadran en el bar, presiento fiesta y salgo.
En el bar ya me conocen, el médico sueco se fué y me entregó la posta, pido la música que me gusta, un rock grone muy bueno y derrocho mis coronas bien ganadas.
El marido de la cocinera no habla mucho danés, pero nos conocemos de noches anteriores, cada tanto va a la barra a que le traduzcan, yo lo único que hago es cargarlo porque no llegó primero y el está orgulloso de haber sido el tercero y se ríe.
Llega un chico enorme a desafiarme, pulseadas con el dedo anular, me deja bastante dolorido el dedo, lo miro profundo a los ojos a ver si le encuentro un punto débil, pero el bestia solamente tiene veinte años, parece decendiente del gigante Peter Freuchen (no me estrañaría que lo sea) y es testarudo y malo. Hay momentos que me quiere moler a palos, dice que vengo por venir, que no soy uno de ellos, le recuerdo que me prometió amistad y fidelidad, se ríe y se encarrila, la noche sigue en orden.
El barman es el maestro de la escuela, me prestó unos libros y le tengo simpatía, ha estudiado en Dinamarca y se encarga de traducirles, baila y toma como todos.
Está toda la familia de mi querida Naduq, la vieja que trabaja en la clínica, que de tanto estar sola sin dentista es la que les arranca los dientes. Se suele perder en estados de embriagués que duran semanas y le tengo un respeto enorme.
Los hermanos son cazadores a la ”antigua” si hay algo que se puede llamar a la antigua por acá, además de escultores de dientes de narhval, pueden hacer maravillas con cosas de marfil y tienen el don de sus ancestros. Saben los relatos antiguos y esto es algo serio.
Las culturas se han trasgiversado a través de la escritura, los relatos verbales son mas auténticos, no están fijos a una sola interpretación o malentendido, forman parte del sonido, del viento, del aliento, del momento en el que se los cuenta.
Se que es mi última noche, no oscurece, la inmensidad se ve por las ventanas del bar, los perros atados, los témpanos, la claridad.
Concluyo en que nunca vi nada tan hermoso y primitivo. Tengo en mi recuerdo momentos majestuosos en Sucre, en Cartagena de Indias, en el Morro de Sao Pablo, en la Patagonia o de un barco que ancla en Dakar.
Sinceramente esto es Ultima Thule, que el hielo nos conserve!
Hoy viajo, me acosté a la una de la mañana, primero fuí a cenar temprano a lo de Ruth, una enfermera sesentona y templada, danesa, que antes de venir para acá pasó diez años como enfermera en la franja de Gaza!.
Me levanto a las cuatro a terminar las últimas sonrisas antes de viajar, compruebo que he trabajado en total 250 horas en tres semanas!!! Todavía tuve tiempo de ir varias veces al bar y de caminar por donde se me antojó. El tiempo, como la memoria, es una dimensión elástica!
Naduq me trae un regalo de agradecimiento, una bufanda gris tierna y abrigada tejida por ella, al irme sin que lo vea le dejo un regalo, una botella de ½ de Vodka ”Icefiord” del mejor. En Qaanaaq por suerte está prohibido vender alcohol de alto porcentaje, este es mi pecado. Como todos, los que aman los límites desalambrados, hacen de las prohibiciones un antojo. Sé que se va a sentir feliz.
Le debo traducciones fantásticas. En estas lejanías la gente es superticiosa de tanta inmensidad, ella varias veces les narra historias mientras esperan sentados, algunas de ellas consisten en que van a ser atendidos por Nanú, ”el fuerte”, (me costó llamarme Nano acá arriba, es un nombre demasiado para un humano, ellos por respeto no lo usan) y el que escucha abre los ojos, ingenuo, asombrado. Todos le creen....hasta yo.
o su comienzo,
según se lo mire.
Estoy tan agradecido de poder vivirlo que me siento satisfecho, tanta intensidad desolada, tanto sol tenue a la altura de los ojos todo el día, gente alegre, con toda la humildad que vivir en el polo requiere.
Recorrí hasta dar con el hielo continental, vi los ríos congelados ondulados, como si una vara mágica hubiese detenido el recorrido, caminé entre piedras inusualmente pisadas, di con grietas estremecedoras en la superficie y escondidas en las almas de su gente.
No puedo pedir nada más, me voy con una sensación de haber estrechado un vínculo, de haber detenido por un rato mi palpitar en este temprano amanecer, donde esas 600 almas despiertan de su invierno.
Satisfecho y cansado me entrego a la experiencia, me río con ellos, festejo con ellos.
No soy el primero en haber perdido algo por estos lugares, pero es difícil explicar qué y porqué se lo pierde y ni si intenta buscarlo. Será la lejanía? La cercanía de unos a otros? La sonrisa de su niños, el temple de sus ancianos, los gritos y risas de sus mujeres? El bendito encanto de lo intacto? Lo simple, sin horario, sin calor?
El broche de oro estaba deparado por una carrera de trineos, el sábado como a las dos rumbié para el hielo. Debían recorrer 45km de la inmensidad inabarcable, puro mar congelado, témpanos y alguna isla. Los perros indomables salieron al tiro de un rifle, unos quince trineos, algunos con 12 o 15 perros otros con no más de cinco, perros que se empacan y van arrastrados por el hielo cientos de metros, atrás, tirados revolcados por la velocidad de los otros hasta que el jinete de un tirón y latigazos sin errar lo pone en carrera. Un espectáculos de chasquidos de látigos y gritos ancestrales.
A la hora y media se ve un punto en el horizonte, se suspende el partido de fútbol de veinte contra veinte, por supuesto en el hielo. Llega el primero, atrás inmediatamente el seguno y el tercero, gritos, levantan los trineos en andas, los perros exhaustos muequean la nieve.
El último en llegar es el chofer del hospital, le regalan 20kilos de comida para perro y todos se ríen (afuera del hospital hay un trineo de ambulancia, nuestro chofer debería ser rápido!!!)
Toda Qaanaaq está en su hielo, que hermosura!, los niños destruyen un iglú, los viejos se sientan en banquetas, todos se ríen.
Reparten los premios, suculentos como cuadreras ganadas entre contrincantes de siempre. Uno de mis pacientes, Lars, llega segundo, el marido de la cocinera del hospital, tercero.
Es sábado y aunque es los viernes y cuando han cobrado que se desmadran en el bar, presiento fiesta y salgo.
En el bar ya me conocen, el médico sueco se fué y me entregó la posta, pido la música que me gusta, un rock grone muy bueno y derrocho mis coronas bien ganadas.
El marido de la cocinera no habla mucho danés, pero nos conocemos de noches anteriores, cada tanto va a la barra a que le traduzcan, yo lo único que hago es cargarlo porque no llegó primero y el está orgulloso de haber sido el tercero y se ríe.
Llega un chico enorme a desafiarme, pulseadas con el dedo anular, me deja bastante dolorido el dedo, lo miro profundo a los ojos a ver si le encuentro un punto débil, pero el bestia solamente tiene veinte años, parece decendiente del gigante Peter Freuchen (no me estrañaría que lo sea) y es testarudo y malo. Hay momentos que me quiere moler a palos, dice que vengo por venir, que no soy uno de ellos, le recuerdo que me prometió amistad y fidelidad, se ríe y se encarrila, la noche sigue en orden.
El barman es el maestro de la escuela, me prestó unos libros y le tengo simpatía, ha estudiado en Dinamarca y se encarga de traducirles, baila y toma como todos.
Está toda la familia de mi querida Naduq, la vieja que trabaja en la clínica, que de tanto estar sola sin dentista es la que les arranca los dientes. Se suele perder en estados de embriagués que duran semanas y le tengo un respeto enorme.
Los hermanos son cazadores a la ”antigua” si hay algo que se puede llamar a la antigua por acá, además de escultores de dientes de narhval, pueden hacer maravillas con cosas de marfil y tienen el don de sus ancestros. Saben los relatos antiguos y esto es algo serio.
Las culturas se han trasgiversado a través de la escritura, los relatos verbales son mas auténticos, no están fijos a una sola interpretación o malentendido, forman parte del sonido, del viento, del aliento, del momento en el que se los cuenta.
Se que es mi última noche, no oscurece, la inmensidad se ve por las ventanas del bar, los perros atados, los témpanos, la claridad.
Concluyo en que nunca vi nada tan hermoso y primitivo. Tengo en mi recuerdo momentos majestuosos en Sucre, en Cartagena de Indias, en el Morro de Sao Pablo, en la Patagonia o de un barco que ancla en Dakar.
Sinceramente esto es Ultima Thule, que el hielo nos conserve!
Hoy viajo, me acosté a la una de la mañana, primero fuí a cenar temprano a lo de Ruth, una enfermera sesentona y templada, danesa, que antes de venir para acá pasó diez años como enfermera en la franja de Gaza!.
Me levanto a las cuatro a terminar las últimas sonrisas antes de viajar, compruebo que he trabajado en total 250 horas en tres semanas!!! Todavía tuve tiempo de ir varias veces al bar y de caminar por donde se me antojó. El tiempo, como la memoria, es una dimensión elástica!
Naduq me trae un regalo de agradecimiento, una bufanda gris tierna y abrigada tejida por ella, al irme sin que lo vea le dejo un regalo, una botella de ½ de Vodka ”Icefiord” del mejor. En Qaanaaq por suerte está prohibido vender alcohol de alto porcentaje, este es mi pecado. Como todos, los que aman los límites desalambrados, hacen de las prohibiciones un antojo. Sé que se va a sentir feliz.
Le debo traducciones fantásticas. En estas lejanías la gente es superticiosa de tanta inmensidad, ella varias veces les narra historias mientras esperan sentados, algunas de ellas consisten en que van a ser atendidos por Nanú, ”el fuerte”, (me costó llamarme Nano acá arriba, es un nombre demasiado para un humano, ellos por respeto no lo usan) y el que escucha abre los ojos, ingenuo, asombrado. Todos le creen....hasta yo.
1 comentario:
Qué bien nos hacen tus experiencias, tus imágenes, tus sentimientos, tan lejos y tan cerca de nosotros.
Gracias por regalarnos tu corazón en cada relato. Un abrazo!!! Beba Lapasta
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