martes, 1 de abril de 2008

Memorias del Plaza Hotel *** por Susy

YA TIRARON LA PIEZA 7
Por Susy Lapasta
A ella voy a evocar en este instante.
Era un espacio grande con una ventana que daba a la calle San Martín y con un balcón; piso de madera, paredes blancas con el revoque descascarado pleno de dibujos misteriosos donde, gracias a la humedad, surgían extrañas formas para mirar y descubrir…
Se entraba por una antigua puerta color verde, de dos hojas y seis vidrios, siempre tenía cortinas de voile de algodón que mamá dejaba impecables…
La habían destinado para que fuera “la pieza de los juguetes”. Como éramos nosotras tres, Marta, Beba , nuestro hermano Lito, Carlitos y Roberto Gaspari, y quien escribe, la idea de papá fue genial.
De lo contrario invadíamos otros espacios y molestábamos a la gente.
Allí teníamos una mesa y sillas, bibliotecas repletas de libros, mi rincón de pinturas, un teatro de títeres que yo fabricaba y Beba les daba vida. Para ver la función cobrábamos la entrada y hasta nos habíamos fabricado un cajón con una correa para vender golosinas.
Aún no había llegado la TV a Tapalqué.
Recortábamos papeles, armábamos escenas, buscábamos en el baúl de mamá vestidos, tacos, guantes, sombreros y maquillaje y creábamos un mundo lleno de magia y alegría.
de tanto en tanto pasaba mamá o papá para ver que hacíamos y allí nos encontraban entre sana algarabía y risas contagiosas.
A veces la ligábamos, porque nos extralimitábamos con el uso de la utilería teatral, como aquella vez que yo, tijeras en mano izquierda, corté una sábana de hilo blanco bordada a mano, pues necesitaba esas flores que tanto me atraían.
En una oportunidad instalamos un hospital: íbamos y veníamos buscando gasas, algodón, yodo, cinta adhesiva. Con las servilletas blancas del comedor del hotel hicimos los gorros de enfermeras; en la frente, con lápiz labial, pintamos una cruz roja.
Mi hermana Marta era el cirujano, Beba era ayudante, Roberto y Lito esperaban afuera.
Yo me encargaba de cortar y coser al “herido” en el abdomen que era nada más y nada menos que Carlitos Gaspari quien asustado y en silencio estaba acostado sobre la mesa que hacía de quirófano.
Teníamos casi todo. Hasta un cartel delator que decía: “CILENZIO OSPITAL” “HOY OPERAMOS A CARLITOS”.
Como el silencio era real, mamá al no escuchar ruidos ni risas vino a ver qué pasaba, llegó en el momento en que Carlitos, con la camiseta llena de desinfectante y cortada “yacía” sobre la mesa.
Y así pasábamos el frío tiempo invernal, allí hacíamos los deberes y jugábamos.
En la época de nuestra infancia se jugaba mucho, nosotros tuvimos ese regalo de Dios a través de nuestros padres: infancia feliz, juguetes, libros y amor…y un sitio propio: la inolvidable Pieza 7 que juega a las escondidas, dice que se cae, pero no se cae, no es cierto.
Se fue para dejarnos ver el cielo de porcelana, las estrellas y la luna que antes se colaba por la ventana y hoy acompaña este espacio pleno de recuerdos y nostalgias…
Se fue para otros, para nosotros siempre vivirá.

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