Mi hermano menor, es un asiduo lector de hechos históricos, fue así que en una de nuestras frecuentes charlas, mencionó a Severino di Giovanni, su tumultuosa vida y su militancia anarquista allá por los años 1927 y 1931, fecha en que fue fusilado.
Pero no voy a entrar en detalles, porque mi escrito no apunta al hecho en sí, sino a las repercusiones que tenían ciertas actividades y cómo los obreros panaderos, encontraron el modo de perpetuar un hecho histórico elaborando inocentes facturas para las damas porteñas.
En un artículo del diario La Capital dice:
“En verdad, la medialuna ya tenía su historia. Refería a la luna musulmana y a la Viena de 1529 sitiada por el ejército turco. Los reposteros locales, a fin de animar a la población, tomaron el emblema de los invasores y lo moldearon en sus hornos. Con el símbolo sagrado en sus bocas, la gente se subía a las murallas y masticaba las medialunas con descaro ante los ojos furiosos de los soldados.
La misma provocación se supone que llevó a los oficiales panaderos argentinos, imbuidos por el ideario anarquista, a escandalizar al ejército, la policía y a la Iglesia. Parte de la lucha fue nombrar irreverentemente a sus creaciones "cañoncitos", "bombas", "vigilantes", "bolas de fraile", "suspiros de monja" y "sacramentos”.”
Es posible que ustedes conocieran el por qué de estos nombres, yo lo desconocía, confieso mi ignorancia.
Ahora, cuando tomen mate, piensen qué tipo de factura habría que inventar en la época actual.
BEBA LAPASTA
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