Su fallecimiento
Su noble corazón dejó de latir en las últimas horas del lunes en Tapalqué. Pero quienes tuvimos oportunidad de conocerlo, seguiremos recordándolo con cariño y admiración a Rolando Delio Cocconi o simplemente Rola, como todos lo llamábamos.
Dio la coincidencia que Rola es el padre del intendente Gustavo, uno de sus dos hijos, junto a Rolando, hoy profesional radicado con su familia en La Plata. Y decimos coincidencia, porque Rola Cocconi se ganó por si solo, por su vida intachable, de esos espejos que siempre repito son los mejores para imitar y seguramente tendríamos una país mejor, el respeto de todos.
Nos dejó fisicamente Rola. Simplemente con ese sobrenombre, ya sabíamos en Tapalqué a quien nos referíamos.
Una de las facetas que lo tuvo como protagonista fue el fútbol. Tuve la suerte de verlo jugar en su Atlético, la última etapa de su carrera. Allá por la década del 50 o comienzo del 60. Un “centroja” utilizando la palabra que se usaba antes de las actuales posiciones de los futbolistas. O un 5 que dominaba toda la media cancha. Con un quite exquisito, sin apelar a una falta y entregando la pelota con la precisión sólo de los más dotados. Caudillo, se ponía el equipo a cuestas y siempre deleitaba, por esa finura e incluso caballerosidad que exhibía dentro de la cancha de juego. Los de más de 60, van a recordarlo sin dudas, como uno de esos jugadores, que quedaron grabados para siempre en las retinas de quienes tuvieron la dicha de verlo jugar.
Pero también dejó su sello como ferroviario. De esos trabajadores, que deben haber miles, que se las ingeniaba para que el servicio fuera siempre eficiente y el mejor. Incluso recuerdo su última etapa, en la estación Muñoz, partido de Olavarría. Y su tristeza, cuando en la década de los 90, el medio que más utilizábamos, comenzaba por políticas erráticas a desaparecer.
Tuve la suerte con Rola de compartir partidos de paleta. También allí se destacaba. Por edad, muchos de nosotros éramos jóvenes, pero él, dominando las dos manos, nos ponía adelante y se armaban cada partidos en el frontón de Sarmiento, que no vamos a olvidar fácilmente.
Junto a él, también recuerdo en esos sábados y domingos, a Lalo Len, el zurdo Basualdo, el Nene Grosso, Aníbal Valdez, Humberto Oroná, Humberto Fittipaldi, Horacio Luján, Mascota Sagardoy, siempre con la presencia de Pantaleón Cisneros, que fue en su momento un gran impulsor de este juego, los hermanos Paz y que me perdonen aquellos de los que me olvido.
Si hasta recuerdo, allá por 1964, cuando tuvimos la suerte de ver en el trinquete de Sarmiento, a los hermanos Olitte y el Manco de Teodolina, que jugaron a cancha llena, incluso con una tribuna de madera, contra la pared que daba a lo de Sagardoy.
Y lo más destacado, ese don de gentes, que Rola llevaba como algo natural consigo. Con su palabra serena, aconsejando a sus hijos por supuesto, pero también a todos los que teníamos la suerte de tratarlo. Un SEÑOR en todos los aspectos. Con un físico privilegiado, que lamentablemente en los últimos años comenzó a deteriorarse. Pero jamás perdió su palabra serena y justa. Y pasaba horas frente al televisor, viendo fútbol y más fútbol de la AFA y todos los deportes.
Siento como propia esta partida de alguien a quien tuve la suerte de valorarlo en vida, como se lo hacía notar en cada una de mis visitas. Lamento tal vez no haber ido más seguido en los últimos años a compartir, solos, con su esposa y alguno de los hijos, ese mate y diversos temas que siempre enriquecían el espíritu.
Por este medio llegue mi acompañamiento a toda su familia por este duro trance.
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