domingo, 30 de marzo de 2008

Edición Nº 16 *** Qaanaaq, Última Thule

Si como decía Borges ”to
das las empresas del hombre son igualmente vanas” el vivir y sobrevivir por acá es lo más parecido a la gloria.
Abundan los excéntricos en todos lados, pero dada la lejanía, las pocas posibilidades de mandarse la parte, hasta estos son una especie que no arriba.
Algo de eso tiene el dentista danés y el médico sueco, algo de eso tengo yo, aunque lo disimulo en mi coraza de humildad de simple técnico latinoamericano, ni más ni menos que argento, con lo que lo de la humildad siempre encalla en nuestras prestaciones mas gloriosas, tipo:” …debo de ser el único argentino que ha tomado mate en Qaanaaq” jaja que desconsuelo!, a ver si nos entendemos, el mundo como está es bastante viejo como para que yo le venga con sorpresas!
Hay un japonés que no he visto, tengo entendido que es un anciano alejado del mundo por cuenta propia, se hartó del Japón y de la autopista a la felicidad, se vino a Qaanaaq a vivir como un inuk, un inuita más, y acá vive literalmente de la caza y de la pesca, único lugar que queda en el mundo para los amantes de lo eterno.
Él seguramente podría ser en mis parámetros el auténtico excéntrico, que siempre se supo el único japonés de la historia que vive como los inuit, aunque los prejuicios que delimitan mis parámetros posiblementen disten de ser los de él y su historia puede ser menos recoveca y más seria, menos frívola y más auténtica, en todo caso él lo demuestra de hecho al no abandonar su apuesta.
Si te enfrentaste a estos inviernos por más de una década es porque el frío te templó herméticamente, tu corazón se incendió de ternura para corresponder y nunca más te abandonará la paz de esta inmensidad.
Si algo caracteriza los lugares turísticos es gente como yo, que viene y se va para contar frívolamente donde han estado.
Dado que esto es lo mas cerca al fin del mundo que conocemos desde la antigua Grecia al siglo XXI, acá no hay turistas y acá nadie se queda si no tiene huevos para realmente aislarse, si no siente el llamado milenario del hielo, de lo salvaje como escribía Jack London sobre Alaska. Si no se escucha la carcajada que se dibuja en el sueño de las osas cuando invernan.
Y yo no creo estar a la altura de la locura, al primer temporal de 45 grados bajo cero a pesar de ser bostero me hago de River… quiquiriquì!!!
La historia del pueblo más polar del mundo es parte de los grandes acontecimientos del siglo pasado.
El primer encuentro con un blanco data de 1818, con un expedicionario llamado John Ross. Pasaron luego muchos años de contacto esporádico, mientras se apostaba con euforia por encontrar el paso del noroeste que acortara el camino a oriente y la carrera embistiendo los hielos por conquistar el polo. Proezas, resultados de intentos y fracasos, hasta que consiguieron la ayuda de los miembros de unas pocas familias que vivían a los casi 78´ de latitud norte..
Recién la cuarta vez fué la vencida para Robert Peary y llegaba a los 90◦ las horas siguientes al 6 de abril de 1909.
Los llamados esquimales/inuitas polares empezaban también a ser descubiertos a medida que los barcos balleneros se internaban más y más al norte en busca de ballenas para combustible y materiales para armazón de corpiños.
Una expedición danesa llamada ”la expedición literaria”, se acercó a ellos en las condiciones menos ideales. Después de varios días de marcha de trineo, en el norte profundo habían dejado un compañero enfermo y el líder de la expedicón cuidándolo. Knud Rasmussen y su amigo de la infancia Jørgen Brønlund, los dos groenlandeses occidentales nacidos en Ilulissat, emprendieron el desesperado intento de seguir en la inmensidad con el trineo a ver si encontraban ayuda. Luego de 30 horas de marcha cansados y hambrientos, con un miedo supersticioso, ya que en sus sagas los hombres del norte aparecían como sobrenaturalmente despiadados, divisan otro trineo, los perros se enloquecen, son conocidas las palabras que suenan en el desierto congelado: Knud! Jørgen! Knud! Jørgen, uno a otro, y el primer verdadero contacto con los inuitas polares se establece.
Era el año 1903. Comprueban que se pueden entender, que el idioma era básicamente el mismo al de los inuitas del sur. Van hasta una aldea diminuta, en el otro trineo viaja una pareja, el trineo es de trocha más angosta, frenética la pareja grita a su vez ”hombres blancos!” ”hombres blancos!” y los llevan orgullosos de poder presentar entre los suyos algo inusual. Les hacen un Iglú y uno del lugar acompañado de Knud Rasmussen emprenden el regreso a buscar a los otros dos. El enfermo se llamaba Harald Molke, pertenecía a la realeza y era el dibujante de la expedición, (pocos años después el líder de esta expedición, Mylius Erichsen, tratando de completar el mapa de la costa Este de Groenlandia desapareció en el hielo y solo se encontró el cuerpo del vaqueano Jørgen Brønlund congelado y su diario).
La expedición volvió con mucha información etnográfica y la esperaba el reconocimiento, pero Knud Rasmussen había quedado marcado por el encuentro.
En los contactos establecidos durante años de intento, Peary les había proporcionado armas y en su momento llevó a cuatro inuitas a exponerlos a New York, entre ellos un niño de 11 años, cuyo padre muere allá y éste, al regresar luego de vivir la otra mitad de su vida en los Estados Unidos, comprueba que había olvidado su propio idioma. Las armas como todo contagio les creó dependencia.
Un desarraigo parecido había sufrido Knud Rasmussen, su padre era danés, pastor de Ilulissat y su madre con una pequeña gota de sangre inuit, sin embargo ésta marcaba sus rasgos, y a pesar de la nariz, también los de su hijo. Cuando tenía 12 años lo llevan a Dinamarca, lo sacan de su paraiso de nieve, trineos, perros y casas nativas abiertas al pequeño Knud.
Esta primera expedición lo convence de adonde pertenece, escribe un libro llamado ”El Hombre Nuevo” (cualquier asociación con las ideas del Che es pura semejanza) y comienza a tratar de conseguir los medios para llevar a adelante lo que sería el destino de Thule y la gloria de él, un incomparable ”jinete” de trineo. Con base en Thule y con las técnicas de los esquimales, emprendería las expediciones mas inconcebibles, llegando a recorrer 30000 km de contorno polar hasta el Pacífico y la Siberia, recolectando utensillos, sagas, vestimenta y comprobando lo más interesante: que todos los inuit hablaban un mismo idioma!
Parte de esto lo logra con la ayuda y el esfuerzo de un espíritu incomparable, un joven danés, un gigante de estatura desproporcionada que había participado de la infeliz expedición donde muere Jørgen Brønlund. Se llamaba Peter Freuchen.
Con el se hacen cargo de una especie de ”pulpería” polar, donde los inuitas cambian sus pieles por cartuchos, alcohol y utensillos codiciados.
Es conocida una anécdota que los pinta de cuerpo entero. Habiendo venido un enuk a comprar un cuchillo lo paga tres veces lo que cuesta, su argumento era que lo había necesitado tanto que tenía que costar tres veces más!
En esa pulpería aprendió de nuevo el idioma aquel niño inukamericano.
El nacimiento de Qaanaaq es justamaente el vértigo de las peripecias del mundo. A principios de la década del 50’ los americanos inventan o divisan el peligro ruso, en febrero del 51’ hacen un reconocimiento, se establece un puente aereo de 3000 vuelos y 12000 empleados emprenden las obras, 120 barcos aparecen en el horizonte casi juntos. Una base de 5000 empleados estables. La base antimisil americana los aleja.
En de abril del 53´ les dan cuatro días a los inuitas para abandonar Thule, entre amenazas y con todo sobre sus trineos abandonan su lugar y se dirigen a la Ùltima Thule, eran unas cien personas, 120 km más al norte. Desde donde escribo con vista a la inmensidad congelada.
Hoy son poco mas de quinientos.
Knud Rasmussen murió en el 33´, me falta dar con el punto de vista de entonces del alma de Thule: Peter Freuchen.
Qaanaaq! Te venero!
!

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