No sé si es cierto, además, sobre la primavera se han escrito tantas cosas, que volver a describirla sería como plagiar las palabras que otros escribieron.
Pero lo que nadie puede quitarme a mi, es poder ver en cada espacio de este pueblo chico, la maravilla de la creación.
Hoy a la mañana, temprano, como lo hago diariamente, salí a caminar por sus calles silenciosas.
Para variar cambié el rumbo y empecé a caminar hacia el final de una de ellas.
Muy pronto me vi en una calle, en donde solo había una huella, el pasto la rodeaba.
Parecía que el tiempo se había detenido.
Un perro salió de una casa solitaria y se me acercó, buscando afecto.
De pronto, una liebre salió como disparada por un petardo, y se detuvo en medio de unas matas desde donde me observaba, tratando de camuflarse en la hierba.
A pocos pasos ,una bandada de patos silvestres, se deslizó blandamente en el arroyo, sin importarle mi presencia.
A veces, mis amigos me envían mensajes con imágenes de ciudades deslumbrantes.
Pero si tuviera que elegir, me quedo con mis calles y mi gente.
Con mis amigos de hoy, de ayer, de siempre…
Con esos momentos en que compartimos una charla acompañados por el mate amargo.
Con la gente que me detiene y me pregunta cómo estoy.
Con ustedes, queridos tapalqueneros, que nos hacen llegar sus palabras de aliento y nos animan a continuar en la búsqueda incansable de recuerdos, para que no olvidemos quienes somos y de donde vinimos.
BEBA LAPASTA
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