ES DE NO CREER APARCERO
Un hombre flaco y enjuto
se apersonó en la tranquera,
y yo, sin saber siquiera
el motivo e’ su visita
me quedé medio mosquita
esperando que viniera.
Hablaba un lenguaje estraño,
y como si esto juera poco,
por su facha y su mirada
pa mi, que este era otro loco.
-Vengo, ilustre don Hilacha
a salvaguardar mi nombre
porque por hildalgo y hombre,
y además muy temerario,
esto es tan extraordinario
que no es raro que me asombre.
Sucede que de hace un tiempo
es su país proliferan
gentes de varias esferas
que toman mi nombre en vano,
y como no soy paisano
vengo a esta radio campera
porque sé, según me han dicho,
que esta radio es muy valiente
y sabe hablarle a la gente
y despertar su sesera.
Sabe ilustre don Hilacha
que tengo un acompañante,
mi caballo Rocinante,
y más fiel escudero
que para serle sincero
conmigo siempre porfía
sea de noche, sea de día
cuidando de mi esqueleto
pues vamos por vericuetos
sin tener filosofía.
pero jamás he pensado
que ilustrados personajes
vestidos con finos trajes
y ornamentos similares
abran la boca y desgranen
las palabras por millares,
que parecen colmenares
de avispas sí: pero locas.
Por eso vine a ofrecer
para que queden contentos
unos molinos de viento
que la pueden detener.
Y si con esto no alcanza
para silenciar sus furcios
al que escribe sus discursos
deben mandarlo a la escuela
se ve que fue un maestro ciruela
el que le enseñó a escribir
y no puedo yo admitir,
que me citen como elemento
pues los que ladran contentos
son sus canes bien pagados:
sepan que nunca he citado
esa frase remanida,
que un humorista repetía
en antiguas audiciones
que ignorantes por montones
contentos se lo aplaudían.
-Pero señor! – dije yo
Más parece una avalancha
todo lo que usted me dice
pero no dice su nombre…
Abrió unos ojos el hombre
como huevos de carancha
y con un hilo de voz,
tan fino como su estampa
y agudo como un estoque me dijo:
- heme aquí, soy EL QUIJOTE,
EL QUIJOTE DE LA MANCHA!
EL GAUCHO HILACHA
(confundido ¡vive Dios!)
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