Mucha fue la presión que tuvieron que soportar los jugadores italianos en 1938. Benito Mussolini quería que Italia lograra el bicampeonato mundial y así lo hizo saber en un telegrama que le envió al técnico Vittorio Pozzo: "Vencer o morir". La selección italiana fue campeona en Francia y los jugadores respiraron aliviados. El arquero húngaro Antal Szabó, derrotado en la final, dejó una frase para el recuerdo: "Nunca en mi vida me sentí tan feliz después de un partido. Con los cuatro goles que me hicieron, le salvé la vida a once seres humanos".
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La definición del Mundial `50 se jugó al límite, con algunas piernas fuertes y cruces sin piedad. Bigode (Brasil) le había pegado a Ghiggia (Uruguay). Entonces Obdulio Varela se tomó revancha y castigó al brasileño. Mientras que Bigode se retorcía de dolor en el césped, Varela le dijo: "¿Vio? Você empezó; ahora aguántesela si es macho". Una anécdota que pinta al símbolo de "El Maracanazo".
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El 17 de junio de 1970, cuando Italia le ganó a Alemania por 4 a 3 y se clasificó para disputar la final del Mundial de México con Brasil, los guardiacárceles de una prisión de Tixtla, una ciudad cercana a Acapulco, estaban viendo el partido en un bar frente a la cárcel. Con la ayuda del único guardia que había quedado, 23 presos se escaparon con todas las armas. La historia marca algo que se sabe desde hace décadas: el fútbol da para todo.
De El Libro de Oro Del Mundial
M. M.
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