domingo, 6 de junio de 2010

Una historia de tantas...


SE LUSTRA SEÑOR!...SE LUSTRA?

Aparecía muy temprano, con su cajón colgado de una correa en su hombro derecho.

Lo depositaba en la vereda, cerca de la cortina metálica del bar, y enfilaba hacia el mostrador, donde pedía un vinito que pagaba después.

Con sus ojos escurridizos miraba los pies de los parroquianos, que sentados, jugando una partida de truco, serían sus posibles clientes.

Pero había veces, que los allí sentados, venían con alpargatas bigotudas y duras, entonces su rostro cambiaba, y asomaba un gesto de enojo que le hacía decir a mi padre ( a quien nada se le escapaba): -¡indio, devolveme el pingo que tan fiero me robaste!-

Martín Belén, le respondía enojado:-¿ a mi me decís? decile a la neneta!- haciendo alusión a alguna de nosotras, que jugábamos cerca de allí, y por esas extrañas circunstancias, en las que nadie escapa al llamado de la sangre, descubría en nosotras la raíz indígena, heredada de nuestra bisabuela materna Simona Rodríguez Medrano de Orlando.

Los días 17 de cada mes, su bolsillo se enriquecía ya que ese día, eran los remates mensuales de la feria de don Luis Sallíes, sus manos pequeñas volaban entre la pomada , el trapo de lana y el cepillo, cobrando unas monedas, que para él sabían a gloria.

Cuando por fin, el día terminaba, regresaba a su casa, donde lo esperaba “la mama” ( doña Teófila Cabrera), a quien adoraba, y por ella era capaz hasta de robar.

Todo lo que hacía, compraba o la comida que le daba mi padre, la envolvía y la llevaba para su madre a quien cuidó hasta el último día de su vida.

Tenía una risa como un chillido, apenas audible.

Reía cuando mi padre le susurraba, sabe Dios qué barbaridades al oído, y sus ojos se achinaban hasta transformarse en dos líneas oblicuas.

Tenía un rival: Tano Garassi.

Tanito, había cultivado el arte de lustrar zapatos dejándoles un brillo especial, con el que Belén, no podía competir.

Tano no podía sentarse en el lugar que ocupaba él, se lo había ganado a través de años de fríos, heladas, viento, calor y polvaredas.

Belén lustraba en el hotel, Tano en la plaza.

Ni uno ni otro se hicieron ricos, solo “puchereaban”.

Cada uno tenía a quien cuidar y mantener, y vaya si lo hacían!

Cuando los años fueron adueñándose de su cuerpo y fue perdiendo los reflejos, más de un cliente protestó :-¡mire cómo me dejó las medias!-

Es que Martín Belén, ya casi no veía.

Tal vez algún vinito de más tuvo o no la culpa e hizo que pasara pomada más allá del cuero de los zapatos o su vista gastada, nublada quizás por las cataratas que nadie atendió.

El y su madre debieron estar cuidados en un sitio digno, dada la edad de ambos.

Pero antes no existía ni acción social, ni centros para jubilados, ni pensiones graciables, ni alimentos los días miércoles, ni garrafa social, ni cáritas…

Su vida se fue extinguiendo y un día cualquiera, del cual no hará mención ninguna crónica, se fue “ pa los pagos de ande no se güelve”.

Desde aquí, mi humilde recuerdo para quien habiendo sido heredero y poseedor de las tierras que ahora ocupamos, vivió y murió como viven y mueren los pobres.

Pero al lugar que se ganó en el cielo nadie se lo podrá arrebatar.

BEBA LAPASTA

4 comentarios:

Tapalqueneros dijo...

Hermosa historia. Quien puede negar que estos pobladores contribuyeron a formar la ciudad que hoy existe. "Gente de mano caliente por eso de la amistad, con uno lloro, pa' llorarlo, con un rezo pa' rezar... Quien puede creerse dueño de este Tapalqué que es de todos y que nació "con un horizonte abierto que siempre está más allá. Y esa fuerza pa' buscarlo con tesón y voluntad...".
como decía Atahualpa.
Gracias Beba por rastrear las raíces tapalqueneras. Gladis

quela dijo...

PRECIOSO BEBA, me adhiero amorosamente a este recuerdo de Belén y al de Tano , que quise mucho, con Martín no tuve mucho contacto, pero era amigo de mi tío Rola, por ende quedará en mi corazón.Adoro estos recuerdos, de gente que parece olvidada, pero yo los recuerdo con cariño, Canasta, Yeo,y tantos otros que fueron parte del paisaje tapalquenero, por muchos años.-Elevo una ferviente oración por su alma y la de todos mis amigos de la calle.- Gracias por traerlos a nuestra memoria.-

BEBA dijo...

Gracias por tus palabras Gladis, hay cosas como este poema que te erizan la piel:
""Los indios" de Atahualpa Yupanqui (Argentina)
América es un largo camino de los indios.
Ellos son estas cumbres y aquel valle
y esos montes callados perdidos en la niebla
y aquel maizal dorado.
Y el hueco entre las piedras, y la piedra desierta.
Desde todos los sitios nos están contemplando los indios.
Desde todas las altas cumbres nos vigilan.
Ha engordado la tierra con la carne del indio.
Su sombra es centinela de la noche de América.
Los cóndores conocen conocen el silencio del indio.
Y su grito quebrado duerme allá en los abismos.
Dondequiera que vamos está presente el indio.
Lo respiramos. Lo presentimos andando sus comarcas.
Quechua, aymara, tehuelche, guarán o mocoví.
Chiriguano o charrúa, chibcha, mataco o pampa.
Ranquel, arauco, patagón, diaguita o calchaquí.
Omahuaca, atacama, tonocotés o toba.
Desde todos los sitios nos están contemplando los indios.
Porque América es eso : un largo camino
de indianidad sagrada.
Entre la gran llanura, la selva y la piedra alta.
Y bajo la eternidad de las constelaciones.
Sí. América es el largo camino de los indios.
Y desde todos los sitios nos están contemplando."
-- Atahualpa Yupanqui (Argentina, 1908-1992)

BEBA dijo...

Ya lo creo Quela!
Ninguno los olvida, más que del paisaje tapalquenero, son parte de nuestras vidas.
Un abrazo!