jueves, 24 de enero de 2008

Huertas domiciliarias orgánicas

Heredamos de los antiguos inmigrantes, la dignidad y la humildad, el tesón, la constancia, el amor a la tierra y al trabajo.
La parte criolla aportó la hospitalidad, el amor a la tierra y a la guitarra, la soberbia, la rebeldía indómita y las ansias de libertad.
Todos los descendientes de esta mezcla de nacionalidades, llevan en los genes algunas de estas premisas.
Los italianos del sur vinieron a labrar la tierra que era el trabajo que hacían en su país de origen. Los que se radicaron en la zona de fortines, con esfuerzo y sacrificio lograron a través de las huertas, los ingresos económicos necesarios para criar numerosas familias, darles cultura y educación

Decía Julián Alas (Chin) en uno de sus poemas:
Inmigrantes...
pala, azada, rastrillo,
Brazos..
Un cacho de tierra
Cualquiera.
El horizonte de la pampa húmeda
apenas arrebatado al indio

cuando la monstruosa máquina del capitalismo

estaba en pañales
y la industria incipiente
Cuando la sangre itálica poblaba la frontera
Agachaba el lomo
quería hacer su economía y la del país que la cobijaba.
Venían de un lugar
donde la tierra es oro
donde el metro cuadrado tenía valor de producción
Inmigrantes...
Pala, azada, rastrillo,
Brazos...

Un cacho de tierra.
Cualquiera...
A poblar con sueños... (fragmento)

Es común encontrar en Tapalqué descendientes de aquellos inmigrantes quinteros que actualmente cultivan la tierra y reeditan día a día esa vieja cultura de las huertas, algunos por motivos económicos, otros por amor a esa actividad.
También es cada vez más frecuente encontrar en la ciudad de La Plata, gente que se dedica a las huertas orgánicas domiciliarias, como una forma de lograr verduras libres de pesticidas y fertilizantes, tal como fomentan y difunden las organizaciones ambientalistas.
Esta conjunción de amor a la tierra, trabajo y rebeldía ante la sociedad de consumo, es una cultura incipiente que surge con fuerza y que es de esperar se extienda por todo el país. G. S. F.

(Las fotos que ilustran este artículo corresponden a la huerta orgánica de Gonzalo Suárez, un joven platense, descendiente de aquellos italianos que vinieron del sur. Gonzalo además de tocar el bajo en una banda musical y otras actividades cotidianas, se conecta con la tierra a través de la huerta, con la alegría que produce realizar una tarea para la que siente verdadera vocación .
Nota: Los que deseen, pueden enviar las fotos de sus huertas domiciliarias para publicar en este blog, así continuamos con estos artículos ecológicos.

1 comentario:

Teresa dijo...

Beba: es tan cierto que la cultura de la huerta bajó de los barcos con nuestros bisabuelos / abuelos. En Italia hoy se ven huertos hasta en las macetas. Mi vecino Don Enrique Cúcaro heredó de su padre , llegado de Potenza toda la sabiduría que se necesita para que una plantita mustia o un carozo seco, se conviertan en pujante árbol. Su huerta hoy ostenta un cerco de preciosos girasoles que como una explosión de alegría hace un marco a los choclos riiiiiicos que vende. Si queres ver el espectáculo venite a Aguer y Brown. Si... enfrente de la antigua herreria de Cucuni , esa que se quemó, creo que cuando yo tenia como 9 años ( en 1956 ). Cuando mis plantas andan con problemas lo voy a ver este sabio. Me mira pensativo, mira la plantita y me dice : " ya va a andar bien... pronto... tenga paciencia." Sonrie y sigue con sus cosas y.... en poco tiempo todo se arregla!!! Que herencia envidiable y poderosa ha recibido: sabe como hacer cantar la tierra. Yo... no lo sé. Abrazos Teresa Núñez