miércoles, 28 de mayo de 2008

Un momento histórico en la vida de la Argentina

Para muchos el conflicto del campo resulta incomprensible. Presentado en un primer momento como un reclamo de la oligarquía agroexportadora, la manifestación del 25 de mayo en las barrancas del Río Paraná mostró un panorama totalmente distinto. El campo y la ciudad hermanados en un reclamo común. Convencidos que la misión del periodismo es indagar, investigar y presentar un problema desde distintas ópticas, nos propusimos conocer las motivaciones de la asistencia al acto de alguien que no pertenece al sector agropecuario. Acá va su relato:
Vos me tiras un tema muy caro para mi sobre la mesa como son los fundamentos de la decisión de asistir al acto.
Cuando este conflicto empieza a tomar forma como es de imaginarse, a mi se me empieza a mover la estantería y como diría Don Atagualpa, los recuerdos buenos y malos, sin avisar, vienen al trote.
Cuando siendo chico y medio tierno, por los 14, salimos como tantos otros a trabajar en el campo sin preguntar cuanto ganaría, porque así se acostumbraba: primero trabajar, después la paga. Hoy todo ha cambiado, se ha quebrantado la cultura del trabajo
Siempre he creido en el sentido y la lucha por las causas nobles, aunque se que casi siempre se pagan más caras de lo que valen
Siempre he basado la relación con las personas en el respeto mutuo ,valor fundamental para que las relaciones duren lo que tengan que dudar, casi siempre toda la vida, en lo posible lo más cerca de la verdad que se pueda, siempre ha sido y será lo más barato. Verdad, vergüenza y dignidad, son como las boleadoras juntas.
Por eso cuando aparece el conflicto y en medio de la retórica de los académicos y los análisis llenos de datos estadísticos y profundas expresiones propias de un mundo globalizado, prolijamente delineadas sin errores y sin palabra fuera de lugar ¿quién aparece? Un cuerpo extraño, un hombre simple, creo no equivocarme, y si lo hago bien vale la patriada porque logró lo que muchos pagarían por lo que no tienen: ser tocados como pocos por la varita mágica de los elegidos, sin emprolijarse, con los manos cayosas del que le ha tocado bailar con la más fea, arado, tractor, siembra, cosecha, frente blanca por la visera de la gorra, ni se dio cuenta que había perdido un diente quien sabe donde, ni les digo cuando empezó a desgranar verdades, le empezaron a salir una detrás de la otra, dije: acá está. Por eso como te dije antes ya no pude apartarme del compromiso de acompañar esta causa y creo no equivocarme una de las más nobles en sus fundamentos y con la cual me siento identificado, sin caer en la nimiedad de analizar si los que más tienen saldrán mas beneficiados o no de este conflicto, porque lo importante es saber que hay un tejido productivo en el interior del país en mano de las economías regionales hasta hoy ignoradas por décadas y que son en definitiva el nervio motor de la vida de los pueblos del interior donde llenos de sueños y esperanzas nos levantamos todos los días a trabajar por nosotros y el futuro de nuestros hijos y no apartarnos del legado sagrado de nuestros padres, de personas de bien y transmitir como corresponde lo aprendido
Por todo lo expuesto, compré mi pasaje y me fui el 25 de mayo a las costas del Paraná, donde asistí creo a uno de los espectáculos mas imponentes y emocionantes que he visto, alegría, aplausos, cantos, respeto. Muchos momentos con nudos en la garganta por las palabras de los oradores y una multitud indescriptible que, seguro convencida como yo que estaban asistiendo a un momento histórico de la vida de nuestra querida Argentina que tironeada por interses mezquinos, no está siendo comprendida en su total dimensión y potencialidad.
Regocijado y lleno de orgullo, sin salir del asombro, tratando de dar dimensión al espectáculo que habíamos compartido, dejamos las costas del Paraná, con la convicción de no habernos equivocado.

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