viernes, 21 de mayo de 2010
CON CIENTOS DE BANDERAS TAPALQUÉ SE PREPARA PARA LA FIESTA DEL BICENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO
La tarde plomiza y lluviosa pintada de colores celeste y blanco, mostraba un Tapalqué distinto.
Casi sin prisa, como el latido de un corazón que nace, comenzaron a agitarse en la avenida principal cientos de banderas argentinas.
Desafiando los desencuentros y las desavenencias a las que nos tienen acostumbrados desde hace varios días las informaciones que provienen desde la capital, nuestro pueblo se prepara para festejar este acontecimiento trascendental con un extenso programa de festejos.
Qué lejos están aquellos días en que al amanecer nos despertaba el retumbar de las salvas de bombas de estruendo, aunciando la fiesta de mayo.
La avenida San Martín, engalanada con los arcos de colores patrios, listos para las corridas de sortijas frente a la municipalidad, en donde estaba el palco.
Y nosotros, muertos de frío (porque fríos eran los de antes) agitábamos banderitas de papel y esperábamos el paquete de galletitas "colegiales", que nos daban en la municipalidad.
Las músicas marciales que pasaba Tito Pica desde sus parlantes, con su voz tan especial, se nos adentraban en el corazón y aunque a veces no entendíamos las palabras de los oradores, sí sabíamos que ese día había nacido la LIBERTAD.
Y empezamos a amarla, a cuidarla, a sentirla.
A valorar cada gesto de nuestros mayores, cada empeño, cada sacrificio, porque comprendíamos, a pesar de nuestros pocos años, que cuando creciéramos, debíamos engrandecer a nuestra patria con nuestras actitudes, desde el humilde lugar que ocupáramos.
Por mi mente desfilan los rostros sufridos de los vendedores que en la tarde ofrecían sus productos: Antonino vendiendo a viva voz:-¡caramelos, pastiyas , turrones!...
Más allá Tano Garassi con sus claveles multicolores que solamente él podía hacer con papel crepe...
Los jinetes que se preparaban y venían al hotel a buscar un lápiz para sacar la sortija...
Los perros que se metían entre la gente y a veces dentro de la iglesia, justo cuando comenzaba el Te Deum...
Y la bandera, esa bandera grande , hermosa, majestuosa y nuestra, que subía hasta el tope del mástil mientras cantábamos, como podíamos, la canción "Aurora"...
BEBA LAPASTA
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