Y yo no sé el por qué.
Será tal vez porque los tangos tienen
un dejo de tristeza y de nostalgia
y junto con la lluvia, como un llanto
pintan todo de gris,
con algo de amargura.
Uno tras otro se deslizan lentos
como pasan las horas infinitas
de las esperas y de los aguantes,
con sus letras mil veces repetidas.
Con promesas de amor que no se cumplen,
con abrazos, con furias, con heridas,
dolores y traición,
farol y esquina,
adoquines que nunca vi en mi pueblo,
y malevos que nunca vi en mi vida.
Pero yo no estoy triste cuando llueve,
a mi la lluvia se me antoja amiga
trae olores de tierra remojada,
de siestas con sabor a tortas fritas,
de charlas mano a mano con amigos
que se apuraron con su despedida,
de mate amargo con los pies helados
en la cocina de una casa antigua…
BEBA LAPASTA
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