viernes, 8 de enero de 2010

Sandro



Por siempre
En los `60, en pleno apogeo del Club del Clan, hizo su aparición el Gitano.
Y pasamos de escuchar canciones con letras casi infantiles, de ver bailar twist al rubiecito con sus famosos pulóveres, de tararear La Felicidad de Palito, el Santiago Querido de Leo Dan o el "qué suerte que esta noche voy a verte" de Violeta, a ser testigos de un hecho insospechado e inesperado para esa época: un tipo que cantaba con voz bien masculina y se movía desenfrenadamente en el escenario!
Imitaba en sus comienzos a Elvis Presley, el rey del rock and roll. Su vestuario, sus poses, sus peinados... y sobre todo sus movimientos de pelvis, sinuosos, casi obscenos para esos tiempos.
Nacía Sandro...
Todos quedábamos subyugados cuando aparecía en la tele. Ni qué decir cuando comenzó a cantar baladas; a componer poesía con música que aún perdura en los recuerdos: Así; Rosa... Rosa; Más De Tí; Te Propongo; Cómo Te Diré; París Ante Tí; Penumbras; Las Manos... etc.
Le cantó a la Mujer, le cantó al Amor, a la Vida misma..
En sus comienzos fue muy resistido; decían que era "grasa". Conquistó primero a la gente común y fue tal el impacto que causó que hasta la más "encumbrada" sociedad se rindió a sus pies. Y no lo abandonaron, aunque les costara admitirlo públicamente.
Ese artista creció; el ídolo de América arrasaba en cualquier escenario que se presentara. Tuve el privilegio de verlo cuando hizo muchísimos recitales con motivo de festejar los 30 años con la música, en el `94.
Me han pedido más detalles de este concierto que ya comenté aquí mismo, en el blog. Fui con dos amigas al Coliseo Podestá. Nos bancamos una cola infernal para entrar, pero la alegría de estar ahí, a minutos de comenzar el show, hizo toda la espera tolerable y feliz. Al entrar, a cada una de las mujeres nos obsequiaban con una copa de sidra (vacía, eh?), con una leyenda con letras negras : Sandro y abajo 30 años de magia. Y por supuesto, una rosa roja de interminable tallo...
Estábamos en el 2º palco, casi sobre el escenario. Ubicación preferencial, si las hay. El teatro totalmente colmado. El 98% aproximadamente sexo femenino. Y cuando se apagaron las luces... apareció él. Un griterío ensordecedor; las manos que dolían de aplaudir; y su carisma y personalidad hicieron el resto... Estaba como figura invitada Miguel Ángel Cheruti, que lo imitaba espectacularmente. Quedó solo en el escenario cantando hasta que regresó Sandro. Se había cambiado y tenía puesta su bata roja... Luego, a dúo, hicieron algunas canciones para el deleite de todos. Fue una noche inolvidable, mágica. Había podido ver y oir a mi ídolo a menos de 8 metros de distancia. ¡qué lujo!
Ël construyó su propio mito detrás de las paredes de su casona. Totalmente inaccesible, salvo para unos pocos. Y ésto no hizo más que acrecentar el misterio sobre su "otra vida". Esa que vivía Roberto Sánchez, el tipo común.
En este país que casi no tiene ídolos, se nos están yendo los mejores...
Para vos, Sandro, las lágrimas en tu despedida y el perfume por siempre de una rosa roja.
Norma

1 comentario:

Graciela dijo...

Hermoso tu recuerdo a través del relato, yo soy su admiradora desde 1969 cuando obtuve el tercer puesto en un concurso de dibujo y mi premio, que era a elección, fue el LP de Sandro. Fuí a un recital en el Rex, "El hombre de la Rosa", ya su salud se empezaba a deteriorar pues cantaba con el oxígeno en el micrófono, pero sin dudas fue un gran espectáculo, maravilloso, grité y aplaudí como loca, lo acompañaban Matías Santogiani y Juan José Camero, que al representar historias intercaladas entre sus canciones, le daban el tiempo de recuperarse y seguir adelante con sus temas hermosos. Nunca lo voy a olvidar. Por siempre SANDRO.