LA TÍA MARTA

Pronta a cumplir sus orgullosos 84 años, la tía Marta es para mí un ser admirable.

Se diría que nació fuera de su tiempo, porque ella estuvo siempre a la vanguardia.

Despierta, pícara, audaz y sobre todas las cosas: luchadora.

La sangre gringa que corre por sus venas le da empuje, fuerza, vigor.

Como un árbol sacudido por huracanes, la vida le dio duros golpes y no se achicó.

Cuando ríe, lo hace desde adentro, con ganas de reír.

Para que aprendan algunos remolones: ella pedalea todos los días en una bicicleta fija que su hija mayor, conociéndola capaz de cualquier cosa, le compró.

Se mantiene activa con la mente lúcida y una memoria excepcional.

Nos separan 20 años de diferencia, es por eso que parece nuestra hermana mayor, no nuestra tía, y nos entendemos tan bien con ella mis hermanas y yo.

Una infinita paz se ha adueñado de su corazón y sus consejos, no son los de una anciana, porque ella no lo es.

Sus hijas la sobreprotegen; no entiende que es porque la aman.

Aunque ella ya lo sabe, quiero desde este espacio, decirle lo mucho que la quiero, lo que ha significado en nuestras vidas.

Para que nunca lo olvide.

Beba