lunes, 29 de marzo de 2010

Los días de Mayo


Las Barajas del Virrey
En sus memorias, dictadas muchos años más tarde de la revolución de Mayo, Martín Rodríguez relata la entrevista que en compañía de Juan José Castelli mantuvo con el virrey Cisneros, el 20 de mayo de 1810, para pedirle la convocatoria a Cabildo abierto y la cesación en el mando. Dice Rodríguez que él y Castelli llegaron al Fuerte, o casa de gobierno, y encontraron en la sala de recibo al virrey Cisneros que estaba jugando a los naipes con el brigadier Quintana, el fiscal Caspe y su edecán, que era un tal Goicolea. Entonces se acercaron a la mesa y Castelli tomó la palabra para decir: "Excelentísimo señor: tenemos el sentimiento de venir en comisión por el pueblo y el ejército, que están en armas, a intimar a Vuestra Excelencia la cesación en el mando del Virreynato". Dice Rodríguez que el virrey se levantó furioso diciendo que "qué atrevimiento era aquél, que cómo se atropellaba la persona del Rey que él representaba; que era el más grande atentado que allí se podía cometer contra la autoridad".
Pero después de haber conferenciado en secreto con el fiscal Caspe, Cisneros se tranquilizó y dijo, ya en tono de resignación: "Señores... puesto que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran"...
El detalle pintoresco es que el virrey entretuviera sus ratos de ocio jugando a las cartas. La malilla o el truquiflor (que era un antepasado del truco) fue una de las grandes distracciones de la época colonial. Desde la casa de gobierno hasta las últimas pulperías, todo el Virreynato se dedicaba a despuntar el vicio de la baraja.
Así, la escena solemne del pedido de abdicación tiene como fondo una mesa con un mazo desparramado mostrando sus oros y sus copas, sus bastos y sus espadas.
En una estatua de Castelli, se ve, sobre el pedestal, un bajo relieve que representa la escena descripta por Martín Rodríguez. En la escultura el virrey no aparece jugando a las cartas sino al ajedrez. El escultor alemán Eberlein no se atrevió a poner a Cisneros orejeando un mazo de barajas, y las sustituyó por un juego, al parecer, más noble y más digno del encumbrado representante del rey de España...
Crónica Histórica Argentina

1 comentario:

graciela dijo...

la casa, creo, es de un señor de apellido negroni, me parece que antes vivian familiares del doctor spreafico, si la imagen no me hizo trampa