Despertarme a las cinco de la mañana, calentar el agua, empezar un amargo, conectarme a la computadora, ponerme los auriculares y escuchar a la querida negra Mercedes Sosa para disfrutarla, sin interrupciones, sin voces y sin ruidos…
Y así, uno por uno, voy recordando cada tema, cada poesía escondida en su canto tantas veces prohibido.
Y yo, que soy contemporánea de todo lo que ahora recuerdan en las nuevas efemérides, veo desfilar en mi mente aquellos días oscuros.
Los jóvenes preguntan porque deben responder cuestionarios acerca de la memoria, la verdad y la justicia pero no pueden entender lo que significó para los que perdimos amigos y tuvimos miedo cada día en que debíamos salir de nuestras casas, camino del trabajo.
Ella canta, y en su voz, escondida, está la esperanza.
Porque no se fue nunca,
Canta solamente para mí en este amanecer de marzo con cantos de gorriones temblorosos y hambrientos que esperan la salida del sol y las migas de pan que les arrojo desde mi ventana:
“Hermano dame tu mano vamos juntos a buscar
una cosa pequeñita que se llama libertad
esta es la hora primera este es el justo lugar
abre la puerta que afuera la tierra no aguanta más.”
BEBA LAPASTA
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